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Los jugadores japoneses se abrazan tras vencer el sábado a Irlanda (19-12) en Shizuoka. EDGAR SU/ REUTERS
Mundial de Rugby: Japón se asoma a la élite tras derrotar a la Irlanda
Rugby

El rugby del sol naciente

Japón se asoma a la élite mundial tras derrotar a la potente Irlanda. El apoyo de las grandes firmas y el talento extranjero han obrado el milagro

antonio cobrillón

Martes, 1 de octubre 2019

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La forma almendrada del balón de rugby se complementa cada vez mejor con los ojos también oblicuos de los japoneses, que estos días viven un verdadero éxtasis durante la celebración del Mundial de Rugby en su país. Y más después de que su equipo diera la primera gran sorpresa del campeonato al superar el sábado a Irlanda, una de las favoritas (19-12).

Hace tiempo que el quince japonés no tiene rivales en Asia, pero no se había asomado a la élite mundial hasta hace cuatro años, cuando ganó en el anterior mundial a Sudáfrica en Brighton (Inglaterra). Para los analistas de este deporte aquello fue el aviso de que las tradicionales estructuras de ese deporte de villanos jugado por caballeros estaban empezando a cambiar.

Cambios que parecen impregnar hasta las maneras de vivir el juego. La contención ritual de los japoneses ha dado paso a masas de 50.000 enfervorizados espectadores que empujaron el sábado a su selección en el Stadium Ecopa de Shizuoka (a 180 kilómetros de Tokio) para frenar a los incrédulos irlandeses. Unos 25 millones lo vieron por televisión.

El propio entrenador de los europeos, Joe Schmidt, admitió tras la derrota que el resultado no le sorprendió. «Japón no superó mis expectativas. Mostraron intensidad, habilidad y energía en todo momento». El preparador de los rojiblancos asiáticos, la leyenda de los 'All Blacks' neozelandeses Jamie Joseph, que con esta victoria casi ha garantizado a Japón un hueco entre los ocho mejores del mundo, confesó después que «nos hemos estado preparando más de un año para este partido». Joseph está cosechando la madurez de un bloque al que puso los primeros cimientos su antecesor y actual mánager de Inglaterra, su paisano Eddie Jones.

««Son rápidos y agresivos. Han encauzado su anarquía para controlar el juego»

Pero al buscar respuestas a esta súbita eclosión del rugby en el archipiélago del sol naciente hay quien echa la vista mucho más atrás. Y encuentra argumentos en la metodología industrial que llevó a Japón a ser la tercera potencia económica mundial en apenas unas décadas.

«No nos debe sorprender nada. Japón sabía hace diez años que organizaría este mundial. Todas las instituciones han puesto de su parte y las mejores corporaciones luchan por tener un equipo en el Top League nacional, que ya es una de las ligas más profesionalizadas del mundo», resume Haru Nakayama, el único jugador de origen japonés que ha jugado en España.

Veterano y campeón

El hispanojaponés Haru Nakayama (49 años) ha sido campeón en España con el VRAC de Valladolid.

El avance nipón es la prueba de que, al igual que en el fútbol, las fronteras de estilos y pasaportes han saltado por los aires. En sus filas hay jugadores nacionalizados procedentes de las grandes potencias como Michael Broadhurst –neozelandés–, Male Sa'u –samoano– o el líder del equipo, el fiyiano Michael Leitch. Junto a ellos, hay jóvenes talentos como Kotaro Matsushima, autor de un 'hat-trick' (tres ensayos) en el estreno mundial frente a Rusia, a la que vencieron por 10-30.

Bajitos pero hábiles

Y en su liga agotan sus carreras (y hacen caja) grandes estrellas mundiales como Dan Carter, conocido como el 'Super Hombre' de la selección neozelandesa y que juega en los Kobelco Steelers de Kobe. Es lo más parecido a un Leo Messi en el deporte del balón ovalado.

Es fácil distinguir a todas estas estrellas en el campo. Casi siempre son los más altos y corpulentos. «Los jugadores japoneses son pequeños y veloces –explica Nakayama–. Son más rápidos y agresivos que sus rivales y han encauzado su anarquía anterior para controlar el juego». Frente al poderío físico de melées, placajes y patada a seguir más habituales en otros escenarios, desde Japón aportan nuevas habilidades jugando el balón a la mano.

Los irlandeses tuvieron buena muestra de esta forma de entender este deporte rudo y de contacto. Dominaban cómodamente 3-12 a los 20 minutos y todo parecía visto para sentencia. No solo no volvieron a anotar y perdieron, sino que acabaron luchando los últimos minutos en su campo para frenar las acometidas de los rivales. «Parecía que estábamos persiguiendo sombras», dijo el capitán de los 'tréboles' irlandeses, Rory Best.

En otros deportes de equipo y de masas que llegaron de forma tardía a Japón, su idiosincrasia todavía no les ha llevado a grandes gestas. Pero el rugby aún no ha cumplido un siglo (su Federación se creó en 1926) y «ya está japonizado de sobra», asegura Nakayama.

En el rugby gustan los apodos vegetales. Si los ingleses son 'la Rosa' (estampada en su camiseta), los nipones han pasado de ser los Cherry Blossoms (Flores de Cerezo) a los Brave Blossoms (Flores Valientes). Durante esta revolución solo una vez se han medido con España, que pudo abrir este mundial contra ellos si no fuera por una cacicada federativa. En 2013 ganaron 7-40 en Madrid. Quedaron claras las diferencias entre dos equipos que aspiraban a un hueco junto a la élite.

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