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Una humillación histórica. Un ridículo inaceptable. Los titulares salían solos al descanso en el Metropolitano. No hacía falta ver nada más. Están tardando en salir a pedir perdón. El nuevo libro puede cambiar una vez avance el desarrollo, pero sus primeras páginas están llenas de terror y lo peor de todo es que los próximos capítulos no invitan al optimismo porque a este equipo se le van sus mejores jugadores año tras año y cada vez quedan menos líderes de aquella Real que maravilló Europa. El equipo fue pisoteado por el Atlético, pero en la primera parte, los mismos que tienen que «defender el escudo hasta en un amistoso» como le suele gustar decir a Imanol, no estuvieron a la altura de un club con más de cien años de historia.
Tiene la Real la insoportable habilidad para registrar datos que te dejan por los suelos para el resto de la eternidad. Sorloth marcó un hat-trick en 3 minutos 57 segundos en un inicio sin precedentes en la historia del club, pero también de la Liga. A los ojos del mundo. Para siempre quedarán como los cuatro minutos de la vergüenza cada vez que la Real pise este estadio. Del once inicial, incluyendo al entrenador, solo se puede salvar a un Kubo que al menos tuvo amor propio para encarar y tratar de hacer algo diferente. Pelear cada balón como si le estuviese doliendo el alma. El resto, ni eso. La Real se replegó con cinco defensas con 4-0 y si el Atlético de Madrid hubiese querido hubiese metido ocho. O diez.
Desde que el noruego marcara el primero en el 6:49 hasta que hiciera el tercero en el 10:46 no llegaron a pasar cuatro minutos. Cada gol más ridículo e inadmisible que el anterior. La Real puso en juego el cuero tras recibir el 2-0 en el minuto 10:27. Sacó de centro para que continuara el esperpento. Diecinueve segundos después, Remiro volvía a coger el balón del fondo de su red. Insólito. Insoportable. Humillante. Pero todavía quedaba más. En el minuto 29 Sorloth continuó con su fiesta particular en uno de los mayores borrones de la historia del club.
Lo peor del ridículo, para hurgar más en la herida y seguir con el sufrimiento, es que el póker lo hiciera Sorloth, un delantero de verdad que tenías en la palma de tu mano y que lo dejaste escapar cuando había hecho dos temporadas magníficas demostrando lo que es, un '9' curtido, de rendimiento inmediato. El killer que le hacía falta a este equipo. Isak solo sale una vez cada treinta años. Hay que darle una vuelta a la política de fichajes porque no siempre se pueden fichar promesas a las que sacarle 60 millones de euros de rendimiento. Para eso ya fabricamos en casa a Zubimendi, Oyarzabal, Illarramendi o Iñigo. ¿El resto de equipos son tontos?
En el primer año de cesión la Real tenía la posibilidad de pagar por Sorloth los 16 millones de euros que tenía como opción de compra al Leipzig. No puso el dinero encima de la mesa. En la segunda temporada el noruego pedía colocarse en el primer escalón salarial. Claro que es ventajista sacar las cuentas ahora, pero más tarde no se dudó en pagar 20 millones de euros por Sadiq y Óskarsson. La Real siempre vivió de sacar a relucir sus productos de Zubieta, añadido a la calidad de fuera. La unidad de reclutamiento que formó Olabe falló en las últimas incorporaciones, y el mismo que tiene que volver a fichar este verano es ya el jefe de la nave a nivel deportivo. Está preparado. Tiene talento. Y también es de casa. Pero si se vuelve a errar la Real volverá a ser el club irregular que dejó de serlo con Imanol.
Dos goles por cada costado en 29 minutos. La defensa de la Real no existió. Un compañero de la prensa antes de comenzar la humillación verbalizó en las entrañas del Metropolitano que el día no podía salir peor puesto que ganaron Rayo, Valencia, Celta y Mallorca. Era ahora o nunca. Ahí estaba la Real para avergonzar a su propia afición. 'Esto es todo, amigos', decía Porky tartamudeando en los Looney Tunes.
Quedan dos semanas absolutamente eternas en las que además hay que despedir a Imanol, pero lo primero que tienen que hacer en todos los estamentos del club es pedir perdón a una afición que ha empujado para conseguir un objetivo que este año era más fácil. Alentó hasta el hartazgo. Con el mayor de los respetos. Sin un solo pito. No se merecen lo de ayer. Se irán jugadores, entrenadores y presidentes, pero su gente estará ahí para honrar el escudo.
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