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La zumaiarra Janire González Etxabarri, la zarauztarra Nadia Erostarbe y el donostiarra Andy Criere se enfrentarán a la temible ola de Teahupoo en los Juegos Olímpicos.
Surf

El monstruo espera a los tres guipuzcoanos

Olimpismo. Nadia Erostarbe, Janire González Etxabarri y Andy Criere se van a enfrentar a la ola más técnica y temida del planeta en los Juegos Olímpicos de París

Álvaro Vicente

San Sebastián

Martes, 5 de marzo 2024, 01:00

Gipuzkoa tendrá tres surfistas en los Juegos Olímpicos de París. Ninguno participa en el circuito mundial, en su primera división, pero los tres han sabido ... aprovechar los cupos por países de los que salen los 24 participantes olímpicos para ganarse el billete. Es la segunda ocasión en la que el surf formará parte del programa olímpico tras debutar en los Juegos de Tokio, donde no hubo surfistas españoles.

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La principal particularidad de este deporte en el programa de París es que se celebrará a 15.000 kilómetros de la torre Eiffel, en Tahití, en la Polinesia Francesa. Va a ser una de las imágenes de los próximos Juegos. Si la ola de Teahupoo rompe en su esplendor como se espera al ser agosto la época del año más proclive a hacerlo, el espectador va a quedarse pegado al televisor sin pestañear. Teahupoo es una ola que rompe sobre fondo de coral en el que cualquier error puede ser incluso mortal. No todos los surfistas profesionales están capacitados para afrontarla y es por lo que su designación como sede olímpica levantó tanta polvareda frente a la posibilidad más natural de Hossegor.

Sentir la ola de Teahupoo, conocerla y surfearla debe ser el próximo objetivo de los tres guipuzcoanos de aquí al inicio de los JJ OO

Porque en los Juegos estarán algunos de los mejores surfistas del mundo, hombres y mujeres que ya han podido surfearla al ser una parada del circuito mundial, pero otros muchos que han conseguido el billete, caso de los guipuzcoanos, no han podido si quisiera plantearse nunca esa posibilidad. Tahití es un destino caro y aún teniendo la opción, otra cosa es surfearla entre la maraña de surfistas profesionales y locales que esperan ávidos las marejadas sin dejar ni las migajas a los foráneos.

Así que el primer objetivo de la zumaiarra Janire González Etxabarri, la zarauztarra Nadia Erostarbe y el donostiarra Andy Criere, respaldados por Basque Team, es planificar su calendario de aquí a julio para poder entrenarse in situ, en Teahupoo. Necesitan conocer las particularidades del lugar, una isla poco poblada en la que los locales se mueven en transporte marítimo y sobre todo deben sentir la ola. Porque para empezar rompe a setecientos metros mar adentro, así que estamos ante una localización pensada para el espectador televisivo, con imágenes obtenidas desde motos acuáticas y entrevistas en el agua como ya se hace con éxito en el circuito mundial. Los espectadores que seguirán en directo la prueba, tendrán que hacerlo en barcazas desde el agua y no serán muchos.

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En este escenario, Erostarbe y Criere son los que a priori mejor se van a mover porque son surfistas potentes a los que les motivan las olas grandes sin desmerecer la potencialidad de Janire González Etxabarri, habituada a surfear en todo tipo de condiciones, pero físicamente menos fuerte.

Teahupoo es una ola muy grande, con un labio enorme y con una potencia descomunal. No hay otra igual en el mundo. Su tubo no tiene parangón. La ola succiona el agua de la orilla y deja casi descubierto el coral, con el peligro que supone en caso de una caída. Es tanta el agua que absorbe que el recorrido del surfista se hace por debajo del nivel del mar. La profundidad en el lugar del take off –el momento en el que el surfista se pone de pie– es mínima, sólo hay uno o dos metros de agua sobre el arrecife. La pared de agua puede alcanzar fácil los diez metros.

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Una ola que no permite fallo

Los guipuzcoanos llegarán con aspiraciones porque en una competición sin referencias y con pocos competidores a diferencia de cualquier otra cita del circuito mundial, todo puede pasar. En Teahupoo gana quien mejor tubea. No es una ola para maniobrar y hacer virguerías como pueden ser las de playa. La ola asesina, como se le conoce, no permite el fallo. O se entra al tubo con decisión o si no es mejor ni intentarlo, así que las puntuaciones suelen ser extremas. Próximas al diez o al cero.

Para los tres, el billete para los Juegos supone la recompensa a muchas horas de agua, a cientos de kilómetros de carretera de campeonato a campeonato buscando puntos en la clasificación mundial. Los Juegos les llegan a Erostarbe y González Etxabarri –tiene una hermana que despunta– en un momento de sus carreras en el que miran de cara la posibilidad de alcanzar la primera división de este deporte, algo que sólo ha conseguido Aritz Aranburu.

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Erostarbe ha estado cerca de lograr plaza esta última temporada y todo invita a pensar que lo hará más pronto que tarde. Lo mismo se podría decir de González Etxabarri, a la que todavía le queda dar ese último paso. En el camino a la élite, ha irrumpido la posibilidad de los Juegos y ambas lo han conseguido después de reinar en Europa.

Diferente es el caso de Andy Criere, residente en Hendaia pero guipuzcoano por los cuatro costados. El objetivo del WCT –la primera división– era inalcanzable para él y ha sabido explorar con éxito este otro camino.

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Si algo tienen en común los tres es su constancia y trabajo. Son exponentes de la cantera del surf guipuzcoano que viene pegando fuerte en los últimos años con presencia en los primeros puestos de cualquier campeonato que se precie en Europa y algo menos en otros continentes.

El éxito de Erostarbe y González Etxabarri no se puede explicar sin el respaldo de sus familias. Los aitas de Nadia y su tío Erik, los tres surfistas amateurs, han puesto todo de su parte para acompañarle en su carrera deportiva, lo mismo que Amalia, la amatxo de las hermanas González Etxabarri, a la que es habitual verle en la orilla mientas sus hijas se entrenan.

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Erostarbe, después de pasar por diferentes técnicos, ha encontrado la estabilidad con Guille Gutiérrez. Es su entrenador y pareja y ambos residen en los alrededores de Santander. Su tesón, su evolución física y su preocupación por desenvolverse en diferentes olas ha tenido recompensa. El cuarto puesto en el Mundial que acabó el domingo marca un antes y un después.

No menos se puede escribir de Janire González Etxabarri, quien ha sabido aprovechar la proyección mediática que le han dado las marcas de surf sin olvidar su principal cometido. Julen Lasa, Ibon Amatriain, Imanol Yeregi y Aitor Francesena han sido algunos de los entrenadores que han ido puliendo su surf hasta ser hoy la campeona de España y Europa con una proyección todavía por descubrir con el aval que da llevar la competición en la sangre.

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No menos ha trabajado Andy Criere. A caballo entre San Sebastián y Hendaia, ha sabido aprovechar su potencialidad en competición para lograr el billete olímpico. A Criere le da igual el tamaño de las olas y sus rivales. Él siempre sabe lo que tiene que hacer, mantiene una estructura de surfing estable, así que no hay que descartar nada en Teahupoo porque no se va a amilanar. Es un luchador, un martillo pilón.

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