«Llegué a tener complejos por mi delgadez»
El bergararra disputa este domingo en el frontón Txikuri de Urrestilla la final del Urrezko Harrijasotze Azkarrena
Paulo Azpiazu aspira a conquistar este domingo en Urrestilla la txapela del Urrezko Harrijasotze Azkarrena. Bergararra, tiene 26 años –cumple 27 el 1 de abril–, ... mide 1,83 metros y pesa 102 kilogramos. No coincide prácticamente en nada con los estereotipos de antaño. «Comencé a entrenar en 2010, cuando tenía catorce años. Era un niño normal que vivía en un pueblo pequeño. Comía mucho, pero no engordaba. Empecé haciendo flexiones y todo lo que he conseguido hasta ahora ha sido a base de meter horas. He hecho mucho el loco, creo que he pasado más tiempo entrenando que sentado, pero nunca pensé que acabaría levantando piedras. Eso llegó después», comenta.
Apareció en el mundo del herri kirolak casi por casualidad. «Llegué a tener complejos por mi delgadez. Siempre me habían llamado la atención los cuerpos fuertes. Con 18 o 20 años me llegó la necesidad de competir, pero no en culturismo o halterofilia. Durante la cuarentena envié vídeos de mis entrenamientos a Youtube. Izeta II, mi actual entrenador, vio uno y me llamó para hacer una prueba. Levanté varias piedras. Una de ellas era una copia de la Igeldoko Harria. Me dijo que tenía potencial y hasta hoy».
Comenzó a estudiar Dietética y Nutrición en Gasteiz, pero los desplazamientos eran una losa muy pesada. Después probó con Ciencias Ambientales. También lo dejó. Y por último obtuvo un grado superior de Acondicionamiento Físico para ser monitor. «Pero cuando iba a comenzar a trabajar, llegó la pandemia del coronavirus. Todo se fue al traste», recuerda. «Ahora asesoro a la gente a ponerse en forma on line, en Instagram», puntualiza.
Presenta un físico poderoso que llama la atención. «Me gusta tener un cuerpo fuerte y procuro hacer vida saludable», apostilla. «No soy muy ligón. Tengo novia desde hace tres años –añade– y ambos estamos muy contentos. Ella también se cuida mucho».
Paulo sigue a rajatabla una dieta. «La anterior era más estricta que la que hago ahora». Tiene prohibidos todo tipo de azúcares y frituras. «Busco siempre un equilibrio entre proteínas, carbohidratos y grasas. Antes desayunaba leche con galletas, pero lo dejé hace un año. Ahora suelo tomar un batido y una tortilla francesa o de jamón. Almuerzo verdura, arroz y pollo. Meriendo media barra de pan con jamón serrano y ceno habitualmente cerdo o ternera».
Se levanta «a las siete de la mañana» y se entrena mínimo hora y media o dos diarias. «Antes hacía sesiones dobles, pero tengo claro que no por trabajar más duro llegas antes al objetivo. El éxito reside en el término medio».
Ya metidos en faena, Azpiazu reconoce que «es una prueba exigente, rápida, en la que para ganar tienes que demostrar tu calidad. Hace falta chispa, es mucho más importante que la fuerza. Son sprints cortos, como los de los atletas. Para ganar hay que ser muy completo, hacer todo bien. Pero también hay otros factores que influyen. Por ejemplo, que tú tengas el día y tus rivales, no».
Su piedra preferida es «la bola, aunque con la copa también ando bien, igual que con la rectangular. La que peor se me da es la cúbica». Como novedad, las tandas serán de minuto y medio y se suman los kilos de todas. «Cambia un poco con respecto a anteriores pruebas, pero lo que está claro es que quienes tengan más chispa y potencia andarán mejor. Esos treinta segundos extra marcarán la diferencia», dice.
Respeta mucho a sus rivales y sabe que será difícil batirles. «Mikel Lopetegi 'Urra' es el actual campeón, todo un portento. Xabat Olaizola es muy fuerte físicamente, explosivo. El mejor de todos técnicamente es Hodei Iruretagoiena 'Izeta IV'. Lleva muchos años en esto y posee una larga experiencia».
«Si gano la txapela, me tomaré un buen kalimotxo, aunque habitualmente no bebo. Y me comeré una buena chuleta, seguramente en la sidrería Izeta». Sería la segunda en su palmarés. «La primera fue en Iraeta, hace un mes. Normalmente suelo quedar segundo o tercero. La tengo guardada en casa, en una pequeña vitrina. Espero que no sea la última y que a partir de ahora lleguen muchas más».
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