«Tengo ganas de llevarme a casa la segunda txapela»
El leitzarra Jon Redondo disputa el domingo en Urrestilla la final del Urrezko Aizkolarien Binakako Txapelketa junto a Iker Vicente
San Sebastián
Viernes, 24 de febrero 2023, 01:00
Jon Redondo quiere conquistar el domingo al mediodía en el frontón Txikuri de Urrestilla su segunda txapela del Urrezko Aizkolarien Binakako Txapelketa junto a Iker ... Vicente. La primera la consiguió en 2020 con la colaboración de Mikel Larrañaga tras dos subcampeonatos. El primero con Rubén Saralegi en 2016 y el segundo con Ander Erasun en 2015.
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Tiene 37 años y trabaja en Corex Leiza, una empresa ubicada en el polígono industrial de Areso, tras estudiar en su día soldadura en Tolosa. Comenzó con la aizkora «con quince o dieciséis, casi de casualidad. Somos vecinos de los Saralegi y un fin de semana Cristina, la hermana de Mieltxo y tía de Iker, tenía dos exhibiciones programadas el mismo día. No podía estar en ambos sitios a la vez, por lo que fui yo a una en su lugar. Me tocó enfrentarme a Maika Ariztegi, que era de Ituren. Me vi bien para ser el primer día y de ahí hasta ahora».
Leitza es cuna de grandes deportistas como Inaxio Perurena, su hijo Iñaki, Mieltxo Saralegi, la saga pelotari de los Bengoetxea, Abel Barriola o Mikel Nieve. Y Jon Rekondo es uno más.«En el pueblo siempre ha habido mucha afición al deporte y de vez en cuando sale uno bueno. Pero para estar ahí arriba, como lo han hecho ellos en su día, hay que tener suerte y trabajar mucho. Aquí nadie te regala nada», puntualiza.
Jon Redondo
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Nació en Leitza el 2 de abril de 1985. Tiene 37 años
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Palmarés: Subcampeón con Ander Erasun (2015), subcampeón con Rubén Saralegi (2016), campeón con Mikel Larrañaga (2020)
Trabaja a conciencia para afrontar los campeonatos en el mejor estado de forma posible. «Hago físico corriendo por el monte dos días a la semana y otros dos una hora al día con el hacha. Hay que hacer un calentamiento previo, preparar la madera, recogerla luego... Hay veces en las que cuesta más compaginarlo con el trabajo y otras menos, pero después de tanto tiempo ya estoy acostumbrado».
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Y tiene a su disposición en casa todo un arsenal. «Ahora mismo no sé cuántas hachas tengo, unas treinta o más. Algunas son australianas, otras de Urnieta, de Oñati y también alguna americana, de Bruteforce». Que len han costado un buen dinero. «Las últimas valían 450 euros. Han subido de precio un montón, como todo en la vida. Antes las adquiría por 300. Hay que tener suerte. No se gastan, pero con los nudos de la madera se rompen. Alguna se me ha roto nada más estrenarla y es una faena».
Un deporte en auge
Las pruebas de aizkolaris, incluidos los desafíos, cuentan con un buen número de practicantes. «Últimamente han salido varios chavales de 22 a 24 años que vienen pisando fuerte desde abajo. En la final, de los ocho participantes, cinco son muy jóvenes. Eso es buena señal. Antes eran más viejos. Y encima son muy buenos. Si no espabilas, te comen. Tienen hambre de ganar títulos y mucha ilusión».
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Desgraciadamente, su esfuerzo no tiene demasiada recompensa. «En verano ganamos algo de dinero con las exhibiciones, pero prácticamente todo lo empleamos en comprar material. No se puede vivir de ello. Tienes que tener un trabajo sí o sí. Antaño había aizkolaris que se dedicaban solo a competir y vivían muy bien, pero las cosas han cambiado. Tienes que buscarte un trabajo y compaginarlo con los entrenamientos. Los fines de semana los dedico a entrenar, pero también saco tiempo para estar con los amigos».
«Si gano le dedicaré la txapela a Juan Iguaran, que falleció hace un mes. Era un enamorado del herri kirolak»
A lo largo de su trayectoria no ha tenido ningún percance reseñable, aunque sí recuerda«uno de coche en Ezkurra, hace tres años, cuando volvíamos a casa tras disputar un campeonato. Quedó para la chatarra».
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Si de por sí ya era duro el trabajo de la final , se le añade más presión aún con dos troncos de 65 pulgadas a txanda libre. «Son trabajos cortos, pero explosivos. El esfuerzo es continuo y duro. Son doce cortes y tienes que estar muy bien preparado para aguantar. El trabajo es una mezcla de físico y técnica. Tienes que andar bien en ambas facetas, no puedes fallar en una», afirma.
Rivales de entidad
A la hora de catalogar a sus rivales, prefiere ser diplomático. «Todos son complicados y cualquiera puede crearte problemas. A 'Basozabal' y 'Biurri' les he visto muy bien durante el campeonato. Son jóvenes y explosivos. En cambio, nosotros tenemos más experiencia. Lo importante es saber dosificar el esfuerzo, no gastar fuerzas en balde. Hay que saber compaginar la fuerza con la cabeza, pero es verdad que si pierdes mucho tiempo al principio, luego es bastante complicado remontar».
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Redondo se alía con Iker Vicente, con sus pros y sus contras. «Se dice que es favorito allí donde compite, pero no gana siempre. Los demás también son buenos. Pero lo que es indudable es que siempre hace bien su trabajo. Es una garantía».
El de Otsagabia ha vuelto a la competición tras un grave accidente en el tobillo que le mantuvo tres meses de baja. «Ahora está bien, pero en el corte vertical el tobillo sufre mucho. Aún así, Iker está un peldaño por encima del resto de aizkolaris cuando está en plenas facultades», asevera.
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«Últimamente han salido varios chavales de 22 a 24 años que vienen pisando fuerte desde abajo y eso siempre es buena señal»
No tiene preparado nada especial si logra la txapela. «Me imagino que comeremos en Azpeitia y luego ya se verá. Sobre la marcha. Tampoco puedo pasarme porque al día siguiente toca trabajar», avisa. Pero sí tiene una dedicatoria especial si lo consigue. «Será para Juan Iguaran, de piensos Viva, que ha sido patrocinador de los campeonatos. Falleció hace un mes con 78 años. Era un enamorado del herri kirolak. Nos invitaba a cenar a una sidrería. A todos, a veces nos juntábamos más de cien. Era muy espléndido».
Tampoco sabe dónde colocar la txapela junto al trofeo si gana. «Tendré más de cuarenta entre copas y txapelas. Algunas están en casa, en una vitrina que ya está llena, otras en la de los aitas y el resto en el caserío, pero siempre se le puede hacer un hueco». Guarda con especial cariño «la que gané con Larrañaga en 2020 antes de la pandemia del coronavirus. Fue especial porque ese campeonato fue muy duro. Las parejas estaban muy igualadas y ambos tuvimos que trabajar mucho para conseguirlo».
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