«Estiramos el presupuesto entre todas, en equipo»
Orioko Bate Bizkorrak está inmerso en una nueva temporada de la Liga Nacional de Softbol en División de Honor. Las furgonetas conducidas por las propias ... jugadoras vuelven a llevar al conjunto oriotarra a enfrentarse ante los equipos más potentes de «un deporte minoritario de máxima exigencia». En esos vehículos ya no se sube Elena Etxeberria, la presidenta del club que hasta el año pasado era una más en el vestuario. Este año ha decidido dejar de competir con el primer equipo.
– Esta temporada su reto es otro.
– Sí, ahora estoy entrenando para el Europeo Master 40. Es un reto en el que participo desde 2020. Surgió un nuevo formato, al principio un máster para mayores de 35 y ahora compiten las selecciones más potentes de mujeres mayores de cuarenta. Es una competición europea que se juega hasta ahora en Barcelona, es la sede para cuatro años y será en octubre. Aunque la Federación Española no quiso sacar equipo, nos unimos un grupo de exjugadoras o jugadoras en activo que competimos en la Liga española. Cómo combinado español logramos la medalla de plata. Con la Euskal Selekzioa sacamos equipo otro año y conseguimos el bronce.
– ¿Sólo le falta el oro?
– Eso sería guay, pero es muy difícil. Vamos a intentar conseguir otra medalla. Tenemos rivales muy buenas. Estamos entrenando con nuestros equipos, cada una en su ciudad. La idea es después reunirnos, pero es complicado. Sabemos que es una competición físicamente muy exigente, hemos pasado los cuarenta años, sabemos lo que tenemos y cómo lo tenemos que hacer para prepararnos. Yo vengo algunos días con las chicas, con permiso del técnico, a entrenar con el primer equipo y luego hago mucho ejercicio físico que me permite aguantar cuatro días intensos de competición.
– ¿Cómo empezó a jugar a softbol?
– A una amiga y a mí nos apetecía empezar a practicar algún deporte y vimos unos carteles por Orio como novedad. Ponía béisbol, por aquel entonces el softbol no lo conocía nadie. Y nos animamos a probar,. Allí aterrizamos y hasta hoy. Así empezó esta aventura para mí.
– Hasta llegar a la presidencia.
– Llevo en el cargo desde 2007. Empecé como jugadora y al final vas cogiendo responsabilidades, como monitora o entrenadora de categorías inferiores. Llegó un momento en el que hacía falta que alguien de Orio se pusiera como cabeza visible o como responsable y los que dirigían el club pensaron en mí. Una chica conocida del pueblo que formaba parte del club, y acepté.
«Compito en un nuevo formato en el que participan las selecciones más potentes de mujeres mayores de 40 años»
– ¿Este es el primer año que no defiende la camiseta del primer equipo?
– Bueno, mi carrera como jugadora ha sido intermitente. Con alguna parada cuando he sido madre y alguna lesión también me ha impedido jugar. Sigo echando una mano en categorías inferiores, continúo con las chicas y entreno algunos días con ellas. Pero lo de viajar todos los fines de semana pesa. Es duro compaginarlo con la vida familiar. Físicamente tienes que estar preparada, son muchas horas de entrenamiento, muchas horas fuera de casa y es mucho sacrificio. La vida se va complicando, primero hay que compaginarlo con los estudios, luego con el trabajo. Después viene la familia y al final el tetris es terrible. Muchas estudian, incluso trabajan desde la furgoneta en los viajes para llegar a todo. Hasta este año nadie podía contar contigo ni martes, ni jueves, ni sábados ni domingos. Mi entorno lo sabia, eso era así. Pero es un sacrificio que hacemos por el equipo. El ambientazo es terrible.
– ¿Cuál es el secreto del Orioko Bate Bizkorrak?
– El grupo. Desde las de quince hasta las mayores, son muchas horas de viaje todas cantando las mismas canciones. Estamos en División de Honor, la máxima categoría. España, ahora mismo, a nivel europeo, está entre los cuatro primeros. Es un deporte minoritario que está en el top. Luchamos contra equipos fuertes. Nosotras, desde Orio, competimos con un presupuesto que estiramos entre todas, en equipo. Jugadoras que pagan por jugar, entrenadores que lo dan todo, familiares, amigos... Ese esfuerzo de todos se acaba trasladando a la cancha. Te une y te hace ser un bloque más fuerte.
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