El césped del Miniestadio de Anoeta, «deficiente» para la práctica del rugby

Representantes del Ayuntamiento donostiarra, propietario de la instalación, se reúnen hoy con los clubes para intentar encontrar una salida a un problema de difícil solución. «Llevamos un mes sin entrenar en el Miniestadio para preservar lo más posible el estado del campo. Teníamos entendido que desde el Patronato de Deportes iban a realizarse varias actuaciones, como meter arena en el césped mediante taladros. Esas labores de rehabilitación solían hacerse cada verano, pero este año no se han llevado a cabo y el campo está como está. El drenaje lleva tres años en malas condiciones», afirma José Mari Isasa, entrenador del equipo sénior del Bera Bera y un histórico del rugby guipuzcoano.

«El agua se queda estancada, se pudre y el olor es insoportable, nauseabundo», añade. «Y cuando llueve, que suele ser bastante habitual en las fechas en las que jugamos, el barro te llega hasta los tobillos. No son las condiciones más idóneas para disputar un partido».

El Miniestadio de Anoeta es la única instalación con la que cuenta el club donostiarra, de ahí la preocupación de sus dirigentes y técnicos. «Allí jugamos tres equipos senior –dos masculinos y uno femenino–, también los sub-18, los sub-16, sub-14 y los alumnos de la escuela del club, de doce años hacia abajo. A día de hoy, si fuese mi hijo uno de esos chavales, no le llevaría a Anoeta». Isasa considera que «el riesgo de lesiones aumenta por el mal estado del terreno de juego, pero también hay un problema sanitario. Si te haces una herida, algo habitual durante los partidos, no sabes qué puedes tener si por casualidad se te infecta».

A su juicio, «el problema no es de ahora, llevamos tres años en las mismas circunstancias. Los responsables de la instalación deberían solucionarlo de raíz. ¿Cómo? Levantando el césped y colocando un nuevo drenaje. El actual debe de tener un conducto obturado».

Y va más allá al criticar que «mucho Top 14 en junio en Anoeta y los chavales de casa jugando en esas condiciones. Me imagino que los equipos que lo disputen tendrán que entrenar y necesitarán campos. Cuando vean las condiciones en las que está el Miniestadio, se echarán para atrás. En eventos tan importantes, hay que cuidar los detalles».

Juan Antonio San Sebastián, presidente de la Federación Guipuzcoana, afirma que «en su día viví en primera persona cómo se construyó este campo, durante muchos años tuvo uno de los mejores drenajes de Euskadi, aguantaba perfectamente cada temporada, pero ahora está muy deteriorado. El sistema para regenerar la hierba –pasta mezclada con semillas– no ha dado el resultado esperado. Ahora no aguanta el 'traqueteo' de toda la temporada, con tantos partidos».

'Donosti', como se le conoce en el mundo del rugby guipuzcoano, trabaja como aparejador y ha construido campos de fútbol y también de rugby. Reconoce que «esto no ha pasado otros años. El Patronato de Deportes de Donostia puede decir que el campo soporta un trajín excesivo, pero lo ideal sería que la empresa que lleva el mantenimiento haga un informe del Estadio y también del estado del césped en el que se especifique ¿qué ha pasado?, ¿es recuperable?, ¿hay solución?, ¿se debería dejar de usarlo durante un tiempo? Hay muchos factores a tener en cuenta».

José Miguel Galdós, director técnico de la Federación Vasca, apunta que «fui la semana pasada al Miniestadio a ver un partido y estaba impracticable. Menos mal que ha llovido, porque con el campo seco el riesgo de lesiones aumenta. Cualquiera puede romperse un tobillo. El Miniestadio tiene mucha actividad, quizás demasiada. El problema, como en otros deportes, es la falta de instalaciones. Puio no está homologado para jugar partidos de rugby a partir de la categoría sub-16. Es más estrecho y carece del perímetro de seguridad, de ahí que todo se juegue allí».

'Donosti' considera que «el Miniestadio está ahora muy peligroso para jugar. Con humedad y lluvia, el césped se llena de barro porque no drena y con tiempo sur se queda duro e irregular. Tiene mucha arena».

Reconoce que «al cabo del año, el césped se lleva mucho 'tute'. Sólo se cuida quince días porque no hay más tiempo tras acabar la temporada de rugby ya que luego se disputa la Donosti Cup y el resto del año se olvidan de él. Y en esas dos semanas al césped no le da tiempo para regenerarse y volver a asentarse. Tanta actividad tiene esas consecuencias a largo plazo».