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Al César lo que es del César

Hay que descubrirse ante la magnífica ascensión invernal al K-2 del grupo nepalí formado por diez sherpas

Domingo, 24 de enero 2021, 09:52

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Ya lo dice el amigo Juanito en estas mismas páginas: «Ellos se lo merecen más que nadie», y no hay mayor verdad en este momento en el que diez nepalíes del pueblo sherpa han escrito con letras de oro una página más en el gran libro de la historia mundial del alpinismo al escalar el K-2, la segunda montaña más alta del mundo por primera vez en invierno. Y, además, uno de ellos sin oxígeno… 'Chapeau' por ellos. Al César lo que es del César.

Mucho antes de que aquel 29 de mayo de 1953, cuando el sherpa Tensing Norgay acompañando al neozelandés Edmund Hillary (fíjense que he nombrado primero al sherpa), alcanzaran por primera vez el Everest, los sherpas ya trabajaban en expediciones para ayudar a los alpinistas. Siempre ha sido así, durante casi dos siglos.Este año ellos se han convertido en claros y verdaderos protagonistas de una ascensión, en este caso, la invernal al K-2. A diferencia de aquella primera ascensión al Everest en la que la gloria sin duda se la llevó Hillary, ahora el honor y la gloria del éxito en la invernal al K-2, como no podía ser de otra manera, se los han llevado estos diez hombres: Nirmal Purja (sin oxígeno), Mingma Tenzi, Gelje Sherpa, Pem Chhiri, Mingma David, Dawa Temba, Mingma Gyalje, Kili Pemba, Sona Sherpa y Dawa Tenjing.

Se ha hablado mucho de las formas en que lo han hecho, nueve con oxígeno, cuerdas fijas… pero sin duda el mérito está ahí. Hay tiempo para hacerlo de manera más ética alpinísticamente hablando.Si sir George Mallory describió el Everest cuando lo vio por primera el 6 de junio de 1921 como «un prodigioso diente blanco emergiendo de la mandíbula del mundo», no sé qué hubiera dicho si hubiera visto antes el magnífico K-2.

En verano de 2019 tuve ocasión de participar con el amigo Sebastián Álvaro en una expedición al Karakórum, donde también me acompañaba mi mujer, Àngels. El del Baltoro es un trekking, no nos vamos a engañar, duro. Pero no menos impactante y espectacular. Cuando lo emprendes comienzas a ver esas grandes y grandiosas montañas día tras día, como preámbulo y preparación para lo que todavía con el paso de los días estaría por llegar. Por fin ¡Concordia!, allí estábamos, con el imponente y majestuoso K-2 a nuestros pies. Y más cerca lo tuvimos cuando alcanzamos su campamento base. ¡Qué proporciones tan grandes de una gran montaña! Tanto escribir de ella y en aquel momento, ahí estaba, bajo esa enorme masa de hielo, nieve y rocas. Magistral momento que seguro revivieron esos diez sherpas.

Quiero imaginarme la sensación de los diez nepalíes, auténticos conocedores de las montañas del Himalaya del Nepal, cuando vieron por primera vez en las montañas del Karakorum en Pakistán, un país distinto al suyo, el K-2. Y ya no digo nada cuando alcanzaron sus 8.611 metros, además los diez juntos, al unísono. Debió ser un momento único que nunca olvidarán y por ello el mundo entero les ha sabido reconocer como verdaderos alpinistas. Porque como titulamos este artículo, al César lo que es del César.

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