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Lukas Otaegui
Viernes, 30 de mayo 2025, 02:00
Para mí ha sido un torneo inmejorable, ha superado con creces mis expectativas. Es un sueño hecho realidad». Maddi Barona ha vuelto de Leipzig con el título de campeona del mundo de kárate kyokushinkai, un arte marcial que a diferencia del karate tradicional se gana por KO y no por puntos. Barona cuajó tres «combates completísimos» que le han permitido regresar a su casa en San Sebastián con un trofeo casi tan alto como ella.
Al ser una disciplina muy exigente desde el punto de vista físico, en los torneos los combates que afronta cada karateka son contados con los dedos de una mano. Barona afrontó tres. Los dos primeros fueron llevados a las tres extensiones a dos minutos por asalto, de ahí que la exigencia resultase dura para la brava competidora. En la final Maddi apabulló y acorraló a su adversaria, a la cual venció en los dos primeros minutos por decisión de los cinco árbitros. El resultado fue el oro en una categoría, la sub21, que debería quedar grande porque aún tiene 18 años.
Maddi es vitoriana y este último año se entrena en San Sebastián, en el gimnasio kárate-Do Saito, en la calle Carquizano de Gros, debido a que estudia el grado de Psicología en el campus de Ibaeta. En ese gimnasio se ha formado un grupo «muy majo» con gente experimentada y otra que va dando pasos haciendo crecer esta disciplina a velocidad de crucero. El donostiarra Pablo Estensoro, una figura mundial de este deporte, es uno de los que llevan el grupo.
El oro de Barona en la categoría sub21 para practicantes por debajo de 60 kilos, según confiesa, «es el final y el comienzo a muchas horas de entreno y sacrificio» porque lleva practicando kárate desde los seis años cuando su padre decidió apuntarle al club Yin-Yang de Vitoria. «Me enganchó desde el principio. Es una disciplina que te autorrealiza constantemente y te ayuda a desconectar», admite.
Esta donostiarra de adopción practica una variante del kárate llamada kyokushinkay, cuya filosofía es la mejora personal mediante el control de la mente y el cuerpo. Kyoku significa lo más alto; shin, la verdad o realidad; y kai, juntarse, asociarse. Se necesita tiempo para comprender totalmente su significado. «Es un estilo de vida, con unos rituales únicos y que enseña unos valores que son muy enriquecedores». Según explica Barona, aunque éste sea un deporte de contacto, el aspecto mental tiene más importancia incluso que el físico «porque es un duelo uno a uno y ambas sabemos que solo uno va a ser la ganadora. Esto obliga, además de ser fuerte físicamente, a ser fuerte de mente y saber gestionar ese tipo de situaciones».
Llevar tantos años entrenando en este deporte y haberlo convertido en parte de su rutina ha sido una de las claves para lograr la medalla de oro en Alemania. «Nunca he parado de practicar este deporte y por fin se ha visto reflejado», celebra.
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