Es un absoluto orgullo para todos lo que ha conseguido Clara. No solo estamos satisfechos con la victoria de ayer, sino que el propio hito ... que supone su participación en los Juegos Olímpicos hace que se nos llene el pecho con una intensa emoción. El sueño de Clara Azurmendi de ser olímpica pudo cumplirse y estamos muy contentos de haber podido aportar nuestro granito de arena.
Todavía recordamos los tiempos en los que era una niña. Creció en el club Aldapeta de San Sebastián y entrenó con nosotros en su etapa de sub-13 y de sub-15. Ya entonces se le veía con unas posibilidades inmensas y un gran futuro. Clara es una chica que sigue con los pies en la tierra, con la que mantengo una gran relación y que me parece una persona excepcional, lo que hace que me alegre aún más por todo lo que está pasando.
Cuando fui a Pekin en 2008 la realidad de nuestro deporte era otra completamente distinta. El mero hecho de clasificarse para unos Juegos era algo histórico. Muchos no sabían ni lo que era el bádminton, ahora es raro que alguien no conozca esta disciplina. Si decías que jugabas a bádminton era posible que te preguntasen a ver «qué era eso». Ahora venimos un oro y no hace falta explicarlo. «Ah, lo que hace Carolina».
Poniéndome en el lugar de Clara, me imagino que para ella ganar un partido en unos Juegos ha debido de ser igual de emocionante que para mí cuando lo hice hace ya trece años. Adesokan no le pudo plantar cara. En su debut también le vi muy bien y el marcador (21-13, 21-8) no reflejó lo que realmente fue el partido. Hubo muchos rallys largos y hubo más chicha de lo que plasma el resultado.
Hay que recordar que Clara no está en Tokio solo porque Carolina Marín esté lesionada. Si ella no hubiese estado en una posición tan alta en el ránking no se hubiese clasificado por mucho que Carolina no pudiera estar. Clara Azurmendi ha estado donde tenía que estar, se lo ha merecido.
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