Oyarzabal, Merino y Zubimendi: liderazgo, clase e inteligencia
Del eibartarra muchos destacan su capacidad de no desfallecer nunca, del navarro su fortaleza y su elegancia con el balón en los pies, y del donostiarra su temple y destreza para jugar y hacer jugar
Mikel Oyarzabal, Mikel Merino y Martín Zubimendi han vivido este sábado con la medalla olímpica de plata conseguida con la selección española en Tokio un antes y un después en sus carreras. En estas líneas ahondamos en la personalidad y en las aptitudes deportivas de los tres jugadores de la Real Sociedad, quienes ya han pasado a la historia de los Juegos Olímpicos, a pesar de la amargura de la derrota ante Brasil.
Mikel Oyarzabal
La mirada de hielo del '10' txuri-urdin
Los que iban a Zubieta todos los fines de semana allá por 2012, 2013 y 2014 sabían algunas cosas que el grueso de la afición de la Real Sociedad no: que había un chaval de Eibar que era buenísimo. Y además, era uno de esos con la cabeza muy bien amueblada. Hablamos de Mikel Oyarzabal (Eibar, 1997). David Moyes le pidió a Loren en el verano de 2015, antes de comenzar la pretemporada, que le presentase a los juveniles que más proyección tenían del club. El exdirector deportivo habló con el entrenador escocés sobre dos chavales de 18 años. Uno de ellos, el '10' de la Real en estos momentos. El otro, Igor Zubeldia, el '5'. Sobran las palabras.
Cuentan de él, de Oyarzabal, los que le conocen que es un chico normal y corriente. No hay mayor secreto. Un súperdotado deportivamente hablando, pero un guipuzcoano más de 24 años. Amigo de sus amigos, cercano y atento con la familia. En el campo, eso sí, es un depredador. Un líder nato, el referente que se lanza de cabeza a todas las guerras en las que su equipo debe dar la cara. El chico que se encaró con una leyenda del fútbol mundial como Sergio Ramos con solo 19 años. El defensa de Camas no daba crédito, y el aficionado realista tampoco. ¿Qué hace un chaval de la cantera cantándole las cuarenta al capitán del Real Madrid?
Esta última solo es una anécdota que refleja el carácter y la personalidad de un futbolista que, más allá del perfil psicológico, cuenta con una excelsa calidad para jugar a este deporte. Temple, visión de juego, tenacidad, llegada al área rival, olfato de gol, golpeo, resistencia física... lo tiene todo para marcar una época en la Real, si no es que no lo ha hecho ya. Y ahora es medallista olímpico. Otro milagro más de la factoría de Zubieta.
Mikel Merino
'El Conde' ha vuelto
Poco hay que decir de un futbolista que siendo aún de categoría juvenil se echó a su equipo, Osasuna, a las espaldas. Y lo hizo además en el infierno de Segunda. Mikel Merino (Pamplona, 1996), producto de Tajonar, se formó como futbolista en el club navarro, pero tuvo que dar unas cuantas vueltas en la vida hasta caer en Gipuzkoa. En la Real Sociedad, a donde llegó en el verano de 2018 después de dos temporadas irregulares en Alemania e Inglaterra, se ha convertido en un todo-campista de nivel mundial.
Con 18 años recién cumplidos jugó su primer partido con Osasuna, y una temporada después fue el hombre clave del ascenso a Primera de los navarros. Hijo también de futbolista profesional -Ángel Miguel Merino-, el '8' realista ha sido uno de los pilares de esta selección española que ha hecho historia en los Juegos Olímpicos de Tokio. El capitán de un grupo de jóvenes talentos. Su guía. A la afición de la Real Sociedad ya la enamoró cuando se supo que jugó la final de la Copa del Rey infiltrado hasta las cejas. Ese sacrificio le costó no ir a la Eurocopa, y hay trenes que solo pasan una vez en la vida.
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Merino, que cayó de pie en el vestuario txuri-urdin, destaca por ser un portento físico. Pero más allá de un cuerpo diseñado para la élite del deporte, el centrocampista navarro tiene una zurda de muchos quilates y una visión de juego que hace que pueda dar pases que el común de los mortales ni llega a imaginar. El apodo de 'El Conde' le viene como anillo al dedo, porque destila elegancia por todos sus poros. Hace 10 años se fichó a McDonald Mariga con la intención de tener, por fin, un 'box-to-box'. Resulta que no había que irse tan lejos, que en Navarra había todo-terrenos buenos, bonitos y baratos.
Martín Zubimendi
El nuevo mariscal de la Real
Para Martín Zubimendi (Donostia, 1999) no ha sido nada fácil llegar hasta donde está en estos momentos. El genial centrocampista donostiarra, que lo hace todo bien y con tanta naturalidad, estaba, no hace mucho tiempo, preocupado por su futuro. Con la mosca detrás de la oreja. La presencia de Asier Illarramendi e Igor Zubeldia en el primer equipo, más la irrupción de Ander Guevara, le dejaban a él como el cuarto mediocentro posicional -en potencia- de la plantilla. Pero cuando uno cree en sus posibilidades, a veces los sueños se cumplen.
Varios factores confluyeron en la efímera pero exitosa carrera de Zubimendi, al que aún le quedan muchísimos kilómetros por recorrer. El primero, y más importante, la desgracia de Asier Illarramendi con las lesiones. El segundo, estar en el momento y en el lugar oportunos -tras el confinamiento, en verano de 2020-. El tercero, aprovechar que Zubeldia había sido reciclado para jugar en la zaga. Y el cuarto, que es buenísimo. Hoy en día la fotografía del once inicial txuri-urdin no se entiende sin él en la sala de máquinas. El que quiera su puesto, tendrá que sudar mucho.
Lo que más sorprende de su fútbol es la calma con la que hace todo. Rara vez en este último año y medio se le ha visto nervioso sobre el verde. Quizás un poco el día de su debut, en abril de 2019 contra el Getafe en Anoeta. Lo normal cuando te estrenas en Primera. Antes ya había debutado en Segunda B en su segundo año de juvenil, de la mano de Imanol Alguacil. El de Orio le conoce muy bien. Es un centrocampista que destaca por ser un reloj suizo: no falla. Tácticamente sublime. Sin balón es un perro de presa con un físico potente que le permite ser muy competitivo en el cuerpo a cuerpo y en el juego aéreo. «Chuta más» le dijo su compañero Marco Asensio el otro día por las redes sociales. Como le de por meter goles...
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