Ovación merecida

A partir del segundo acto, Rudy Fernández y Reyes remontaron. Un aita aleccionaba a su hijo tras ver como el veterano pívot hacía bailar a Agbelese: «Mira el 9, que ni corre ni salta y ya lleva 8 puntos». Sin Dani Pérez, el Delteco tuvo que desdoblarse. Oroz y Beraza regalaban intensidad y algunas revoluciones de más. Swing le ponía salsa.

El Delteco resistía el pulso a un equipo que multiplica por diez su presupuesto. Y llegó Carroll, desde Azerbayán, para vestirse de estrella y ponerle fuegos artificiales a la resaca del día de San Sebastián. Infalible, indefendible. Disparó las diferencias con una clase magistral de cómo ganar un metro, cargar y acertar. Un espectáculo casi tan grande como el despliegue físico del Delteco, que no bajó la cabeza en ningún momento. Para muestra, una fogosa lucha por el rebote que lanzó a Agbelese fuera de la pista hacia una pareja de ertzainas sentados, a los que evitó saltándoles como una pantera.

El GBC volvió a la carga, con un Chery espectacular. Un triple de Van Lacke apretó el partido a ocho puntos con Illunbe volcado. La garra y la lucha permitían segundas oportunidades. Norel elevaba la adrenalina. Era soñar y luchar. Se quedó en un sueño en el que hasta Mikel Sanz pudo paticipar. Un gran Delteco cayó. Una gran ovación les premió.