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Es importante ir a tirar antes del partido. Muchos equipos rehusan hacerlo, sobre todo los grandes que suelen llegar apurados de tiempo o de un ... viaje largo. Pero el Bilbao Basket no. Tuvo tres semanas para preparar el partido y decidió ir a tirar ayer por la mañana. Mumbrú hubiera preferido darse un paseo por la Bella Easo por la mañana, estirar las piernas, asomarse un rato a la barandilla de La Concha... pero no. Su plan era claro y había que ir a tirar a Illunbe. Pasar un poco de frío, desentumecer músculos, probar los aros y el bote de balón para que todo estuviera perfecto a las nueve menos cuarto de la noche.
Y ciertamente el Bilbao Basket hizo honor a la famosa frase de John McEnroe, «La bola entró», al reclamar al juez Ted James una pelota dudosa a su favor durante un partido de primera ronda del Torneo de Wimbledon. Una frase de un ya lejano 1981 que se popularizó, que se empleó incluso en publicidad, para unas cuchillas de afeitar.
No porque un balón botara fuera como reclamó en su tiempo el genio de la raqueta, sino que los visitantes de Illunbe se hincharon a meterla por el aro. Y de tres puntos, lo que fastidia un poco más. Los porcentajes de lanzamiento de los jugadores bilbaínos rozaron la perfección. 14 aciertos de 22 intentos desde más allá del arco. Un 63% de efectividad, algo clave en un encuentro entre los dos últimos de la tabla.
El Acunsa GBC se topó con un huracán en la efectividad. No pudo parar a Ondrej Balvin, 17 puntos, siete rebotes, un tapón y 26 de valoración, y cuando el checo estaba en el banco o no le llegaban balones, sus compañeros en el perímetro se encargaron del resto. Hakanson, pleno en triples, cinco de cinco, y Brown, tres de cuatro. Ni acordarse de la baja de Rouselle.
El equipo guipuzcoano no pudo devolver ningún golpe a los McEnroe de Bilbao. Lo intentó, y con todas las fuerzas, porque ayer era un partido de doble valor. El Estudiantes cayó en la sesión de tarde y el caramelo estaba ahí. En la puerta de Illunbe. Ganar a los hombres de negro hubiera significado salir de los puestos de descenso y colarle tres encuentros de diferencia a los de Mumbrú, si la victoria era por más de un punto de diferencia. Pero no. El Bilbao Basket había ido a tirar y quién sabe si con una tenazas agrandaron los aros. Su porcentaje fue paranormal.
El Acunsa GBC se repuso a la lesión de Echenique, precisamente en Bilbao, y a tres tiros fallados para ganar. Ayer, los vizcaínos hicieron lo propio ante la ausencia de su base titular. La depresión va por barrios y ayer el Acunsa GBC dejó una enorme oportunidad de sumar. La diferencia no es importante porque aunque hubiera caído por un punto, el averaje ya había cogido el ticket en el peaje de Zarautz. Se iba camino de Bilbao.
Las caras de los jugadores guipuzcoanos era el reflejo del alma. Yo tiro y da en el hierro. Ellos tiran y suena el 'swish' de la red. A otra cosa mariposa. Y eso que de veinte, 38-58 (min. 25) pasaron a tener una desventaja de nueve, 59-68 (min. 32). Nada. Tres triples seguidos para poner otra vez tierra de por medio.
El tesón de Oroz, roto por una subida de bola en su gemelo. El corazón de la hinchada del GBC, herido por perder el derbi y volver a caer por más de veinte puntos. Mañana saldrá el sol y la semana que viene aguarda el Fuenlabrada. Esto no para. Hay que devolver todos los golpes, cuanto antes. A pesar de que esté McEnroe enfrente.
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