Froome celebra su triunfo durante la etapa de ayer.
EL PERFIL DEL MAILLOT AMARILLO

A Chris Froome le costó imponerse en un Sky que vivió por y para Wiggins

Ha corrido a pie, se ha caído dos veces, se ha pegado con una moto, ha atacado bajando y ahí está, en lo más alto de los Campos Elíseos

BENITO URRABURU

Lunes, 25 de julio 2016, 07:54

El paso del tiempo, la experiencia, han modelado el carácter de un Chris Froome que da toda la impresión de que ha trabajado con un ... psicólogo, con una persona que le ha hecho ver lo que es realmente importante en un ciclista de alta competición, además de ganar, por supuesto.

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Hay que volver a recordar que tuvo en sus piernas ganar una Vuelta a España y un Tour de los que se seguirá acordando mucho tiempo puesto que los sintió muy cerca. Froome ha ganado un Tour en el que ha hecho de todo.

Desde correr cerca de doscientos metros a pie, esa es la medida que dan de su escalada en el Mont-Ventoux, pasando por su tortazo y correspondiente caída con una moto, hasta la que tuvo antes de la llegada a Mont-Saint-Gervais, sin olvidarnos del descenso del Peyresourde a Bagaéres-de-Luchon, o de su ataque con Peter Sagan, Bodnar y Geraint Thomas camino de Montpellier o de las contrarrelojs que ha disputado, de las que ganó la última.

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Habla el maillot amarillo de un Tour «en la montaña rusa», por todas las cosas que han pasado, que son muchas. También hay que citar el 'favor' que le hicieron al darle el mismo tiempo que Mollema y Porte en un Mont-Ventoux diezmado. Nos quedamos sin saber el tiempo que hubiera podido conseguir si se hubiesen disputado los seis kilómetros que le faltaron.

Ha arreglado prácticamente del todo su amor-odio con la afición francesa a pesar de que en el Mont-Ventoux, cuando subió al podio, escuchó algunos silbidos. El público le ha tratado mejor y ha hecho esfuerzos por dejarse querer. Permitió que la autobiografía, 'Mi ascensión' fuese traducida al francés antes del inicio de la carrera.

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También ha respondido en francés e incluso ha roto muchos de los esquemas en los que siempre se ha movido el Sky, que ha sido un grupo muy hermético.

El año pasado pronunció una frase que define sus pensamientos: «No estoy aquí para convencer a todo el mundo, sino para ganar el Tour». Han desaparecido todas las sospechas que había sobre él en asuntos de dopaje, que se convirtieron en una pregunta recurrente en todas sus comparencias ante la prensa en 2015, como le pasó a Vincenzo Nibali un año antes.

En su libro explica situaciones que le ha tocado vivir dentro del Sky. En 2011 estuvo a punto de marcharse a otra formación porque consideraba que su salario no era justo. Luego llegaría su sumisión a Wiggins en el Tour. Uno era inglés y el otro también... pero había nacido en Kenia.

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Más tarde no llegó a comprender porque el Sky no fichaba a mejores corredores, como Tony Martin, por ejemplo, y le seguía pagando cinco millones de euros a Bradley Wiggins. La retirada de este le aportó mucha tranquilidad a Froome en todos los sentidos. Tanta que lleva ya tres Tour ganados. Además de su mujer, sus hombres claves son Tim Kerrison, su preparador, que llegó del mundo de la natación y el remo y que controla el trabajo de todos los preparadores del Sky y que se encarga en exclusiva de Froome. Tiene un masajista y un osteópata solo para él, el primero un eslovaco, David Rozman, y Nathan Thomas. Y luego está Dave Brailsford, que creó el equipo Sky en 2010 después de llevar la pista británica al máximo nivel mundial, y también su director, Nicolás Portal.

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