A Lecce el tren no siempre llega a la hora
Casper van Uden se impone a Kooij en un sprint sin jerraquías, mientras Roglic recorta dos segundos a Pedersen con las bonificaciones
Luca Corsi
Martes, 13 de mayo 2025
Lecce es un exceso. Está tan lejos de todo, tan en el tacón de la bota, que si se agudiza el oído se oye hablar ... griego. Tan aislada, que creó su propio estilo barroco, distinto al de Roma. Un abigarramiento de palacios, iglesias, retablos ornamentados con frutas, aves, hortalizas, animales domésticos, querubines, guirnaldas y seres mitológicos. Todo tallado en una piedra blanca tan suave como la miga de pan, extraída de las canteras de casa. En las columnas de las iglesias se ven conchas y fósiles incrustados, porque Lecce estuvo bajo las aguas del mar. Una virguería. Está tan lejos, que los trenes no siempre llegan a la hora.
El ciclismo ha cambiado en veinte años. En 2003, los 'trenos' de Petacchi y Cipollini entraron a la ciudad a sesenta por hora, ordenados en rigurosa jerarquía, imponiendo disciplina al resto del pelotón. La volata, suerte suprema del ciclismo y una de las bellas artes, era cosa de los dos colosos y nadie podía osar siquiera meterse en la disputa. El sprint de este martes fue anárquico, por la ausencia de jefes. Ganó el neerlandés Casper van Uden (Picnic), que se impuso a sus compatriotas Olav Kooij (Visma) y Maikel Zijlaard (Tudor). Tres calvinistas en la cuna del barroco, el estilo que inventaron los Papas para combatir la Reforma protestante. Propaganda a base de mármol, oro y piedras preciosas. En Lecce el asunto se elevó hasta lo inverosímil.
El caso es que ganó Van Uden en un sprint sin jerarquías, que le bastó a Mads Pedersen (Lidl-Trek) para conservar la maglia rosa. Es la quinta victoria de su carrera, a los 23 años, ofrece un respiro al equipo Picnic en su lucha por la permanencia, amenazado por la pujanza del Astana.No hubo cambios en la general.
Este miércoles, a las cuevas de Matera
Italia es inagotable y por tanto el Giro es inagotable. Si este martes la etapa salió de los alucinantes 'trulli' de Alberobello, modestísimas construcciones rurales de planta circular con muros de mampostería coronados por una cubierta de forma cónica, la carrera llega el miércoles a Matera, increíble ciudad de cuevas excavadas en la piedra en la vecina región de Basilicata.
Un final difícil, en subida constante, que eliminará a los velocistas puros y que exigirá a Pedersen para conservar el liderato. Primoz Roglic (Red Bull-Bora) le recortó dos segundos al líder con las bonificaciones y está a siete en la general.
Los últimos tres kilómetros tienen una rampa al 10% que da paso a varias avenidas urbanas, primero en ligera bajada y luego en subida hasta la meta. En el último kilómetro hay dos curvas hacia la izquierda, que conducen a la recta final de 300 metros, todo en ligera subida.
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