Alfredo Binda. El primero en ganar cinco Giros. Como seleccionador también fue una leyenda.

Una cosa estrafalaria y absurda

El Giro de Italia celebra desde el viernes la edición número cien de una carrera legendaria, marcada por sus grandes campeones y sus increíbles hazañas

IÑAKI IZQUIERDO

Domingo, 30 de abril 2017, 09:28

«¿Sirve de algo una cosa tan estrafalaria y absurda como dar la vuelta a Italia en bicicleta?», se preguntaba en una de sus últimas crónicas del Giro de 1949 Dino Buzzati, enviado especial del Corriere della Sera. Su respuesta no admite dudas: «Por supuesto que sí: es una de las últimas provincias de la fantasía, un baluarte del romanticismo, que, sitiado por las sórdidas fuerzas del progreso, se niega a darse por vencido».

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  • victorias

  • Alfredo Binda (1925, 1927, 1928, 1929 y 1933), Fausto Coppi (1940, 1947, 1949, 1952 y 1953) y Eddy Merckx (1968, 1970, 1972, 1973 y 1974) comparten el récord de triunfos absolutos. Coppi es el ganador más joven (20 años, 8 meses y 25 días).

  • etapas

  • ganó Mario Cipollini, que en 2003 batió la marca de 41 de Alfredo Binda, quien conserva el récord de más victorias en una misma edición (12 en 1927) y más etapas seguidas ganadas (8 en 1929).

  • días con la maglia rosa

  • corrió Eddy Merckx, 12 más que Binda y 27 más que Francesco Moser. Miguel Indurain la llevó 29 días; Paco Galdos, 9; Abraham Olano y Beñat Intxausti, uno.

  • triunfos italianos

  • Los ciclistas locales copan el palmarés. Les siguen los belgas (7 triunfos finales) y los franceses (6). Indurain ganó dos (1992 y 1993) y Contador, otros dos (2008 y 2015).

  • etapas guipuzcoanas

  • Santi Lazkano (1974), Txomin Perurena (1971 y 1975), Miguel Mari Lasa (1970, 1972 y 1981), Juanma Garate (2006) y Jon Izagirre (2012).

Aquella edición fue la mejor de la historia, la de Fausto Coppi volando en solitario por los Alpes mientras Mario Ferretti cantaba en el micrófono de la Rai aquello de un hombre solo al comando. «Un uomo solo è al comando; la sua maglia è bianco-celeste; il suo nome è Fausto Coppi». Con toda seguridad, el momento culminante de la historia del Giro de Italia, que este año celebra su edición número cien. La salida se dará el viernes en la Cerdeña de Fabio Aru y Antonio Gramsci.

A las tres menos siete minutos de la madrugada del 13 de mayo de 1909, el primer Giro de Italia salía de la vía Monza de Milán. Desde ese día, 261 ciclistas han tenido el privilegio de traer hasta aquí la maglia rosa sobre sus espaldas.

La historia del Giro es la historia de Italia. Es la historia de Italia de una forma opuesta a la que el Tour lo es de Francia. Con el Tour, Francia se exhibe al mundo. El Giro explica Italia a sí misma. Es la narración de un país en construcción que nunca se ha tomado en serio su unidad aunque está lleno de estatuas de Garibaldi. Cada región habla su dialecto, cocina la pasta a su manera y las diferencias sociales, económicas y paisajísticas son tan extremas como las que distancian los templos griegos de Sicilia de las cúpulas tirolesas de las iglesias de Bolzano.

Los más grandes

El Giro es una carrera de leyenda, forjada por los grandes campeones y los grandes cronistas. Establecieron el canon en 1949 Buzzati en el Corriere e Italo Calvino en L'Humanitá. Los dos cantaron las hazañas del campionissimo Coppi. Nunca se ha vuelto a reunir tanto talento sobre el asfalto y detrás de la máquina de escribir.

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Coppi es el más grande entre los grandes de la historia del Giro, pero no el primero. Luigi Ganna se adjudicó la edición inaugural en 1909, pero el primer gran campeón fue Alfredo Binda, ganador de cinco ediciones entre 1925 y 1933. Un récord que sigue vigente: solo Fausto Coppi y Eddy Merckx han conseguido igualar esa marca. De todos los corredores que tomarán la salida el viernes en Alghero, Vincenzo Nibali es el único que puede entrar en la historia. Si gana, sumará tres Giros, los mismos que Giovanni Brunero, Gino Bartali, Fiorenzo Magni, Felice Gimondi y Bernard Hinault.

Binda fue el campeón de entreguerras. Su dominio era tal que en 1930 la organización le llegó a pagar todos los premios para que no corriera. Después, fue el director técnico de la nazionale azzurra, la selección, y el encargado de poner paz entre Coppi y Bartali.

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La de ambos es, quizá, la mayor rivalidad de la historia del Giro de Italia. Eran personajes antagónicos. Coppi, piamontés, liberal, ateo, el 'campionissimo'; Bartali, toscano, conservador, católico, el 'fraile volador'. Las dos Italias.

La II Guerra Mundial frenó sus carreras. Ambos ganaron el Giro antes del conflicto (Bartali en 1936 y 1937 y Coppi en 1940) y los dos volvieron a ganar después. ¿Qué palmarés habrían acumulado estos dos gigantes si el Giro no se hubiera dejado de correr entre 1941 y 1945?

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Coppi tuvo una muerte de película, a los 40 años tras contraer la malaria en una cacería en África. El funeral en su pueblo, Castelania, aún se recuerda hoy.

Bartali murió de viejo. Se llevó un secreto a la tumba. Un gran secreto. Durante la II Guerra Mundial, en plena ocupación nazi de Italia, en sus entrenamientos se dedicaba a transportar documentación oculta en los tubos de su bicicleta para salvar a judíos italianos de ser enviados a los campos de concentración. Salía de su casa de Florencia y pedaleaba hasta la abadía de San Francisco, en Asís, donde se falsificaban esos documentos. Los recogía y regresaba a casa, pasando por Arezzo. En los controles, los soldados saludaban a Bartali, ya muy famoso por entonces, y él devolvía el saludo y pasaba como si nada. Salvó a cientos de personas y nunca dijo nada. Años después de su muerte, su hijo encontró datos de estos viajes al poner en orden las cosas de su padre.

Infinitos campeones

Contemporáneo de ambos fue Fiorenzo Magni. Habría sido un grande entre los grandes en otra época. Pese a competir con Coppi y Bartali, ganó tres Giros, también antes y después de la guerra. Fascista convencido, su imagen sujetando con los dientes una cuerda atada al manillar para poder terminar el Giro de 1956 con la clavícula rota pasó a la historia.

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Aquella fue la época heroica del Giro, pero la corsa rosa siempre ha tenido sus campeones, una lista infinita. Llegó el luxemburgués Charly Gaul, el ángel del Bondone, que conquistó la montaña trentina bajo una nevada increíble. Por supuesto, no faltó la elegancia de Jacques Anquetil, el primero en ganar Vuelta Giro y Tour. Tras Adorni y Motta llegó la época de Felice Gimondi y Eddy Merckx. Tres Giros para el bergamasco y cinco para el belga; los dos, ganadores de las tres grandes.

Merckx también demostró en Italia la infinita superioridad del mejor ciclista de la historia, pero allí fue uno de los lugares donde más sufrió, por culpa de José Manuel Fuente. El Tarangu le volvía loco con su estilo anárquico, frente al método del belga. El asturiano tuvo contra las cuerdas al 'Caníbal' en 1972, cuando le martirizó a base de ataques en los Alpes, antes de una de sus legendarias pájaras. Algo similar sucedió dos años más tarde.

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Las dos Italias, otra vez

A finales de los setenta se vivió en el Giro una época estrictamente italiana, en la manera que es italiano el festival de la canción de San Remo. Imposible de entender en toda su magnitud para un extranjero. Giuseppe Saronni y Francesco Moser se encontraron frente a frente en la edición de 1979. Hecha a la medida del trentino, el piamontés Saronni se llevó la carrera con solo 21 años. Para la ocasión, el Giro había suavizado el recorrido de un modo inverosímil.

El desembarco de Bernard Hinault en Italia cortó la racha, pero la organización, en otra maniobra italiana al cien por cien, volvió a diseñar un Giro casi llano. En el libro de ruta aparecían los puertos y pasaban por el túnel. Los corredores extranjeros no entendían nada y Moser y Saronni ganaron las ediciones de 1983 y 1984.

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Con el mismo menú, en 1985 Hinault hizo como en la París-Roubaix de 1981. Odiaba la carrera pero sabía que debía ganarla al menos una vez. Fue, la ganó y no volvió. Ese año fue a Italia y en un Giro llano hasta la desesperación para que ganase Moser, se hizo con su tercera y última victoria. Unos meses después ganó su quinto Tour.

Más tarde llegó Indurain y se llevó dos con su puntualidad habitual. En los últimos años, el Giro ha estado marcado por la montaña. Por la dureza y la majestuosidad de sus cimas y por la tragedia de Marco Pantani, el último gran ídolo. Un ídolo caído.

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¿Tiene sentido todo esto? Desde luego que no. Es estrafalario y absurdo. Una auténtica maravilla.

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