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Beñardo García y Juantxo Villarreal besan la Copa de Europa sobre la cancha del Dom Sportova de Zagreb. Lusa

Cuando fuimos los mejores

Iraitz Vázquez

San Sebastián

Miércoles, 22 de abril 2020, 10:43

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No les voy a engañar. Mis recuerdos de lo que pasó hace 25 años son muy vagos. Una casqueta de un crío de cinco años porque sus padres no le dejan ir a la plaza San Juan a recibir a los héroes de Artaleku, y poco más. Pero la gesta lograda por los gladiadores comandados por Juantxo Villarreal aún nos pone los pelos de punta a un buen puñado de irundarras. Marcó a más de una generación que seguimos con pasión todo lo que sea azul y amarillo.

Estos días han servido para desempolvar recuerdos que habían quedado guardados en el cajón de la nostalgia. Ese balón firmado por la plantilla que puso el nombre de Irun en lo más alto, un pin y un póster inmortalizan la época en la que la ciudad se envolvía en un dulce aroma a chocolate. ¡Ay, esas monedas que lanzaban desde la cancha a las gradas!

Probablemente ni en los mejores sueños del presidente Beñardo García cabía la posibilidad de que un pequeño reducto guipuzcoano lograra luchar cara a cara con los mayores emperados europeos. Y encima conquistar terreno que era propiedad de los más poderosos. Sus peripecias para conseguir las primas lo dejan claro. Fuimos los mejores de Europa.

Pero de los recuerdos no se vive. Ahora el Bidasoa-Irun se encuentra en un proceso de crecimiento tras años de penuria. La afición ha vuelto a vibrar dos décadas después como nunca con su equipo en la máxima competición europea. Una defensa férrea y un contragolpe fulminante -a qué me recordará esto- han hecho que el equipo de Jacobo Cuétara nos haya transportado a aquellos maravillosos años. Gente que no había pisado Artaleku desde los años gloriosos lo ha vuelto. Y es que estos chavales nos hacen disfrutar. Hemos rejuvenecido 25 años.

Y ese es el reto del equipo comandado por el presidente Gurutz Aginagalde. Mantener viva la llama que se ha prendido durante estos últimos meses. El maldito coronavirus no nos va a dejar disfrutar de un final de año que se presumía apasionante en la lucha por los puestos europeos. Quién nos lo hubiera dicho hace apenas cuatro años...

Pero a pesar de este revés, lo mejor aún está por llegar. La vuelta del hijo pródigo a Artaleku es de las mejores noticias que ha podido recibir la entidad. Julen Aginagalde aterrizará de nuevo en Irun como uno de los mejores jugadores del mundo. Y no será para sentarse en la grada. Esta vez luchará en la pista con la camiseta del Bidasoa. Un sueño que para muchos se hará realidad. Sobre él y sobre los jóvenes valores con los que tiene la actual plantilla debe pivotar el futuro. Mejor maestro no van a tener. Quién sabe si dentro de unos años volvemos a estar impacientes en la plaza San Juan a la espera de la llegada de un trofeo. Esa vez prometo estar entre el gentío. Soñar, dicen, es gratis.

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Bidasoa-Irun: cuando fuimos los mejores