El líder de la Bundesliga dejó su sello en Irun

En la temporada 1987-1988, Elgorriaga Bidasoa cerró de forma abrupta su primera participación en competición europea, al recibir un sonrojante 22-7 en su visita al Tusem Essen. Desde entonces, el club irundarra ha tenido más rivales alemanes que de ningún otro país y muy pocas alegrías, más bien al contrario. Son once enfrentamientos y solo salieron bien dos, en las temporadas en las que los irundarras llegaron a la final de la Copa de Europa.

Este martes lo más normal era que el Bidasoa Irun perdiera contra el Fuchse Berlin, hasta que lo hiciera por mucho, pero incluso con esas premisas llamaba la atención el 20-34 que mostraba el marcador en el minuto 40.

El equipo irundarra había entrado con buen pie en el partido (1-0 y 2-1) pero pronto se vio la realidad y la diferencia entre los dos bandos. Mientras al Bidasoa Irun le costaba mucho atacar, el Fuchse Berlin conseguía goles con facilidad y rapidez, de manera que en cinco minutos se produjo un parcial de 1-6 que obligó a Jacobo Cuétara a pedir tiempo muerto con el 3-7 y solo siete minutos disputados.

Sin embargo, el parón no surtió efecto y se mantuvo la tendencia, en la que el Bidasoa además empezó a perder balones y el Fuchse siguió con mucha efectividad, aunque surgió Skrzyniarz, con cinco paradas desde el minuto diez hasta el descanso.

La diferencia creció hasta el 5-10 y varias veces más mostró esos cinco goles. Aprovechando dos exclusiones muy seguidas del equipo visitante, los irundarras tuvieron un momento de respiro y recuperación, cobrándose un parcial de 4-2. Parecía que lo peor había pasado y que podría haber pulso, pero entonces entró en cancha Mathias Gidsel, que había visto el primer tramo del partido desde el banquillo, y llegó el espectáculo.

El danés, uno de los cinco mejores jugadores del mundo, ofreció una exhibición de asistencias, sobre todo al pivote. En una jugada estaba agarrado por Mikel Zabala, pero tuvo la destreza de cambiar el balón de mano y, con la mala, dar un pase milimétrico a su pivote. Fue el 12-18, máxima ventaja que se mantuvo hasta el 17-23 del descanso. Gidsel no volvió a jugar tras la pausa.

Ninguna falta le hacía al equipo alemán, que en los primeros diez minutos de la reanudación se puso las botas a contraataques. Tras el 19-27, de esa guisa llegaron seis de sus siguientes siete goles, colocando en el marcador el mencionado 20-34.

Así como hasta ese momento el partido había servido para disfrutar de la calidad de un equipo que tuvo ocho jugadores en el último Mundial y es firme candidato a ganar esta competición, en el último tercio hubo motivos para alegría y aplauso de la afición local. Como el parcial de 6-0 dejando al Fuchse sin marcar durante ocho minutos, los dos penalties parados por Mehdi Harbaoui, un pase de espaldas de Rodrigo Salinas a Ander Ugarte o los dos goles del junior Xabi Barreto, que debutaba en Europa, por ejemplo. Y todo acabó con un cariñoso aplauso de los seguidores bidasotarras, valorando que, una vez tocado fondo, el tramo final del partido había servido para lavarse la herida y empezar a pensar en el partido del viernes, de nuevo en Artaleku, contra el Torrelavega. Esa sí que es la final para los de amarillo.

La derrota nada cambia en las aspiraciones del Bidasoa Irun de pasar a la siguiente fase. Para quedarse fuera de octavos de final, el equipo guipuzcoano tendría que perder sus dos últimos partidos (en la cancha del Motor Zaporozhye y en casa contra Skanderborg Aarhus) y que se dieran determinados resultados en otros partidos.