Disfrutar pese a perder

Se quedó en 32 goles, su peor marca de la actual liga, el equipo que promedia 39 por partido, que en siete de los diecienueve anteriores se había ido por encima de cuarenta y que la semana pasada ganó 46-26. Y ahí sí puede sacar pecho el Bidasoa Irun, porque estuvo notable en defensa y portería, con siete paradas de Skrzyniarz hasta el descanso y otras tantas de Harbaoui en la reanudación.

El partido había estado en el aire, pero se pudo jugar porque horas antes se había desconvocado la huelga de los trabajadores de los polideportivos. Artaleku registró un lleno y gran ambiente, con ovación final al equipo amarillo. Si los de Jacobo Cuétara juegan siempre como ayer, podrán acabar la temporada con premio.

El primer gol no llegó hasta el minuto seis y fue de penalty, obra de Hampus Wanne. La razón, sobre todo las paradas de Jakub Skrzyniarz (dos) y Gonzalo Pérez de Vargas (tres) en ese arranque, más algún otro error. Un 0-0 tan prolongado quedó en anécdota en esta época en la que tan fácilmente se marcan sesenta y hasta más goles por partido. Y más si de por medio está el Barça.

Lo que no resultó casual fue la actuación de Gonzalo Pérez de Vargas, que acumuló catorce paradas en el primer tiempo, llegando a estar en el minuto veinte en un porcentaje de acierto pocas veces o nunca visto del 71% y marchando al descanso con un 58%. El toledano retrasó hasta el minuto catorce el primer gol en jugada del Bidasoa Irun, ya que el 1-3, en el nueve, había llegado desde los siete metros. Si a toda la dificultad que supone medirse al Barça se le suma una actuación estratosférica de su portero, se acaba el partido.

La afición ya estaba mentalizada de lo difícil, casi imposible, que iba a resultar rascar algo positivo y con esas catorce paradas (una de penalty) y la ventaja que tan pronto cogió el Barça se confirmaron sus miedos. Pese a ver a su equipo por detrás en el marcador y por hasta nueve goles varias veces, la opción del público fue la de animar a los suyos y aplaudir las buenas acciones.

Un partido que va 1-8 en el minuto trece ó 6-15 en el veinticinco está virtualmente sentenciado. Con esa losa tuvo que trabajar el Bidasoa, que eligió no mirar al marcador y centrarse en lo que pasaba en el 40x20. En los minutos anteriores al descanso se permitió el lujo de sacar algunos contraataques y así consiguió que la diferencia no fuera a más. No es que el 10-18 del descanso fuera poco, pero podía haber sido peor.

En la segunda parte los dos equipos cambiaron a sus porteros. Podía ser una buena noticia para la familia bidasotarra, pero Emil Nielsen no es que sea manco precisamente. Para el minuto diez ya tenía cinco intervenciones, aunque no fue tan desquiciante como Pérez de Vargas y acabó con siete, dos de ellas de penalty.

El Bidasoa siguió a buen nivel, lo que le permitió acercarse a seis, 15-21. La defensa 5-1 incomodó al Barça y, aunque ganaba 21-28, Ortega devolvió al campo a Dika Mem y pidió tiempo muerto. Por si acaso. La inercia positiva llevó a estrechar aún más la diferencia, 24-29, pero realmente no hubo opciones de discutir el triunfo blaugrana. Si en cambio hubo un 16-14 en la segunda media hora y la satisfacción del deber cumplido.

Ahora es turno de las selecciones nacionales -con Brasil van Da Silva y Pacheco y con España junior Gorka Nieto, Furundarena, Urruzola y Mujika- y la competición volverá el 21 de marzo, con otro partidazo en Artaleku, los octavos de final de la European League contra el Sporting de Lisboa.