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Mito. El donostiarra Juanmi Alonso defiende a Drael Memorial Josean Gasca. ZEN PETROVIC DURANTE
BALONCESTO

Petrovic, Sabonis y...Josean Gasca

Aniversario. Hoy se cumplen cincuenta años de la inauguración del polideportivo Anoeta, por donde han pasado mitos del baloncesto y equipos de leyenda

Sábado, 30 de enero 2021, 07:59

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Drazen Petrovic de base, por fuera Nate Davis y Essie Hollis y por dentro Pau Gasol y Arvydas Sabonis. No es mal quinteto, ¿eh? Para gustos los colores y quizá ustedes prefieran incluir a otros jugadores como Fernando Martín, Juan Carlos Navarro, Rimas Kurtinaitis o Juan Antonio Corbalán. O míticos de nuestro territorio como Shegun Azpiazu, Santi Zabaleta, Ladis Segurola o Estanis Ubarretxena. Es lo mismo. Porque de todos sacaríamos un equipazo. No importa el contenido sino el continente.

Y hoy debe ser un día especial para todos los amantes del baloncesto en particular y del deporte en general, puesto que se cumplen cincuenta años de la inauguración del polideportivo Anoeta, conocido actualmente como polideportivo José Antonio Gasca. Esta nueva nomenclatura data del 25 de febrero de 1992, en homenaje al que fuera entrenador del Atlético San Sebastián y Askatuak. Un visionario del deporte de la canasta. Medio siglo en el que habrá habido millones de tiros a canasta, pero también otros deportes han tenido cabida como el balonmano, el fútbol sala, el hockey sala o el hockey patines, amén de otras actividades culturales, en una instalación que ahora reclama a gritos ser remozada o sustituida por otra nueva.

El 30 de enero de 1970 se inauguró el polideportivo Anoeta, que tomaba el testigo del frontón Anoeta –ahora Atano III– para albergar partidos de modalidades en sala. La placa de la instalación que preside en el acceso al mismo reza así: «Este pabellón polideportivo ha sido construido gracias a las subvenciones de la Delegación Nacional de Deportes, la Exma. Diputación Foral de Gipuzkoa, el Exmo. Ayuntamiento de San Sebastián y a la colaboración del Ministerio de Educación y Ciencia y de la Delegación Nacional de la Juventud».

Cibona y Zalgiris

A mediados de los ochenta, el memorial José Antonio Gasca, antes de que el pabellón se denominara como ahora lo conocemos, se convirtió en una cita ineludible para los seguidores del baloncesto. El Askatuak quería rendir honor y gloria al que fue su guía una década antes y para ello no escatimó recursos ni esfuerzo en contratar a los mejores de Europa. Empezó con el Baskonia, después llegó el CAI Zaragoza, más tarde fue el Real Madrid o el Joventut, hasta que en la temporada 86/87 la Cibona de Zagreb aceptó la invitación del club presidido por Iñaki Almandoz.

Un joven de 22 años con el pelo 'a lo afro' pero natural de Sibenik llamado Drazen Petrovic pisaba las tablillas del pabellón situado en el barrio de Amara. Él, y el resto del equipo por aquel entonces yugoslavo –la Guerra de los Balcanes estallaría cuatro años después– guiado por un mito como Mirko Novosel y entre los que se encontraban Zoran Cutura, Andro Knego, Alexander Petrovic (hermano de Drazen) o Danko Cvjeticanin. Todo un lujo para los amantes del baloncesto. Un equipo que llegaba después de haber ganado la Recopa al Scavolini de Pésaro. Un Dios de la canasta flotando por Anoeta. Ese dorsal 10, ese pelo rizado, pases de otra galaxia y triples inverosímiles —la línea de tres puntos estaba a 6,25 metros y su uso en Europa llevaba solo dos años– encandiló a la afición que abarrotó las gradas del polideportivo donostiarra.

Enfrente, el Askatuak reforzado en un partido-show-fiesta que hizo las delicias de niños y mayores. El resultado fue lo de menos, 103-128 para los balcánicos con 24 puntos de Drazen Petrovic, quien jugó como si el Madrid estuviera enfrente.

Tres años más tarde, Almandoz y compañía volvieron a dejar boquiabiertos a propios y extraños. No fue un Memorial Gasca, sino el partido de presentación del GK Askatuak, quien un año antes había conseguido el ascenso a la ACB. Enfrente el Zalgiris Kaunas con Sabonis, Homicius, Iovaisha, Kurtinaitis y el resto de jugadores del cuadro báltico. Otra delicia. Los imperiales 2,21 de Sabonis se deslizaban sobre el parqué como si fuera un base pero que de puntillas casi llegaba al aro. Los dioses de la canasta pisaron el Gasca. Y Josean desde arriba, sonrió.

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