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josé manuel cortizas
Jueves, 31 de mayo 2018, 09:21
El moribundo viaja entre el encefalograma plano y la actividad neurológica estable. Parece una contradicción y quizá lo sea, pero el Bilbao Basket ha iniciado una singladura por un océano de tecnicismos en busca de señales de vida. El sentido común, al que parece resistirse el club incluso tras apagarse la última llama, habla de una sola alternativa de futuro, como equipo de LEB Oro. Querían sus gestores a toda costa quemar las naves para continuar deportivamente en ACB como asidero más resistente para las medidas a adoptar, pero la eliminación en semifinales del Prat ante Melilla deja a la franquicia de Miribilla sin el único comodín con marchamo oficial, ya que los barceloneses se habían quedado solos en su anuncio de que no consumarían el ascenso en caso de conseguirlo.
Esa llama parece extinguida, pero desde la planta noble del Bilbao Basket no se deja de usar el fuelle por si reviviera de ese rescoldo aún humeante. El Breogán lucense y el ganador de la final Manresa-Melilla deberán cumplir con los requisitos establecidos por la Liga Endesa y ahí es donde estará encima el club bilbaíno con espíritu censor. Otra cosa es que llegado el caso de que uno de los citados no complete el trámite puedan los hombres de negro responder a las auditorías y condicionantes requeridos para su regreso a la ACB.
El plan B, no queda otro, sería trabajar ya en reorganizar el club para su inclusión en la Liga LEB Oro. Deportivamente los inconvenientes serían mínimos. Hablar de un presupuesto en torno a medio millón de euros para una plantilla potencialmente aspirante al ascenso no echa para atrás. El problema es cómo llegar a poder convivir con el lastre que arrastra en lo económico. Y entramos en el mundo al revés. Porque la amplificada deuda de unos 3,5 millones con Hacienda aún no ha incumplido fecha de pago aplazado alguna, aunque es cierto que a partir del vencimiento de julio el recibo foral será de unos 50.000 euros mensuales. Queda la duda de lo que sucedería si el club no hace frente a esas cuotas, dado que el montante total está avalado por Dominion, gesto que hizo el anterior, activo y generoso patrocinador antes de dejar el club para proporcionarle dos o tres años de margen de maniobra financiera al concentrar la deuda para ir limpiando los impagos a jugadores, técnicos, personal y proveedores varios.
Dentro de esas procelosas aguas jurídicas figura el modo en que retornaría la cantidad de 1,6 millones de euros, más IVA, que el Bilbao Basket tiene depositado en la ACB en concepto de fondo de ascensos y descensos. La patronal interpreta que esa devolución o liquidación tiene que entroncarse en el nuevo régimen normativo que aprobó el pasado curso para favorecer el ascenso de equipos suavizando las exigencias económicas. Así, el Burgos abrió la veda de un depósito de 1,5 millones repartidos en cuatro años, más sus correspondientes impuestos.
De ese modo, la ACB entiende que las devoluciones por descenso deben llegar idéntica reprocidad temporal, a lo que los juristas de la franquicia vizcaína se oponen en base a un argumento concluyente. Si el Bilbao Basket apoquinó ese montante íntegro en un solo pago debe recibirlo de idéntico modo.
Mientras, la entidad ha activado su estado preconcursal para evitar, entre otras cosas, responsabilidades de su actual consejo de administración en caso de que un acreedor provocara un concurso con la correspondiente intervención judicial. Pero, ¿cómo puede lidiar la franquicia con esa deuda millonaria? Es de imaginar que la respuesta, de haberla, daría para un tomo.
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