«¿El objetivo? Mejorar el crono de la ama... y disfrutar»
Kenia, nacida en 2009, es la pequeña de casa y debutará como corredora de la Behobia junto a su padre; su madre coordinará a los masajistas
El domingo, a las 10.46 horas, cuando suene el pistoletazo de salida para los primeros participantes con el dorsal blanco de la carrera, Kenia ... vivirá uno de los momentos más especiales de su vida. Prácticamente dos horas de disfrute sobre el asfalto le esperan a la pequeña de los Bermúdez Sayans, nacida en 2009 y que ahora tiene tan solo quince años. Será una de las participantes más jóvenes de la 60 edición de la Behobia-San Sebastián, una carrera que su familia vive desde dentro y de diferentes maneras, no únicamente corriendo. Sienten la prueba, la disfrutan.
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Kenia no estará sola en la línea de salida. Correrá junto a José, su aita, un participante habitual en la reina de las populares que, acompañado por Mónica, la ama, coordina la escuela de masajes BI-K de Donostia. Es la que presta servicio a miles de participantes de la Behobia cuando cruzan la línea de meta. Sus manos son mágicas para todos esos corredores que necesitan que sus piernas se recuperen tras el esfuerzo y después de correr durante los veinte kilómetros que separan Behobia del Boulevard donostiarra.
«Estoy deseando que llegue el día. Me hace mucha ilusión», confiesa la joven Kenia, remera en San Juan y deportista con todas las letras. «Estoy preparada para estrenarme. Y qué mejor manera que hacerlo junto al aita. ¡Qué ganas!».
Por supuesto, hay que buscarle un reto. Disfrutar, sí, pero seguro que también algo ronda por su cabeza. «¿Un objetivo? Quiero disfrutar la experiencia más incluso de lo que lo he hecho de los entrenamientos, que ha sido mucho. Y, claro, quiero intentar mejorar el tiempo que tiene la ama en la Behobia». En 1h56 llegó a correr su madre. ¿Fácil o difícil para la pequeña de la casa?
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«El tiempo va a ser lo de menos, pero la verdad es que le veo completamente preparada para que lo consiga», sigue su padre, con quien se lo ha pasado en grande durante la preparación. «Para mí fue precioso cuando Kenia me dijo en julio que estaba disfrutando muchísimo del tiempo que estábamos pasando juntos. Qué más puedo pedir. El deporte siempre ha sido importante para mí. Ahora hago incluso maratones, pero no hay nada más bonito que poder disfrutar junto a la familia».
Desde mayo
Empezaron con «entrenamiento específico» en mayo. «Kenia me dijo hace ya tiempo que le gustaría correrla y hacerlo conmigo. Yo sabía que llegaría el día, pero le dejé claro que tendría que prepararla a conciencia. Y así ha sido. Hemos entrenado mucho. Además, ella no viene de no hacer deporte. Es remera, y al menos tenía ya una base. La Behobia es traicionera; no hay que menospreciarla porque el recorrido no es el más sencillo». José y Kenia han corrido juntos ya en varias ocasiones la San Silvestre de Errenteria, una prueba bastante más corta. Y fue hace ocho días, en la 15K de Donostia, cuando se estrenaron en una prueba exigente. El ritmo competitivo también es importante, el ponerte un dorsal antes de que llegue el día tan señalado en el calendario.
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«Llevo 18 años corriendo la Behobia. La he hecho con mi mujer, acompañando a mi hermana... y también he buscado hacer una marca bonita. 1h17 tengo y creo que podía haberlo hecho mejor, pero no salió. Y, aunque soy consciente de que no se puede, de que no está permitido, los últimos años he empujado en un carrito a mi nieto, el hijo de mi hija Kiara, que también es fisio y fue amatxo siendo ella muy joven. Supongo que seré el abuelo que más veces ha participado junto a su nieto. 1h42 hicimos el año pasado».
7 triunfos 1980
Fue en 1980, en la segunda edición con presencia de mujeres en la Behobia, cuando María Luisa Irizar, la atleta que más veces se ha impuesto, siete, logró su primera victoria.
15 años desde la primera a la última
Desde el primer triunfo de la fondista guipuzcoana (1980) hasta el último (1995) pasaron quince años. Irizar ganó, además, las ediciones de 1983, 1984, 1985, 1993 y 1994. Es la reina de la BSS.
«Entre mis cuatro participaciones, tengo que confesar que una vez me descalificaron por salir en un cajón más adelantado al que me correspondía», recuerda Mónica, fan incondicional de Disney (le delatan sus tatuajes). «Una anécdota, porque yo en aquella edición lo que realmente quería era salir junto al grupito con el que había estado entrenando».
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«La del domingo, aunque yo no vaya a correr, tengo claro que va a ser una Behobia especial para mí también. Cuando vea que todo está bajo control en la zona de masajes, me escaparé un momento al Boulevard para verles llegar. Estaré pendiente del seguimiento online y ya le he dicho a José que me llame cuando se estén acercando», apunta Mónica, muy motivada también por el debut de su hija. «Creo, sin duda, que va a ser capaz de mejorar mi 1h56, mi mejor tiempo en la carrera».
«La he vivido como voluntaria»
A pesar de su juventud, Kenia ya sabe lo que es echar una mano en la Behobia-San Sebastián, una carrera en la que cerca de 2.000 personas echan un cable para que todo salga lo mejor posible. «Yo ya la he vivido como voluntaria», explica la pequeña de la familia. «Ahora me toca correrla. La Behobia, quizás porque he visto al aita y a la ama corriéndola, siempre me ha llamado la atención».
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«Tengo unas ganas tremendas de subir Gaintzurizketa. No sé por qué, quizás porque pienso que este es el punto más duro de la carrera, pero tengo ganas de llegar al comienzo de la subida y subir y subir», dice ilusionada.
«Hay muchos lugares por los que me apetece pasar. En realidad, me hace ilusión toda la carrera. Pero ya estoy pensando en cómo será ese momento en el que llegue al final, a los últimos metros, con todo el público aplaudiendo en la Zurriola y el Boulevard. Tiene que ser una pasada. Espero poder ver a la ama animando. Seguro que sí que consigue escaparse un rato de la zona de masajes», sigue Kenia. Que no todo sea trabajar, claro.
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«En ediciones anteriores he solido estar repartiendo agua y bebidas isotónicas a los miles de corredores que participaban. Este año me tendrán que ayudar otras personas a mí. Seguro que será especial pasar por Antxo, donde vivimos. Y también será precioso pasar junto a la carpa de Fama, la comparsa en la que bailo. Estarán animando y ayudando».
518 de veinte o menos años
La Behobia no entiende de edades. Este año, debido a las obras de remodelación del Miniestadio de Anoeta, no habrá prueba para los txikis. Pero en la línea de salida de la carrera absoluta, la de veinte kilómetros, habrá este año 518 corredores y corredoras de veinte o menos años. Es el que va desde los 26 y hasta los 30 el tramo de edad con mayor representación en la carrera, con nada más y nada menos que 5.878 inscritos.
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Sin duda alguna, una de las razones por las que el porcentaje de participación femenina no deja de crecer en carreras populares (en la Behobia será de cerca del 34% este año) es porque cada vez son más las jóvenes que, como Kenia, se animan a calzarse las zapatillas y ponerse un dorsal. La Behobia, como bien decía José, no es una carrera que haya que tomarse a broma. Es dura, exigente... pero si la preparación es la correcta, no hay barreras, independientemente del sexo de quien desee estar en la línea de salida.
La de Kenia, José y Mónica es una de las miles de historias que se vivirán el domingo en una carrera que prácticamente todos los runners quieren disfrutar al menos una vez en su vida.
Más de ochenta masajistas ayudarán a recuperar las piernas de miles de corredores
Cada año, miles de corredores que completan la Behobia-San Sebastián disfrutan del servicio de masajes que voluntarios y alumnos de la escuela BI-K ofrecen durante horas en Okendo. Coordinando a los «entre ochenta y noventa masajistas» estará Mónica Sayans, la responsable junto a José Bermúdez de la escuela. «Es un no parar desde que empiezan a llegar los primeros corredores», explica. «Calculo que unas 8.000 personas pasan el día de la carrera por nuestras manos. Solemos acabar a eso de las 15.00, cuando ya están desmontando todo. Pero es que los últimos también se merecen que les demos un masaje, ¿no?».
Mónica lleva ya cuatro años coordinando al amplio equipo con el que cuentan. Y José, cuando llegue al Boulevard junto a su hija Kenia, se pondrá manos a la obra también junto a su mujer y el resto del equipazo de voluntarios. «Los corredores que pasan por ahí, por lo general, son muy agradecidos. Estamos de media entre diez y quince minutos con cada uno».
«El año pasado vino Mireia Guarner, la ganadora, a soltar un poco las piernas. Y hemos tenido anécdotas de todo tipo», recuerda José. «Una participante francesa llegó una vez con unos calambres incontrolables. Mi mujer dando a luz puedo asegurar que chillaba bastante menos... No había forma de que parara. Tuvo que asustar a todos los que estaban esperando. Eso sí, ahora ya contamos con unos cubos grandes con agua fría y hielos para que quienes lo necesiten puedan meter ahí las piernas».
El de los masajes es un servicio gratuito que pueden disfrutar los participantes al llegar a meta.
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