No recuerdo una Behobia con tanto público. Me vienen a la memoria aquellas ediciones en las que se subrayaba el gentío que había en el ... último kilómetro. En aquellos años no había atleta de élite que no pusiera en valor el pasillo de La Zurriola a meta. Aquello es prehistoria. El paso por Errenteria y Antxo dio un impulso a la carrera. Se me escapa el motivo, seguro que ayudó el buen tiempo, pero este domingo no había un metro sin aplausos desde el barrio de Larzabal de Errenteria hasta el Boulevard. No era un pasillo, aquello era un muro. Pero es que antes, en Gaintxurizketa, Ventas e Irun, más de lo mismo. El único punto de silencio de esta Behobia fue en la bajada desde la rotonda de Gaintxurizketa a Lintzirin, allí donde se coge aire después de la subida. Pero ahí estaba el Pirata, el protagonista de la camiseta de esta edición, para calentar el ambiente con su música heavy.
La carrera goza de buena salud. Es innegable. Por hache o por be, el guipuzcoano siempre encuentra una excusa parar echarse a la calle para animar a un familiar, un amigo o un compañero de trabajo. Lo mejor es que muchos de esos aficionados que estaban animando en las cunetas eran chavales que ya tienen metida en vena la Behobia y raro será que no la quieran correrla en un futuro. Eskerrik asko por los ánimos.
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