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La pareja de actores, Paul Newman y Joanne Woodward, junto a todos sus galardones en la cocina de su casa. DV
Paul Newman, el eterno galán de los ojos azules que rechazó el Premio Donostia

Paul Newman, el eterno galán de los ojos azules que rechazó el Premio Donostia

En el centenario del nacimiento del actor que declinaba los homenajes, recordamos su negativa al Festival de Cine de San Sebastián: «Seguiré dedicándome a las flores», contestó al Zinemaldia

Iker Elduayen

San Sebastián

Miércoles, 22 de enero 2025, 06:42

Los ojos azules de Hollywood. Una mirada que le convirtió en uno de los distintivos de la industria, pese a los equívocos iniciales: algunos le confundían con Marlon Brando, su compañero de promoción en la Actor's Studio. Sin embargo, Paul Newman, quien se acabaría consagrando como uno de los mejores actores de la historia del cine, tuvo que pedir «disculpas públicas» por su pésima primera intervención en la película 'El cáliz de plata' (1954). Y quien primero fuera dependiente en una tienda de artículos deportivos, vendedor de enciclopedias a domicilio y sirviese como operador y artillero en la Segunda Guerra Mundial después, recogería 40 años después el Oscar Humanitario «en reconocimiento a labores extraordinarias en causas humanitarias», la que fuera su tercera estatuilla.

La primera, la honorífica en 1986 porque «Paul Newman no puede quedarse sin un Oscar», se quejaban los académicos. A sus 9 nominaciones -solo una victoria: por 'El color del dinero' (1986)- respondía con el 'Noscar', una figura similar al galardón hollywoodinese que, por encargo, le regaló su esposa, la actriz Joanne Woodward en compensación a todas sus derrotas. Cada vez que perdía el actor respondía posando con 'la imitación' y junto al resto de trofeos, en su cocina cuando el vencedor resultaba ser amigo o colega de profesión.

Por carta, escrita a máquina, «nos contestó diciendo que rechazaba este tipo de homenajes», contó Diego Galán

Sin embargo, en las estanterías de 'El buscavidas' faltó uno: nuestra farola, el Premio Donostia. Y no porque el Festival de Cine de San Sebastián no insistiese, sino porque el propio Newman se negó a recogerlo el día que el Zinemaldia le envió la invitación. «Nos contestó diciendo que rechazaba este tipo de homenajes», contó Diego Galán, director del certamen de 1986 a 1989 y de 1993 al 2000. Recordaba Galán que recibieron la negativa por carta «escrita a máquina vieja» donde explicaban que Joanne y él habían decidido prescindir de cualquier tipo de premio. Adjuntaron al certamen una copia de la carta que enviaron a los Clinton cuando, desde la Casa Blanca, les ofrecieron una fiesta homenaje similar: «Hemos tenido la suficiente fortuna de recibir suficientes honores 'a efectos normales'. Más sería un atracón. Hemos decidido que el truco es evitar la galopante enfermedad social llamada 'honorrea' y su hermana, a la que llamo 'filantropía ruidosa'. Espero que sean ustedes comprensivos con esta postura que nos permite sentarnos y dedicarnos a las flores».

Leyenda indomable

Pese a todos los honores, lo cierto es que su estelar carrera en la gran pantalla se fue forjando, en gran parte gracias a ser el sustito de muchos colegas que decian 'no' a muchas de las películas que ahora conforman la filmografía del actor. Aunque 'Marcado por el odio' (1956) llamó la atención de toda la industria, lo cierto es que aceptó 'El largo y cálido verano' tras las negativas de James Dean y Montgomery Clift. La disparatada 'Cortina rasgada' de Alfred Hitchcock, que coprotagonizó con Julie Andrews, era primero para Cary Grant y Anthony Perkins, y para su desgracia -no tuvo una buena relación laboral con 'el mago del suspense'- la película resultó fallida y falta de ritmo.

Para su otro gran clásico, 'La gata sobre el tejado del zinc' (1958) el 'no' de Ben Gazzara le permitió protagonizar, junto a la legendaria Elizabeth Taylor, una de las películas más crudas y elegantes de la historia del séptimo arte. Una película que, en un primer momento, se iba a rodar el blanco y negro, pero que su director Richard Brooks, decidió filmar en color para que el público no se perdiese, en un mismo plano, las miradas más bonitas de la historia del cine. Otro de los tándems más sólidos de la carrera de Newman es el que formó junto a Robert Redford, y por partida doble. La primera, en 'Dos hombres y un destino' (1969), que en un principio Redford no iba a protagonizar, pero el ahora centenario intercedió insistiendo al director George Roy Hill. Ambos volvieron a coincidir pocos años después en 'El golpe' (1973), una de las travesuras más reconfortantes de Hollywood, en la que el dúo Newman-Redford se consolidó para la historia del cine.

Su mujer, la también actriz Joanne Woodward, le fabricó el 'Noscar' para compensar todas las veces que no ganó el Oscar

La indomable leyenda del de Ohio se consolidó con su rebelde y magnifica interpretación del borracho condenado a trabajos forzados que se enfrentaba a delitos forzados y que retaba a comerse 50 huevos en 60 minutos. Puso también rostro y voz a Billy el Niño y a Buffalo Bill, no tuvo reparos en pasar del western a las carreras automovilísticas, una de sus mayores aficiones fuera de la pantalla. De hecho, esa fue la razón por la que decidió prestar su voz, a modo de colaboración especial, al clásico de Pixar 'Cars'. Y la película de animación se convirtió en la cinta más taquillera de la carrera del intérprete.

Labor humanitaria

Más allá de las pantallas, el bueno de Paul también forjó su faceta activista y filantrópica. Creó una fundación, la Scott Newman, destinada a ayudar a personas drogodependientes, en memoria y solidaridad de su hijo, fallecido por sobredosis en 1978. Incluso la marca propia de productos alimenticios, 'Newman's Own', que cuenta con salsas para platos de pasta y ensaladas fundamentalmente, donaba prácticamente todo lo recaudado a la beneficencia. En el etiquetado, el producto en cuestión con la cara ilustrada del actor -«Cuando has visto tu cara en una botella de aderezo para ensaladas, es difícil tomarte en serio a ti mismo»-.

El cálculo aproximado de donaciones en vida ascendería a los 250 millones de dólares a asociaciones y organizaciones benéficas. Patrocinó 11 campamentos infantiles en todo el mundo. Alrededor de 135.000 niños experimentaron el ocio en escenarios y parajes al aire libre. «Su corazón y su alma estaban dedicados a ayudar a hacer del mundo un lugar mejor para todos», destacaron varias voces el día de su fallecimiento. Un 26 de septiembre de 2008, en pleno Zinemaldia. En la gala de clausura de ese año se rindió tributó al actor -también honró la memoria del productor Pedro Masó, que murió tres días antes que Newman-, que vistió de luto a todo un arte en el septiembre de hace diecisiete años, de los ojos más azulados de la pantalla que, hace ya 17 años, dejaron de colorear el mundo.

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