El 26 de septiembre de 1998 fue el día más importante de la historia del Festival de Cine de San Sebastián. Para mí. Porque el ... Festival tiene su historia oficial pero luego cada uno de nosotros tiene su propia historia con el Festival.
Aquel viernes yo tenía 19 años y cogí el topo en Irún para ir al Velódromo. Lo hice tan tranquilo, que es como se coge el topo en Irún cuando no te han avisado de que está a punto de cambiarte la vida. Ese día, los hermanos Farrelly presentaban su película 'Algo pasa con Mary' ante tres mil personas, pero lo que vimos allí no fue una película. Aquello fue una catarsis colectiva. Un orgasmo de hora y media de los que sólo una comedia vista en compañía puede provocar. Lo más parecido a una orgía a lo que puede aspirar una ciudad como Donostia. Si es difícil hacer reír a tres mil personas normales a la vez, imaginaros hacer reír a tres mil guipuzcoanos. Aquello fue milagro.
Y yo, que en ese momento estaba estudiando administración y dirección de empresas, acabé escribiendo comedias.
Han pasado veintiséis años desde entonces y todo ha cambiado mucho. Yo he cambiado. El cine también lo ha hecho. Hoy en día los hermanos Farrelly ya no hacen comedias. Desde entonces, nos hemos acostumbrado poco a poco a ver las películas en la televisión de casa. O en la pantalla del móvil. Muchas veces las vemos solos. Es decir, ver películas en la vida real se ha ido convirtiendo en lo contrario que es verlas en el Velódromo.
Por eso, lo que vamos a hacer en el estreno mundial de 'Celeste' es una especie de acto de rebeldía frente a este signo de los tiempos. Mañana perpetraremos un acto vandálico para defender el cine como se veía cuando íbamos al Astoria y al Savoy. A las seis de la tarde nos juntaremos tres mil personas para mirar juntos hacia una pantalla de 400 metros cuadrados durante tres horas.
Lo de mañana en el Velódromo no es un estreno, es ser punkis en 2024.
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