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El deseo no sólo es una productora

El deseo no sólo es una productora

Aquí todos vienen con su anhelos y aspiraciones, no siempre compatibles entre sí. Por cierto, hoy el palmarés

Alberto Moyano

San Sebastián

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Sábado, 29 de septiembre 2018, 08:05

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1

El director que presenta su primera película sólo demanda una cosa: apoyo. Incondicional y total. Un apoyo formulado mediante inequívocas oraciones simples, sin subordinadas y, desde luego, sin adversativas. Con los años, si su trayectoria no prospera culpará al empedrado; si por el contrario lo hace, es posible que hable con un cierto desdén de aquella obra de juventud. Así que quien ahora la elogie desmesuradamente se quedará con su viejo entusiasmo en soledad y con la evidencia de que su criterio funciona en régimen de alquiler cuya fianza se paga en afectos de quita y pon.

2

El director veterano aspira a que se reconozca a la primera su sutileza, a que se elogie su fino pincel y a que le cuele aquello tan manido de «yo sólo planteo preguntas y me gusta que sea el espectador el que encuentre sus propias respuestas». Y las encuentra, vaya que sí. Otra cosa es que resulten de su agrado.

3

El entrevistador anhela con fervor que el entrevistado le recuerde de algún otro certamen ya remoto en el que entrevistó a diez famosos y al famoso le entrevistaron 120 periodistas. Es un poco el rollo del cliente asiduo de los prostíbulos, que va por la vida convencido de que es el cliente favorito de las lumis, tanto es el placer que les proporciona. Lo que contaba Villarejo, vaya.

4

Los espectadores desean que no haya cola o, en su defecto, encontrarse a algún conocido bien posicionado en la parrilla de entrada al Kursaal. En el circuito de la programación, la vuelta más rápida es la que consiste en salir a las once de la primera proyección en el Kursaal y ponerse a la cola para la de las doce. Cotiza alto.

5

Los productores confían -en vano- en que los espectadores y acreditados no tuiteen sus impresiones de la película apenas ha terminado la proyección. Parece mentira, pero aún quedan incautos así. Desconocen los códigos de la época: las películas se ven cuanto antes para ser el primero en brindar una opinión en público, evidentemente, en términos tajantes porque nadie hace cola para luego sentenciar que ni fu, ni fa.

6

Los fotógrafos se entregan a la ensoñación de que el ilustre invitado llega puntual al hotel y los redactores de a pie, a la de que la rueda de prensa transcurre en un clima más o menos informativo, sin necesidad de que alguien se sienta en la obligación de compartir sus reflexiones sobre la película micrófono en mano. Y que cuando el moderador pregunte: «¿Alguna cuestión más?» se haga el silencio en la sala del Kursaal.

7

El crítico sueña con seducir con sus argumentos al cinéfilo, con un palmarés que ratifique su buen criterio. El aficionado ocasional que rara vez pisa una sala de cine fuera del Festival se conforma con entender la película sin necesidad de minuciosas explicaciones.

8

Y el Festival confía plenamente en que los títulos más potentes de su selección sean reconocidos como tales por crítica y público, y los más flojos encuentren un mínimo anclaje que permita deslizar aquello de «son películas que generan opiniones muy polarizadas». Hoy el palmarés, Dios salve al jurado.

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