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1A la luz de la escaleta festivalera, quizás hubiera sido mejor inaugurar la 72 edición con alguna de las múltiples películas sobre la agonía, los cuidados paliativos y la muerte, y clausurarla con 'Emmanuelle', pero han querido los astros que la programación que empezó como un canto a Eros se convirtiera rápidamente en la consagración de Tánatos. El palmarés ha cerrado el círculo con la coronación de la única película contestada, aunque mínimamente. En cualquier caso, si Costa-Gavras dice que «tenemos que concienciarnos de la muerte e irnos con una sonrisa», supongo que podremos encajar con otra el fallo de los jurados.
2Despedimos una de las ediciones más redondas de la última década, con una Sección Oficial notable y sin títulos que hayan despertado grandes irritaciones y pataletas, y una rutilante agenda de visitantes ilustres. Ítem más: hasta hemos tenido la primera visita de la Historia de un presidente de Gobierno al Zinemaldia, amén de un importante desembarco de ministros del que, por otra parte, habría mucho que hablar. La discreción, sin embargo, se impone. Todo lo que podía salir bien ha salido aún mejor.
3Decían que las grandes estrellas llegaban ahora a los festivales con pocas ganas de dar entrevistas, ante lo cual, sólo quedaba decir: loado sea el cielo, pensé. Las razones son múltiples y el hecho de que resulte dudoso que se pueda llamar 'entrevista' al encuentro del famoso en cuestión con un pelotón de fusilamiento de siete, ocho o nueve periodistas no es la menor. Cada uno con su cuestión –que estará por ver si le da tiempo a formular–, el resultado final suele asemejarse a una charla esquizofrénica en la que las preguntas oscilan entre temas locales, filmografías ignotas, detalles irrelevantes y cómo preparó su papel.
4En un plano estrictamente profesional, estas entrevistas gospel implican largas esperas, lo cual es incomprensible porque quien fija lugar, día y hora adquiere el compromiso de la puntualidad. Digámoslo ya: hay algo muy facha en expropiarte de tu tiempo de trabajo –y en su caso, para tirarlo por el sumidero– sólo porque después de años de profesión, aún no eres capaz de estimar ni por aproximación cuáles son los tiempos de estas ruedas de entrevistas. Se dirá que la culpa es de los periodistas por someternos y será verdad, pero ya se sabe que aunque el adicto y el 'camello' dependen el uno del otro, al que le toca esperar es siempre al primero. En el otro extremo, y aunque es una de esas cosas que ya se dan por descontadas, hay que reconocer un año más la puntualidad con la que comienzan todas las proyecciones, cosa que siempre es de agradecer porque aquí sí, pero no en todos los festivales sucede así.
5Sueño con un Enric Marco festivalero, alguien que se hace pasar por crítico cinematográfico desde un pueblo perdido, que finge pasar los nueve días en el Zinemaldia sin haberlo pisado en realidad nunca y que firma las críticas cinematográficas más atinadas sin ver ni una sola película. No descarto que ya esté operando.
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