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Recientemente el Field Museum lanzó un comunicado en el que explicaba el estudio hecho por Ryan William y otros investigadores sobre la fabricación de lo que ellos llaman cerveza en el yacimiento arqueológico de Cerro Baúl, Perú. En este trabajo estudiaron las vasijas de arcilla para fabricar 'cerveza' y el contenido de sus poros, llegando al nivel molecular. A partir de sofisticados análisis concluyeron que las vasijas eran de arcilla local, y que la 'cerveza' estaba hecha de bayas de pimienta, que crecen bien incluso en sequía, lo que garantizaba un suministro constante de dicha bebida. Siento discrepar de los autores, pero si la bebida la hacían con bayas de 'Schinus molle' que era la pimienta, o falsa pimienta, más abundante en el antiguo Perú, se trataría de una fermentación de frutas con azúcares; es decir, una fermentación muy similar a la que se hace con la uva y que nosotros llamamos vino. Por lo tanto, considero que es mucho mejor llamarla vino que cerveza.

Pero cerveza o vino, una de las cosas más interesantes del trabajo es que sugieren que un flujo permanente de esa bebida logró que el imperio se mantuviera estable durante quinientos años. Se refiere al imperio wari que floreció en la costa del Pacífico de lo que hoy es Perú durante los años 600 a 1100. La fabricación de esa bebida es compleja y una vez terminada la fermentación dura muy poco, tan solo unos días, por lo que las personas que querían beberla se veían obligadas a ir a la montaña, al yacimiento de Cerro Baúl, donde estaba la fábrica. Según los autores, esas peregrinaciones en busca del vino ayudaron a mantener el imperio estable durante tantos años. Si eso es cierto, tenemos que decir que ¡viva el vino!

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