Viaje al pasado...de Txitxarro al Jazzberri
Un grupo de cuarenta personas participa en una visita guiada por las discotecas Venecia, Jazzberri y Txitxarro, templos de la música electrónica en Gipuzkoa hasta hace 20 años
Vasos rotos, botellas llenas de polvo, congeladores con telarañas... Esto es lo único que queda de las míticas discotecas que formaron parte de la famosa ruta del bakalao guipuzcoana y que este sábado una cuarentena de personas pudieron visitar en la visita guiada disco-TEKAK templos de la música electrónica en la costa guipuzcoana, promovida por BeAr Arquitects e incluida en la bienal Mugak de arquitectura.
El fundador de BeAr Arquitects, Iñigo Berasategui, actuó como guía de la visita y explicó que a pesar de que en el proyecto original se analizaron seis discotecas, para la visita se habían seleccionado solo tres: Venecia, Jazzberri y Txitxarro, las únicas que les permitieron el acceso.
La ruta en autobús salió a las diez de la mañana desde Bilbao y llegó a la discoteca Venecia, entre Mutriku y Ondarroa, sobre las once de la mañana. Berasategui explicó que «esta discoteca de estilo francés, en principio no estaba concebida para ser un local de ocio, aunque actualmente es la única donde todavía se hace alguna que otra fiesta».
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En cuanto a las aproximadamente cuarenta personas que formaron parte de esta excursión llamaba la atención la gran presencia de jóvenes que no vivieron el apogeo de la ruta. Uno de ellos, José Mari Unanue, de 26 años, confesaba que encontrar un plaza había sido «muy difícil». «Intenté inscribirme hace varios días, pero estaban todas las plazas cubiertas. Probablemente alguien avisó que no podía venir y he ocupado su lugar», comenta el joven guipuzcoano al que siempre le han llamado la atención las salas de conciertos. «Esta era una buena oportunidad para poder conocer su interior. Además mi padre tocó en Txitxarro y me daba mucha curiosidad».
A Jazzberri, en tren
A treinta minutos, en Zestoa, estaba Jazzberri, donde comenzó a sonar el 'bumping' en 1993, un estilo de música del que apenas quedan recuerdos, y donde llegaron a celebrarse sesiones con hasta 800 personas. Su ubicación junto a un apeadero de Euskotren facilitaba sobremanera la afluencia de jóvenes de localidades del entorno. «Estaba bastante bien para los que no tenían coche», explicó Berasategui, antes de advertir a los visitantes que solo se entraría a la parte de arriba de la discoteca, dado su precario estado.
«Era una buena oportunidad para conocer el interior de las salas. Mi padre tocó en una y me daba curiosidad»
José Mari Unanue
Visitante
Una vez dentro, los visitantes emocionados, como si de una aventura se tratase, encendieron las linternas de sus móviles y tomaron fotos del lugar abandonado en el que llamaban la atención las sillas rotas y las paredes con grafitis y murales de la época. «Aquí estaba la barra y aquí era donde pinchaba el dj», contaba Berasategui.
La última parada fue la emblemática discoteca Txitxarro, ubicaba en Zumaia. Abrió sus puertas en el año 1976 y según Berasategui «movía a más de 5.000 personas. Aquí se celebraran fiestas de todo tipo, a cual más loca, desde rallyes en el exterior a tirolinas...».
La pareja del propietario actual del edificio de la discoteca aguardó a los visitantes en la entrada junto a Iker Rodríguez, un amigo de la familia y cliente habitual de la discoteca en aquella época «Es increíble, –comentó– todos los días hay alguien que se para a sacar fotos. Lo digo porque yo también vengo de vez en cuando a sacar alguna», confesaba nostálgico. «Aquí ha habido de todo, rallys, fiestas de snow, deporte rural y ya en la última época autobuses repletos de gente que venían a ver al dj que pinchase ese día. Txitxarro ha abarcado a todo tipo de públicos, es normal que cada vez que pasen por delante recuerden esa época con añoranza».
«Aquí ha habido de todo, rallys, fiestas de snow, deporte rural...Txitxarro ha abarcado a todo tipo de públicos»
Iker Rodríguez
Amigo del dueño y cliente de la época
Entre otras anécdotas, se contó que una empresa de mariscos ubicada en un polígono cercano llevó un camión de hielos a la discoteca para hacer una fiesta. Otra es la de un burro que apareció con una camiseta de la Real Sociedad en Donostia y a las cuatro de la mañana, nadie sabe cómo, apareció a Txitxarro».
Los asistentes más mayores también recordaban algunas de sus vivencias. Por ejemplo, cuando uno fue a ver a la banda de rock Extremoduro o a la banda de punk rock estadounidense Green Day. «El éxito de Txitxarro se vio empañado por los explosivos que ETA pusieron en una de las columnas del local en el año 2000 y que provocaron su cierre hasta su reapertura en 2003», explicaba Berasategui. Finalmente cerró en el año 2015.
«Algunas veces ni entraba, me quedaba en el parking hasta las seis de la mañana escuchando música con mis colegas»
Lara Abaigar
Visitante
Lara Abaigar, de Vitoria, otra de las participantes en la visita guiada, recordaba con bastante nostalgia cuando visitaba 'la cueva', ubicada en la planta subterránea del local. «Se me ponen los pelos de punta todavía, recuerdo que recién me había sacado el carné. Fue la mejor época de mi vida», que ahora tiene 32 años. «Algunas veces ni entraba, me quedaba en el parking escuchando música con mis colegas. Yo si me caso, me caso en el Txitxarro, lo tengo claro».
El recorrido finalizó con la sesión de uno de los exdj's residentes de Txitxarro, que pinchó canciones que hicieron bailar a los visitantes. «La gente todavía nos pide que volvamos a abrir porque quieren vivir la experiencia, pero creo que la discoteca tuvo su momento y su momento fue ese», finaliza una de las actuales propietarias.
«Green Day creía que no iba a venir nadie y se llenó de gente»
Estas salas que surgieron a principios de los 70 para albergar verbenas de pueblo, luego se convirtieron en salas de conciertos. En la discoteca Venecia se llegaron a a presentar artistas de la talla de Julio Iglesias, Camilo Sexto o Los Bravos. En cambio, en la discoteca Txitxarro lo que más destacó fue la banda norteamericana Green Day.. «Los de Green Day no estaban muy contentos de venir a tocar en medio del monte, además se creían que no iba a venir nadie y se llenó de gente», contaba Iñigo Berasategui.
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