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Dice la historiadora del Arte Montserrat Fornells que la vida del pintor Antonio Ortiz Echagüe (1883-1942) «fue como una novela de aventuras»: nació ... en Guadalajara por el destino militar de su padre, creció en Donostia, vivió y pintó en Italia o París y murió en Buenos Aires en 1942 con solo 58 años. El artista sigue vinculado a San Sebastián como uno de los 'clásicos' del museo de San Telmo, que le tiene dedicada una sala con los cuadros que su viuda, la holandesa Elisabeth Judith, donó a la ciudad. Y ahora el viaje continúa con el 'regreso' del pintor a su localidad natal de Guadalajara.
El Museo Sobrino de la ciudad manchega inauguró hace unos días la primera exposición del artista en el lugar donde nació. «Es una exposición de gran interés por su propio valor artístico y por su carácter simbólico, y por eso uno de sus nietos, Jorge Antonio Ortiz Echagüe, vino expresamente desde Argentina a la inauguración», explica Fornells, comisaria de la muestra y experta en la obra del pintor, al que dedicó su tesis. Historiadora del arte, profesora y expresidenta de la Asociación de Amigos de San Telmo, Fornells sigue vinculada al mundo artístico con distintas actividades. Y confiesa que montar esta exposición, abierta hasta el 16 de febrero, le ha supuesto un momento especialmente feliz.
La muestra, que cuenta con 25 obras cedidas por la familia del artista y un cuadro adquirido por el Ayuntamiento, «ofrece una visión cronológica y geográfica de la trayectoria artística de Ortiz Echagüe», que recorrió muchos países y tres continentes en busca de personajes a los que retratar, con etapas destacadas en Italia, Holanda, París, Marruecos y Argentina.
Nacido en Guadalajara en 1883, Antonio Ortiz Echagüe falleció prematuramente en Argentina en 1942. Fornells recuerda que el padre del pintor fue profesor en la Academia de Ingenieros de la ciudad y resalta que aunque el artista solo pasó una parte breve de su infancia en Guadalajara, «es importante dar a conocer su obra en su ciudad natal». «Ortiz Echagüe pintó en clave de realismo ibérico, y como Zuloaga y Sorolla también rompió con las convenciones artísticas del momento para enfocarse en las vidas humildes».
Un hermano del pintor, José Ortiz Echagüe, fue destacado fotógrafo, además de ingeniero militar y piloto. Nació también en Guadalajara, en 1886, y murió en Madrid en 1980.
Opina Montserrat Fornells que la nueva noticia de este «incesante viaje» del pintor Ortiz Echagüe es una buena excusa para volver a ver su obra en San Telmo, uno de los lugares del mundo donde mejor puede conocerse el trabajo del artista. «Nuestro museo supone una formidable puerta para acercarse al pintor, que nació en Guadalajara pero siempre consideró a San Sebastián su ciudad. Su madre era alavesa y siempre quiso vivir en Donostia. Un tío del pintor, Paco Echagüe, era ayudante de campo de Alfonso XIII y el artista vivió de alguna forma aquellos veranos reales en Miramar».
Pero era un hombre inquieto que con 14 años se fue a aprender por Italia y Francia, que volvió para escapar de la Primera Guerra Mundial al refugio familiar en el número 5 de la calle Miracruz y luego, con su esposa holandesa, viajó hasta Argentina. Allí murió con solo 58 años y tiempo después la viuda retornó a Donostia para donar a San Telmo una decena de obras de gran formato. «Ortiz Echagüe volvió así a Donostia y con la exposición de Guadalajara regresa a la ciudad donde nació. Su viaje no termina», remata Fornells.
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