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El vestido de novia de la reina Fabiola brilla en el Museo Balenciaga
La pieza, que podrá verse hasta el 15 de diciembre, aniversario de una boda que la televisión convirtió en un fenómeno social, será retirada tras la muestra a los almacenes del museo
Si no fuera por el aspecto suntuoso que le otorga el visón blanco que marca la separación entre el cuerpo entallado y la falda y ... orla el escote barco, del que parte una larga capa de tres metros también ribeteada en piel, el vestido con el Fabiola de Mora y Aragón (Madrid, 1928-Bruselas, 2014) se casó el 15 de diciembre de 1960 en la catedral de Bruselas con Balduino (Bruselas, 1930-Motril, 1993), rey de los belgas desde 1951, sería un traje discreto y sobrio. Atemporal, como las mejores creaciones de Cristóbal Balenciaga; con detalles y soluciones, como la que permite que vestido y capa sean una única pieza, propios de la genialidad del maestro de Getaria, en cuyo museo podrá verse hasta el próximo 15 de diciembre la exposición 'Fabiola de Bélgica. Vestido nupcial'.
El vestido, confeccionado con una seda que en aquella época costaba 1.500 pesetas el metro, es el protagonista único y absoluto de la muestra, que ocupa una de las salas del Palacio Aldamar, antigua residencia de verano de los marqueses de Casa Torres, 'descubridores' y mecenas de Balenciaga, su familia materna.
No obstante, una pieza que ya ha sido exhibida en muchas ocasiones -la última en la exposición 'Balenciaga y la pintura española', del Museo Thyssen Bornemisza de Madrid, entre el 18 de julio y el 22 de agosto-, adquiere una dimensión diferente gracias a toda la información complementaria que refleja el extraordinario impacto social que tuvieron en su momento la boda de Fabiola y Balduino, que constituyó una enorme sorpresa, y el vestido de la novia, creado por un Balenciaga que se encaminaba ya hacia su despedida, que se produjo en 1968.
Como ha recordado en la presentacion de la muestra el director de colecciones de Cristóbal Balenciaga Museoa, Igor Uria, la primera que exigió discreción y sobriedad fue la propia novia, que llegó a rechazar tres diseños por ser «demasiado regios». «Tenga usted en cuenta que ha de llevarlo una reina», le recordó el modisto, cuyo trabajo centró gran parte del revuelo general que produjo la boda, el primer enlace real que se retransmitió en directo por televisión, inaugurando un subgénero que, con el formato prácticamente inalterado, vuelve a las pantallas cada cierto tiempo.
De hecho, la rumorología acerca del modisto que iba a elegir la futura reina de los belgas hizo correr ríos de tinta desde que se hizo público el compromiso hasta que se anunció, nada menos que en el 'New York Times', que el elegido era Cristóbal Balenciaga. La confección tuvo lugar en los talleres de Balenciaga en Madrid, bajo la dirección de la jefa de taller Felisa Irigoyen. Los encuentros con una clienta tan especial y las pruebas, sin embargo, tenían lugar en el domicilio particular de Balenciaga, en la calle Álvarez de Baena.
La propia Felisa Irigoyen, junto con Ramón Esparza, secretario particular de Balenciaga, y Carmen Carriches, oficiala, entregaron el vestido en el palacio real de Laeken tres días antes de la boda, y allí mismo terminaron de montar la capa.
Vuelta al almacén
Fue la propia Fabiola, implicada desde sus inicios en el proyecto del Museo, quien donó la pieza a la Fundación Cristóbal Balenciaga en 2003. Uria ha indicado que, aunque el vestido estaba en muy buen estado, fue restaurado tras la donación, como acostumbra a hacer el museo con las piezas que recibe. En este caso, faltaba el visón original. Los visones que pueden verse actualmente en el vestido fueron donados por la Asociación de Peleteros de España, y su incorporación al vestido se realizó en los talleres de Lorenzo Caprile.
Tras la muerte de Balenciaga, en 1972, fue exhibido en varias exposiciones sobre el modisto. En algunas de las comisariadas por Hubert de Givenchy, presidente de la Fundación Cristóbal Balenciaga, se se incluían en la presentación del conjunto un velo y la réplica de una tiara. Se trata, en concreto, de la réplica de la denominada Tiara de las Nueve Provincias Belgas, que pertenecía a la madre de Balduino, lució Fabiola en su boda y sigue utilizando en las grandes ocasiones la actual reina de Bélgica.
En la exposición que se ha abierto hoy al público en el Museo Balenciaga la réplica puede verse en un lateral de la sala, pero los focos se centran por completo en el vestido, que adquiere la dimensión que realmente tuvo gracias a la proyección continua de imágenes de la boda.
La muestra cuenta además con reproducciones de portadas de revistas y de artículos de la época que dan la medida de la relevancia que alcanzó, y con fotografías que muestran la vinculación de la familia de Fabiola, que veraneaba en Zarautz, con Getaria. También hay fotos de la visita que realizó a la localidad junto con su marido en 1961.
Después de permanecer a la vista del público hasta el día en el que se cumplirán 59 años de la boda, el vestido se retirará durante un tiempo a los almacenes del museo, concebidos para que las piezas se conserven en las mejores condiciones. «A descansar, porque a estas piezas tan delicadas les ocurre como a nosotros, y de vez en cuando necesitan un tiempo de reposo», tal como ha indicado Uria.
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