Así trabajan los montadores de 'La casa de papel'
Guillermo Vecchio y Miguel Ángel Gómez tratan de construir un relato coherente y lograr un acabado perfecto de cada capítulo
Una misma secuencia en una serie, sin necesidad de que los actores la rueden de nuevo, de que el guionista la reescriba o de que ... el director cambie la orientación, puede terminar tomando un cariz cómico o totalmente dramático. «Depende de qué música le pongas, del orden que le des, de cómo la dividas o de lo que elimines», explica Miguel Ángel Gómez. ¿Quién tiene tanto poder en una producción de estas características como para modificar así el tono del relato? El montador. De él depende el resultado final de una obra. En su mano está que todo el trabajo previo que ha llevado a cabo un equipo al completo tome sentido.
Este peso recayó en Gómez en la tercera temporada de 'La casa de papel' y en 'El embarcadero', por citar algunas de sus últimas colaboraciones con Vancouver Media, en las que ejerce como director de postproducción. Lo suyo va mucho más allá de unir planos.
«Nosotros nos encargamos de traducir las ideas y de que estas ganen brío, de dejar al espectador sin aliento con un acabado final perfecto», confiesa este profesional que lleva más de 15 años dedicándose a la televisión y que nos ayuda a desarmar algunos tópicos vinculados a su oficio. Por ejemplo, que la suya es una tarea muy solitaria. «Todo lo contrario, es muy colaborativa. En 'La casa de papel' hay siete editores que antes de montar un capítulo se sientan para intercambiar ideas, para diseñar cómo ayudar a la serie a que lleguen sus mensajes, para buscar las maneras de dar más fuerza a lo que van a ver los espectadores», comenta. Otro falso mito: que su labor se inicia cuando el rodaje ha acabado. «Nada que ver, estamos desde las primeras lecturas de guion. Lo aconsejable incluso es reunirse antes con el director para entender el tono y los objetivos. Y durante la grabación mantenemos contacto con cada departamento. La visión de todos ayuda para lograr un buen montaje», argumenta.
«Hay que reflexionar mucho. Conviene incluso dejar reposar lo montado y volverlo a ver después de un tiempo para comprobar si lo entiendes de la misma manera y sigue funcionando. Debemos visionar un capítulo todas las veces que haga falta con el fin de lograr la mejor construcción», añade Guillermo Vecchio, que tiene esta función en títulos como 'Estoy vivo' en TVE, o 'La valla' (que se verá próximamente en Antena 3).
Mucha acción y giros
Gracias a la destreza de estos profesionales sufrimos con el reencuentro de Tokio, Nairobi y el resto de la banda de 'La casa de papel' tras aquel atraco inicial al Banco de España. Y hemos seguido los pasos del inspector Márquez más allá de su propia muerte. Ambas series se caracterizan por las dosis de acción impregnadas en sus tramas, por los giros y sorpresas que deparan sus guiones, y por una cadencia que en ningún momento permite el descanso a sus seguidores. Y buena parte de todo esto se consigue en la sala de montaje y en el resto de áreas de postproducción.
«Una vez finaliza el rodaje hay que sonorizar el episodio, musicalizarlo, incluir los efectos, y revisar color y formato. Y sobre todo asegurarse de que esté a tiempo para que la cadena dé su visto bueno definitivo», subraya Vecchio. «Primero armamos un 'premonster' de 75 minutos que le pasamos al director para que confirme que nos hemos acercado a lo que perseguía y nos exponga sus directrices. Comienza entonces la tarea de eliminar metraje para reducir hasta los 45 minutos y así se llega a un producto mancomunado por los siete editores. Después se envía a Netflix para que lo apruebe o dicte modificaciones», señala Gómez, que reconoce que algunos capítulos complicados han requerido hasta un mes de montaje. El hecho de formar parte de una plataforma de streaming que cuelga todos los capítulos en una tanda les permite contar con plazos más amplios e incluso la posibilidad de ir montando varios episodios a la vez. En el caso de 'Estoy vivo' (de Globomedia y The Good Mood Productions) al tratarse de un proyecto de emisión semanal los montadores (son tres) han de realizar la entrega de uno en uno y en periodos más breves.
«La propia serie te va conduciendo a lugares, obligando a tomar decisiones. A veces en montaje es cuando surge la idea de incluir un flashback o un flashforward o de contar con varias líneas temporales para que la historia se comprenda mejor», confiesa Gómez. «En una sala de montaje se puede disimular una mala actuación o acentuar una buena, aumentar el suspense o generar emoción», cuenta Vecchio, que considera que lo más complicado es «pasar de una escena de terror a una más divertida, dar cadencia a una secuencia, o saber cortar con ritmo». Todo sea por rematar de una manera insuperable.
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