¡A los toros!
jesús ferro
Sábado, 30 de abril 2022, 08:06
Por fin con la pandemia más o menos controlada, que no superada, se han vuelto a abrir las plazas con la oferta de aforo en ... su totalidad y con una programación taurina de las ferias al uso habitual. Nuevamente la alegre exclamación ¡A los toros!, que abre el camino a los tendidos, se hace realidad.
Al hilo de este aforismo, nuevamente se desata el viejo dilema de si vamos a ver los toros o los toreros y de ahí esa clasificación de los aficionados en toristas y toreristas. Permítanme calificar de necia dicha afirmación.
Estarán conmigo en que si hay un denominador común en los aficionados, es el gusto por el toreo, por precisar, a un toro, y si es bravo llegamos al sumun. Sin toro, efectivamente no hay nada y es el eje fundamental del espectáculo.
El toreo de postureo con un animal descastado, sin emoción huyendo de las suertes, no hay quien lo aguante. Pero tampoco es de recibo, esa obsesión y tenemos un claro ejemplo el pasado domingo en Las Ventas, del toro excelentemente presentado, lustroso, objeto de videos y cámaras pero que en definitiva no tiene un pase. Únicamente se salvó un excelente toro de Los Maños que naturalmente no entra en esa lista. Esos toros, esos concursos que en realidad son limpia de corrales, esos toros para los corre bous, hay que desterrarlos de las plazas para su lidia.
Queremos, el toreo, la emoción, la superación, la entrega con el toro que impone, encastado, poderoso y bravo. Sí, sí amigos, bravo. Estarán conmigo, que un triunfo rotundo de dos orejas con un toro bravo, no tiene nada que ver con aquellos del torero al que se admiraba porque se inventaba las faenas.
Acaba de empezar el abono sevillano y ahí tienen la muestra y el ejemplo a seguir. Una excelente corrida de Santiago Domecq con tres toros de nota que pedían toreros a gritos y seguido otra del Parralejo, exigente y hasta un punto violenta que ¡fíjense! : Puerta del Príncipe para Daniel Luque, sin tener que recurrir a las esencias del toreo sevillano y otras alegorías, sino a la verdad de un tío que se juega la vida. No se lo pierdan en Azpeitia.
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