El sello vasco del Museo Nacional de Afganistán

Arquitectura. El bilbaíno Toño Foraster construirá un centro cerca de Kabul que simbolizará el arte y la historia de un país milenario

iñaki esteban

Domingo, 3 de mayo 2020, 06:38

Afganistán quiere superar un pasado destructivo y construir un Estado que pueda cohesionar su enorme variedad cultural y humana. Desde esta perspectiva, el actual ... presidente del país, Ashraf Ghani Ahmadzai, reactivó el proyecto de construir un nuevo edificio para el Museo Nacional, situado entre Irán, Pakistán, repúblicas exsoviéticas como Uzbekistán y con un paso fronterizo con China.

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Antropólogo de profesión, con experiencia docente en universidades como la de California en Berkeley, el presidente está convencido de que los trabajos de reconstrucción no sólo incluyen carreteras sino también símbolos, y el museo será uno de ellos.

El proyecto viene de lejos. En 2012 el estudio AV62, dirigido por el bilbaíno Toño Foraster y radicado en Barcelona, ganó el concurso para construir el edificio del museo, al que se presentaron 70 proyectos procedentes de 43 países. «Para presentarse exigían experiencia en países en conflicto, y nosotros la teníamos en Irak, y también en instituciones culturales, y habíamos hecho el Museo Balenciaga de Getaria y el diseño de exposiciones en el Picasso y en la Fundación Miró de Barcelona, en Bellas Artes de Bilbao y en el Reina Sofía de Madrid», explica Foraster.

Hasta hace dos años, el proyecto permaneció en estado de hibernación. «Ghani y un grupo de ministros de su gobierno lo reactivaron. Estados Unidos siempre ha estado detrás. El Chicago Oriental Institute ha terminado la catalogación de los fondos, unas 45.000 piezas de las que 5.000 o 6.000 podrían estar en el British Museum de Londres o en el Louvre de París. Afganistán ha sido la tierra de Alejandro Magno, de los persas, de los mogoles como Gengis Kan. Y además del islamismo, ha profesado el budismo y el zoroastrismo, entre otras religiones», incide el arquitecto vasco.

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El nuevo museo se sitúa en las afueras de Kabul, cerca de la sede de la presidencia del gobierno y del palacio Darul Amal, construido durante la década de 1920 como parte de la campaña reformista de modernización del rey Amanulá Khan.

Hace 50.000 años

El primer centro museístico se abrió en Afganistán en 1921, sobre una colina desde la que se divisaba Kabul. Tenía en su colección manuscritos, miniaturas, armas y piezas artísticas que habían ido acumulando las familias reales.

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Los fondos se enriquecieron con las excavaciones realizadas a partir de 1922 de los arqueólogos franceses. Continuaron el trabajo profesionales de otros países, que fueron añadiendo valiosos objetos a una colección que cubre 50.000 años, y que atraviesa las épocas prehistóricas, clásicas, budista, hindú e islámica. La colección es uno de los grandes testimonios de la civilización universal.

Aún existe un centro artístico nacional en la misma zona, pero el que ha diseñado el estudio AV62 multiplicará por cinco su superficie. Tendrá 24.500 metros cuadrados, de los que 16.000 corresponden al edificio y 8.500 a la urbanización exterior y los jardines, cuyas flores y colores verdes contrastarán con el paisaje duro que los rodea.

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El coste global del proyecto alcanzará los 40,5 millones. Para enero de 2021 estarán adjudicadas las obras y durante ese año comenzará la construcción.

Además de las salas de exposición, dispondrá de biblioteca, archivo, cafetería con cocina, tienda y un lugar para la oración, ya que Afganistán es una república islámica. «Nos hemos inspirado en la arquitectura árabe, con sus geometrías que se van repitiendo y que tienden al infinito. Hemos incluido también la tradición de los patios y hemos dotado a las salas de luz cenital, suave, de recogimiento, para que provocar una experiencia íntima con las piezas por parte del visitante», incide Foraster.

Los techos abovedados están cubiertos interiormente con ladrillo, un guiño a la construcción local y a las industrias afganas. «Trabajaremos con ceramistas, también decorativos, y con carpinteros del país. Que la construcción del museo les beneficie económicamente es fundamental para que lo sientan y lo hagan suyo. Hay que evitar por todos los medios que lo vean como un ovni que acaba de aterrizar cerca del palacio presidencial», añade.

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El saqueo talibán

Los afganos vienen de una experiencia traumática con el museo. Al poco tiempo de empezar la guerra civil en 1992, se produjo el saqueo de aproximadamente el 70% de las 100.000 piezas que poseía.

Para los talibanes, todo lo que no tuviera un marchamo islámico merecía ser destruido, o podía ser comerciado para financiar la guerra. Después de la caída de Kabul las piezas saqueadas aparecieron en los bazares de ciudades pakistaníes como Peshawar, Islamabad y Karachi.

Diversas organizaciones internacionales han restituido unas 8.000 piezas, ya de vuelta en el museo. Entre ellas, los marfiles de Begram, una serie tallas decorativas en marfil y hueso incrustadas en madera, ejemplo del arte afgano e indio de los siglos I y II, encontrado en excavaciones en la década de 1930.

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