Las pioneras que nos enseñaron a bailar
Euskadi rinde homenaje en el Día Internacional de la danza a cuatro profesionales en activo desde los años 80
teresa abajo
Jueves, 29 de abril 2021, 07:31
Muchos profesionales vascos de la danza han hecho un viaje de ida y vuelta. «Una guajira», como dice Alicia Gómez, profesora en Dantzerti. La generación que inició su trayectoria en los 80 tuvo que recorrer muchos kilómetros para formarse, y si hoy contamos con alternativas más cercanas es porque hubo quien volvió para enseñar lo aprendido. En el Día Internacional de la Danza, la asociación vasca de profesionales ADDE va a entregar un reconocimiento a cuatro pioneras de distintos perfiles que siguen en activo en la docencia y la programación cultural: Ana Remiro, docente de la Escuela Municipal de danza de Donostia; Alicia Gómez, profesora en Dantzerti; Ana Rosa Tercero, directora de CDART. y Laura Etxebarria directora de La Fundición.
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La donostiarra Ana Remiro empezó a prepararse a los 8 años y a los 16 decidió dedicarse a la danza. «Entonces la única salida era pedir becas para ir al extranjero» y ella lo logró. Con el apoyo de la Diputación viajó a Francia, donde tras completar su formación trabajó unos años como bailarina profesional. A su regreso, a finales de los 80, participó en la primera muestra de nuevos coreógrafos vascos y en producciones como 'Amets Beroak', de Arteszena, mientras encaminaba sus pasos hacia la docencia.
Empezó «dando cursos aquí y allá», en gimnasios de Irun y Andoain, y lleva treinta años en la Escuela Municipal de Música y Danza de San Sebastián. Enseña danza creativa a niños de seis y siete años y danza contemporánea a partir de los ocho. También ha hecho crítica de danza y es una de las impulsoras del proyecto Gorputzaldiak, «con el que generamos materiales educativos basados en la danza para la enseñanza en colegios de Primaria». En Euskadi «siempre ha habido una cantera importante, con tradición de grandes figuras, y el paisaje no es ni parecido al desierto que yo viví a los 17 años», describe. «Dar un salto tan grande a esa edad es un poco duro, ahora hay opciones más naturales sin tener que renunciar a tu vida». Pero todavía «falta apoyo institucional. Hay pocos recursos económicos y las condiciones de trabajo son muy precarias: sacar adelante una compañía de dos o tres personas y dar clases a la vez...», advierte.
«Éramos pocos»
Alicia Gómez creció en una familia con vocación -su madre y sus tíos fueron dantzaris- y desde los tres o cuatro años «estaba deseando bailar». Tuvo que esperar hasta los once para entrar en la escuela de Marisa Rubio en Getxo, así que aprendió deprisa. Se matriculó en Psicología, pero en segundo curso «tenía tantas ganas de bailar» que hizo las maletas para continuar su formación en Madrid y Londres. A su regreso, en 1989, «éramos pocos los que bailábamos danza contemporánea en Euskadi». Tras diez años como bailarina profesional, se ha volcado en la docencia y la investigación. En sus alumnos de Dantzerti ve reflejado «el cariño y las ganas que yo tenía. Ahora el contexto les facilita que sigan los pasos de su vocación sin tener que desarraigarse».
En 1986, cuando el Arriaga reabrió sus puertas tras las inundaciones, La Fundición empezó a funcionarcon Laura Etxebarria y Luque Tagua, que se habían conocido estudiando en Barcelona y juntos continuaron su trayectoria en Bruselas. Hoy, La Fundición es referencia en danza y nuevos lenguajes escénicos.
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Un accidente de moto apartó a Ana Rosa Tercero de la danza clásica. Llegó a actuar como solista en el Arriaga, pero tuvo que asumir que «ya no podía seguir pisando escenarios en puntas. Como daba clases a niños, aposté por esta vocación para seguir en un mundo que me llena», cuenta desde la escuela que dirige en Erandio.
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