Pepe Delgado: «No hay que tener miedo a decir que nos gustan los toros»
Pepe Delgado, Organizador de la Concha de Oro ·
Veterano aficionado taurino, desde 2005 se encarga de la concesióndel galardón en la feria donostiarra de las fiestas de Semana Grandemanuel harina
Sábado, 27 de febrero 2021, 08:30
En Córdoba, en La Carlota, uno de los tres asentamientos que creó Carlos III para proteger de bandoleros el Camino Real, nació, hace ya unos ... años, el donostiarra Pepe Delgado. ¿Un donostiarra cordobés? ¿Y por qué no? No solamente nuestros vecinos bilbaínos van a nacer donde quieran. Fuera bromas, Pepe llegó en 1966 desde La Carlota a Donostia y la ha hecho tan suya que es poseedor de la Medalla al Mérito Ciudadano, concedida por el Ayuntamiento en 1994 por su desinteresado trabajo a favor de su barrio de Martutene; y además es uno de los mejores aficionados taurinos que conozco.
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- Un aficionado de pies a cabeza; ¿de dónde viene la afición?
- Mi padre trabajaba en un cortijo donde se criaba ganado manso, aunque siempre había algún animal que embestía. Pues, de críos, en aquellos años, se jugaba al toro. Luego, tendría yo ocho o nueve años, en la plaza de La Carlota se montó una corrida de dos toros con motivo del rodaje de la película 'El niño de las Mojas' que toreó Enrique Vera. Fue el primer festejo que yo vi en vivo. Y de ahí en adelante, pues me fui moviendo a pie, en bici o en carro a ver todo lo que podía en los pueblos de los alrededores. Y con 18 años ya conocí El Chofre donde pronto tuve un abono hasta que desgraciadamente perdimos la plaza. Lo que no recuerdo, y tengo las entradas en casa, es el día y cartel de la primera corrida.
-¿Y nunca pensó en ser torero?
-Qué va… igual si hubiera sido ahora, me lo hubiese planteado, pero entonces para nada. Lo que si éramos, era locos por 'los toros'. Yo comencé a trabajar en un bar en el pueblo y además de recorrernos como he dicho antes todas las plazas de los alrededores, solíamos ir juntando dinero de amigos y clientes para comprar una o dos vacas para que las torearan los torerillos de la región. Por ejemplo, más de una vez, compramos alguna becerra para El Carloteño, un novillero que se hizo torero aquí, en Bergara. Y también toreó en Azpeitia en los «Sanignacios» de 1964. Era valiente, se le conocía como 'el novio de la muerte'; una pena, pero como muchos no llegó y además tuvo una vida más que difícil.
«La Concha de Oro tenía gran tradición y prestigio. Cuando vimos que estaba en riesgo de desaparecer apostamos por seguir»
historia
«Tenemos todavía pendiente entregara El Juli el galardón queobtuvo con su faena de 2019 en San Sebastián»
anécdota
-Si alguna cosa debe agradecerle la afición es el mantenimiento de La Concha de Oro.
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-La Concha de Oro estaba considerada, desde que se instituyó, como uno de los Premios más prestigiosos en el mundo taurino. Incluso en los años que no hubo toros en San Sebastián, se intentó mantener y durante unas cuantas ediciones se premió al triunfador de la Feria de San Isidro. A partir de 1998, se retomó en Illumbe y obtuvieron el Premio Enrique Ponce, José Tomás y Pablo Hermoso de Mendoza; pero hubo cuatro ediciones en que se declaró desierto y aunque Juan José Padilla lo ganó en 2005, eran tales las discusiones, discrepancias, problemas entre ayuntamiento, jurado, aficionados ... que parecía que aquello iba a terminar mal y se iba a perder.
Yo desde siempre guardaba una relación detallada de cada premio desde 1966 con fotos, documentos etc. y me planteé hacerme cargo de la organización. Lo hablé con aficionados, peñas taurinas, prensa, ayuntamiento lógicamente y todo el mundo estuvo de acuerdo. Así que adelante y hasta la fecha, en que tenemos todavía pendiente la entrega de la Concha de Oro de 2019 a Julián López El Juli.
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-¿Luces y sombras?
-Muchas más luces que sombras; dificultades siempre las hay: los años de la prohibición de las corridas, por ejemplo. Otra cosa son los problemas técnicos de organización en algunas ocasiones, como la última de José Tomás en 2010. Hubo que pactar fecha, lugar de entrega, lugar de comida, número exacto de asistentes a cada acto; pero al final fue un gran día; tan a gusto quedó 'el maestro' que después de cocinar y comer en la Sociedad Txapelaundi alargó tanto la sobremesa que perdió el avión de regreso….
-Para terminar, una reflexión.
-Mira, yo después de más de 40 años detrás del mostrador de La Espiga tengo tal cantidad de amigos que no puedo ni recordar, muchos de ellos muy taurinos. Y quiero decirles que no tengan miedo de proclamar su afición y que volveremos a los toros, que al final todo pasa…
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