«Parece que mola más una banda de suecos locos que una de Musikagela»
Latitud 43. Con más de diez años a sus espaldas, la banda donostiarra actúa mañana por la tarde en la sala Kutxa Kultur Kluba de Tabakalera
Latitud 43, que mañana ofrecerá un concierto gratuito en Kutxa Kultur Kluba de Tabakalera, nació a finales de 2007, cuando los miembros de ... La Navaja de Occam decidieron dar «un vuelco musical» a su propuesta. El nombre de aquel grupo hacía alusión «al principio científico que habla de que, normalmente, la explicación más sencilla para un fenómeno suele o tiende a ser la correcta». Cuando tuvieron que bautizarse de nuevo se les ocurrió ponerse Latitud 43 en alusión a la ubicación geográfica de su ciudad, Donostia. «Sencillo, directo y, además, verdadero», asegura Pedro Ábalos, cantante y bajista de un grupo que factura «rock aderezado con reminiscencias más folk y cercanas a la música country».
Desde entonces, el conjunto ha experimentado diferentes cambios de formación y tras funcionar durante un tiempo como trío, recientemente ha regresado a sus orígenes como grupo más numeroso. «Eso nos permite sonar con mayor contundencia y nos da la capacidad de adaptarnos al formato que requiera cada concierto», explica Ábalos, cara visible de un combo que completan Rubén Martín (batería), Xabi Mendiluze (guitarra y coros), Iván Oteiza (guitarra y coros), Álex Haro (saxofón) y su hermano Dani Ábalos (guitarra solista). Eso sí, «rara vez» coinciden los seis en el escenario o en los ensayos, pero su condición de banda versátil les permite tocar con la «asiduidad» de los últimos tiempos.
El concierto
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Cartel Latitud 43. Lugar: Kutxa Kultur Kluba (Donostia).
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Día y hora Mañana (20.00).
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Entradas Gratis.
Preguntados por la alusión donostiarra de su nombre, responden que les encanta la ciudad pero saben que es una cuestión de azar. «Tan solo nacimos aquí y, por suerte, es la ciudad en la que podemos seguir viviendo, trabajando y tocando», explica sobre la capital guipuzcoana. Con todo, no creen que ésta haya tenido influencia alguna en su música el estilo de aquel Donosti Sound de los años 90. «No creo que la ciudad haya marcado para nada nuestro sonido, pues las canciones que tocamos son la suma de todos los que formamos Latitud, de nuestro carácter y de nuestras influencias. Y en ese sentido, somos cada uno de nuestra madre y de nuestro padre», advierte.
Les gustan, entre otros nombres, The Beatles, The Rolling Stones, Ben Harper, Dawes, Allman Brothers o The Black Crowes, pero también otros como Incubus, M Clan, Fito & Fitipaldis o Los Rodríguez. «Más que espejos en los que mirarnos, son la base de nuestro aprendizaje y quienes nos movieron por dentro para empezar a componer y a crear nuestras canciones», asegura el líder de una banda que ha tocado, entre otros, con Deer Tick, El Kanka o Josele Santiago, además de con otros menos conocidos «y no por ello de menor calidad»: Iker Piris, Indian Feathers, Black Gamba...
Con cinco discos a sus espaldas -el último se titula 'Relatividad' (2018)-, ahora trabajan ya en nuevo material. Las primeras muestras dan como resultado una mezcla de «rock más clásico con otros paisajes más intimistas y modernos, cargados de fuerza». «Las descripciones nunca fueron lo nuestro, y menos si no te ciñes a un estilo cerrado. El plan es centrarnos en los nuevos temas e ir sacando material visual en directo», apunta.
Lo que parecen tener claro es que, al contrario que otros grupos inspirados por los sonidos de raíz americana, ellos seguirán cantando en castellano: «Básicamente porque es nuestro idioma, la lengua en la que mejor nos sabemos expresar. Para escribir temas en inglés hay que poder sentir en ese mismo idioma y, de momento, no es nuestro caso».
«La música se lleva dentro»
Como ocurre a menudo, ninguno de los miembros de Latitud 43 se dedica a la música a tiempo completo. Confiesan que les gustaría profesionalizarle, igual que a casi cualquier músico, pero «con el panorama actual te das cuenta de que poquísima gente se lo puede permitir». «Al final tienes que hacer muchas otras cosas: producir, enseñar a tocar en academias, participar en muchos proyectos distintos, actuar en bodas... Cosas que pueden no dársete tan bien o, simplemente, no terminan de llenarte tanto. Como sucede en todos los trabajos, no todo puede ser perfecto», se consuela Ábalos.
Sea como fuere, el músico considera que la oferta cultural y musical de Donostia es «cada vez mayor y de más calidad», especialmente en el ámbito institucional. «En cambio, y aunque no es bueno generalizar, en el ámbito privado existe un cierto hermetismo sobre los estilos de los grupos que pueden tocar y poca apuesta por las cosas que salen de nuestros locales de ensayo. Hoy en día está más de moda decir que has visto a un trío buenísimo de locos suecos que a un grupo que ensaya en Musikagela de Egia», opina.
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