«La simbiosis de la tauromaquia con el mundo de la cultura es indiscutible»
Paco March, sigue dictando lecciones taurinas desde su 'exilio interior' en Barcelona
MANUEL HARINA
San Sebastián.
Sábado, 1 de enero 2022, 08:29
Algunas veces una conversación se convierte en una lección. Es lo que ocurre cuando hablas de toros con Paco March; sentó cátedra en La ... Vanguardia y en 'Toros' y hoy desde su 'exilio taurino interior', en Barcelona, continúa haciéndolo en Cultoro.
– ¿Qué calificativo otorga y que aspectos positivos y negativos valora en esta temporada que acaba de finalizar?
– Quizás no un calificativo, sino un sustantivo: explosión.... de toreo grande. El año de Morante; empezó, hasta su mitad, con todas las incertidumbres derivadas de la crisis pandémica, acabó por todo lo alto gracias a nombres propios de toreros y ganaderos que, desde el compromiso –menos ferias, menos festejos, menos aforos, menos honorarios, toros de mayor edad– revelaron que 'otro toreo' era, es, posible. Estos serían además los aspectos positivos que estoy convencido que se mantendrán. A olvidar o, mejor, superar, todo lo derivado de la pandemia y, con ello, esencial, la vuelta al equilibrio en cuanto a edad y presencia de los toros, acorde tanto con su encaste como con la categoría de las plazas.
– ¿Qué opina del no apoyo del mundo de la cultura a la fiesta? ¿Pudiera existir un sentido cíclico?
– La simbiosis de la tauromaquia con el mundo de la cultura es indiscutible y pruebas hay de ello a lo largo de los tiempos. Tomemos dos generaciones literarias, la del 98 y la del 27, la primera fue mayoritariamente antitaurina, asociando los toros a «los males de España» y la otra no sólo protaurina, sino que tuvo como fruto cimas de la literatura, como el 'Llanto' de Lorca. Hoy es evidente el desapego, fruto de una mezcla perversa, manipulada y manipuladora de 'buenismo', 'animalismo' y 'pensamiento único' e intencionalidad político-identitaria en la que los toros no sólo no tienen cabida, sino que deben ser expulsados del imaginario colectivo. Y eso conlleva que intelectuales, gentes de la cultura, que en otro momento se manifestaron taurinos o, por lo menos, no beligerantes contra los toros, ahora o guardan silencio o han cambiado de posición.
– Retomando a la generación del 27, sus miembros ocupaban un amplio abanico político. ¿Por qué hoy se está asociando a lo taurino con la derecha y a lo antitaurino con la izquierda?
– Lo de que «el toreo no es de derechas ni de izquierdas» no deja de ser una frase hecha, hueca de contenido. Ningún arte, ninguna actividad cultural es por sí misma ni de derechas ni de izquierdas, otra cosa es la apropiación –indebida– que de ellas se haga. Y el toreo es el mayor ejemplo.
El mundo del toro, así, en general, ha sido incapaz de abrirse a la sociedad, adaptarse, evolucionar al compás de los tiempos y a los cada vez más vertiginosos cambios sociales. Al contrario, ha seguido un proceso de ensimismamiento que lo ha alejado de ella, dejando un páramo para que los depredadores del poder y la política ocupen su lugar.
– No ocurre lo mismo en otros países con tradición taurina.
– En la ceremonia de la confusión, los países con tradición taurina observan fenómenos dispares. Si en España, la izquierda se manifiesta abiertamente antitaurina y pretende su desaparición ya sea por leyes o por inanición, en Francia las ciudades taurinas no distinguen de siglas y van desde los comunistas a la derecha del Frente Nacional, en una unidad sin fisuras que evita cualquier intento a la contra del poder central. En Portugal es precisamente el Partido Comunista el que en el Parlamento se opone a las medidas contra los toros y en las ciudades en que gobierna (en el Alentejo) es un bastión inamovible del toreo. Pero, volviendo a España, lo peor es que el sector taurino se ha dejado abrazar -el abrazo del oso- por la extrema derecha; se ha entregado rendido a sus encantos demagógicos, más falsos que un duro sevillano y que lo único que hace es alejar, aún más, el toreo de la sociedad. Un panorama preocupante, más aún cuando la crisis pandémica sigue revoloteando como un buitre sobre el campo bravo.
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