Nicolai Lugansky: «El virtuosismo no sirve de nada si no hay un deseo de cooperar con los demás»
Nicolai Lugansky | Pianista ·
El intérprete ruso se reencuentra con la Euskadiko Orkestra en su tercer trabajo junto a ellos. En sus dedos, un compatriota tan virtuoso como él, Rachmaninov.Es, sin duda, uno de los mejores pianistas del mundo. Distante pero extremadamente educado, cercano pero tímido y algo callado, se convierte en un agradable ... compañero de conversación cuando habla de la música de Rachmaninov u opina sobre la pandemia y las vacunas. Esta tarde estará junto a la Euskadiko Orkestra y su titular Robert Treviño en doble sesión en el Kursaal. Con este programa la argupación vasca despide su temporada más atípica y complicada.
– Ha tocado en varias ocasiones en San Sebastián, tanto con la Euskadiko Orkestra como en otros conciertos. ¿Qué destacaría de la ciudad y de su público?
– San Sebastián es uno de mis lugares favoritos del mundo. Me encantan su arquitectura y los paisajes. Cuando me preguntan dónde viviría aparte de en Moscú, digo que en San Sebastián. Aquí cuentan además con una orquesta maravillosa y magníficas salas de conciertos.
– ¿Le inspira tocar en un lugar u otro?
– Cada auditorio o lugar tiene su propia atmósfera y su propia acústica, pero el piano también es diferente en cada lugar, por lo que cada vez es una experiencia distinta. Me gusta acudir al auditorio en el que voy a tocar y probar bien el piano antes de tocar. El hecho de que el piano sea diferente cada vez hace que mi profesión sea distinta a la de otros instrumentistas, porque nunca conoces el instrumento.
– ¿Exige algo concreto al piano que va a tocar?
– Depende del repertorio. No es lo mismo Schubert que Rachmaninov, Prokofiev o Mozart. Por tanto, cada vez pido cosas distinas al piano y solicito cosas diferentes al afinador.
– ¿Y qué valora en una orquesta y en un director ?
– La habilidad para colaborar. Lo más importante es tener capacidad de colaborar y voluntad de hacerlo para que todos los que estamos en el escenario, que ya venimos con una idea previa, estemos dispuestos a ser flexibles para poder hacer música juntos. Nadie tiene la visión correcta y única de una obra musical porque no hay una única realidad y la música parte de una idea modeable. Es importante que esté claro que nadie es el jefe y que todos estamos abiertos a la discusión y a la colaboración. También importa el virtuosismo y la capacidad técnica de los músicos, pero eso no sirve de nada si no hay un deseo de cooperar.
– En este aspecto, ¿cómo se ha sentido con Robert Treviño?
– Trabajar con él me resulta muy agradable. Tiene una gran energía musical. Está muy abierto, además, a esa colaboración de la que hablaba. Hemos tenido un gran intercambio de ideas musicales.
– Interpretan la 'Rapsodia sobre un tema de Paganini' de Rachmaninov. ¿Le influye el hecho de que fuera ruso como usted?
– El hecho de que sea ruso como yo, me inspira, claro, pero también me interesa muchísimo la música de Brahms aunque fuera alemán. Lo importante es estudiar y ser capaz de enamorarse de la nacionalidad de cada compositor. Además, en el caso de la 'Rapsodia' de Rachmaninov, es probablemente su trabajo con mayor influencia estadounidense, aunque mantenga algunos rasgos rusos. Fue escrito en Lucerna, por lo que tiene influencias de varios lugares.
– ¿Las dificultades técnicas de la obra le han hecho prepararse de alguna manera especial?
– Normalmente es más fácil tocar una obra de quien ha sido un virtuoso de ese instrumento. Estoy más cómodo tocando Liszt, Rachmaninov, Prokofiev o Albéniz que Schubert o Tchaikovksy que no eran pianistas.
– ¿Cómo ha vivido este año de pandemia?
– Esta situación me recuerda a mi infancia, cuando las fronteras eran más estrictas. En los últimos meses cada país ha tomado un camino diferente. España ha sido uno de los pocos, quizá el único, que ha seguido realizando conciertos, aunque con medidas sanitarias estrictas. Me parece uno de los mejores referentes. Tampoco me parece bien que teniendo la primera vacuna en Rusia algunos países no la acepten. La economía es importante, pero la salud lo es mucho más.
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