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La de ayer no fue una actuación normal para sesenta guipuzcoanos. Cantar en el Kursaal, con las butacas del auditorio prácticamente llenas, siempre impresiona ... y más si se es un coralista aficionado. Esa fue la experiencia que vivieron durante quince minutos al interpretar el famoso 'Coro de gitanos' de 'Il trovatore' de Verdi, para seguir con 'Va, pensiero' de 'Nabucco' también de Verdi, y concluir con una emocionantísima 'Maite' de Pablo Sorozabal, en el concierto que, dentro del programa de abono de esta temporada, ofreció ayer Euskadiko Orkestra. Mañana sábado algunos la repetirán en Bilbao y otros el lunes de nuevo en Donostia.
«Se me han mezclado todas las emociones. Ha sido comenzar a cantar la primera pieza y no he podido evitar la catarata de lágrimas. Como no paraba, me he dejado llevar y hasta el final». Todavía con los ojos acuosos, resumía así Javier Yrazu sus quince minutos de gloria. Este gasteiztarra, que canta en el Joyful Gospel Choir de la capital alavesa, aseguraba «haber vivido uno de los momentos que más he disfrutado de la música en mi vida. Dura poco, pero se vive con mucha intensidad. Me han venido un montón de pensamientos al mismo tiempo, con un torbellino de sentimientos. Lo repetiría infinitas veces». Como él, todos los coralistas salían emocionados y bastantes con lágrimas.
El concierto de ayer es el resultado de la primera edición de 'Abestu Euskadiko Orkestrarekin', un proyecto participativo por el que la formación musical seleccionó en diciembre de 2024 por sorteo a 120 voces, cuyo únicos requisitos de participación han sido tener una mínima formación musical, saber leer partituras y cumplir con la máxima asistencia posible a los diez ensayos que se han realizado. Comenzaron a prepararse en la sede de la orquesta en Miramon el pasado 15 de enero y se han realizado cada miércoles durante dos meses. En la última fase de los ensayos se unieron a este coro ciudadano cuarenta miembros del Coro Easo.
Para estas voces aficionadas, ayer fue un día de vértigo, de mariposas en el estómago, de tensión durante mucho tiempo porque no se trataba de llegar y cantar. La cita era a las cinco y media de la tarde, dos horas antes del concierto. Tenían que recibir instrucciones 'in situ' de cómo entrar al escenario, colocarse, saludar y salir. Se notaba que no eran profesionales porque transmitían la alegría de aquellos que se enfrentan con mucha ilusión por primera vez a una experiencia única, sabiendo además que entre el público se encontraban sus familiares y amigos.
Ese primer contacto con la tarima fue breve. En poco más de media hora de ensayo, el director suizo Christoph-Mathias Mueller se dio por satisfecho y los despidió con «estoy muy feliz de hacer este concierto con vosotros».
Leire Iturbe y María Mendiola forman parte de la Agrupación Lírica Itxaso y ya habían participado en alguna ópera o zarzuela, pero no en una experiencia de estas dimensiones. Tras esa primera toma de contacto decían no estar muy nerviosas porque «la orquesta y el Coro Easo nos han arropado muy bien, han sido muchas horas de ensayo y nos han llevado de la mano».
En cambio, Esteban Pinilla, que reparte su tiempo dedicado a cantar como bajo entre Santikutz Abesbatza e Itzaspe Abesbatza, ambos de Legazpi, confesaba antes del estreno que «estaba tranquilo, pero ahora tengo un gusanillo... Me siento como un niño. Solo me da pena que mi suegra de 85 años no se haya animado a participar». Josu Cendoya lleva años cantando en Zarautz Abesbatza y se mostraba confiado con un buen resultado porque «hemos venido con los deberes hechos, otra cosa es la parte emocional». Su esposa, una de sus hijas y un nieto de 9 años se encontraban entre el público.
Antes de la actuación también hubo un momento para calentar la voz y escuchar los últimos consejos del director del Coro Easo, Gorka Miranda. «Acentuar el dramatismo», «no os relajéis y luego entréis de golpe», «no intentar llegar al final a toda costa», fueron algunas de sus recomendaciones.
Una vez concluida la actuación del coro ciudadano, el programa continuó con el 'Concierto para percusión' de Glanert, un encargo conjunto de tres formaciones –Euskadiko Orkestra, la Orquesta Sinfónica de la Radio de Stuttgart y la Orquesta Filarmónica del Ártico–, con el joven prodigio de la percusión Christoph Sietzen como solista, y la 'Sinfonía n.º 2' de Brahms.
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