De la sorpresa al respeto
Crítica de música: Orquesta de Luxemburgo y Wang ·
Dos obras muy conocidas, como son el 'Concierto para piano nº 20' de Mozart y la 'Quinta' de Beethoven, fueron las escogidas por la Orquesta ... Filarmónica de Luxemburgo, la pianista Yuja Wang y el maestro Gustavo Gimeno para su segundo y último concierto en el Kursaal. Este repertorio, de estilo muy diferente al del programa ofrecido por los mismos intérpretes en el encuentro del domingo, reafirmó la complicidad existente entre el director y su orquesta, así como la pulida técnica de la pianista china y su personal forma de tocar, aún más evidente en este tipo de repertorio.
En unas declaraciones recientes Yuja Wang hablaba de furia, angustia o agitación al referirse al 20 de Mozart. Su interpretación ayer estuvo bastante cerca de su propia definición, aportando en algunos momentos, como en el 'Rondó' final, más furia o agitación que claridad rítmica. Pero antes escuchamos un 'Allegro' inicial un tanto carente de dramatismo y una 'Romanza' parca en matices. La orquesta acompañó bien a la solista, a las órdenes de un Gimeno que, una vez más, estuvo atento para conseguir una importante precisión que no siempre fue fácil ante un piano colmado de rubatos. Si la versión de la china pudo no convencer a puristas, lo que no se le puede negar es que estuvo cargada de su personalidad. Wang fue mucho más ella en su propina, una 'deconstrucción' de la 'Marcha turca' de Mozart que abordó con la contundencia y el virtuosismo que la caracterizan.
Pocas obras habrá tan conocidas como la ''Quinta' de Beethoven y que hayan acogido tantas y tan diferentes versiones. La hemos escuchado con criterios historicistas e instrumentos de época, también en interpretaciones románticas, con orquestas de distintos tamaños e incluso algunos maestros han querido dejar su impronta personal en su lectura. Ayer no ocurrió. Después de haber comprobado el aparente deseo de Wang de hacer 'su' Mozart, encontramos a un Gustavo Gimeno y a una orquesta que parecieron querer hacer 'solo' Beethoven, sin hacerlo suyo. Con todo el respeto. Así, su lectura fue respetuosa en tempos, sin nada que llamara la atención que no fuera la precisión rítmica, la conjunción tímbrica, el trabajo de las líneas melódicas o el cuidado sonido. Hubo matices, expresivas pausas, sentido en el discurso y, sobre todo, hubo Beethoven.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión