Soleá Morente: «Estar en tierra de nadie es el precio que pago por ser libre»
La hija mediana del flamenco Enrique Morente presenta el disco 'Ole Lorelei' este sábado en la terraza del Convent Garden
Cuatro meses después de pasar por el Dabadaba, Soleá Morente (Madrid, 1985) regresa a Donostia para continuar con la presentación de 'Ole Lorelei' (2018), ... su segundo disco. Un trabajo que, a decir de la discográfica Sony, se sitúa «a medio camino entre la elegancia pop y la espontaneidad flamenca». «No es simple indie lo que respira 'Ole Lorelei', en absoluto. Su estilo viaja del funk con aires de Serge Gainsbourg y Jane Birkin, al setentero R&B de artistas como Las Grecas o se detiene en los autotunes del trap, que se incorporan a una soleá de Bernarda de Utrera con naturalidad. Hace mucho tiempo que el flamenco tiene vida propia, pero la mediana de los Morente no renuncia a buscarle nuevas rutas», dice Sony.
Presentará el álbum en petit comité junto a Eduardo Espin Pacheco, «hijo de la gran Carmen Linares», que tocará la guitarra flamenca y la eléctrica. Su intención es hacer un recorrido por sus dos discos y también por los temas de Los Evangelistas, el grupo creado por miembros de Los Planetas y Lagartija Nick para homenajear a Enrique Morente. «Además, haremos un par de canciones nuevas del próximo proyecto, que saldrá en febrero», anuncia Morente.
– Al preparar 'Ole Lorelei', ¿qué objetivo tenía con respecto a su debut, 'Tendrá que haber un camino' (2015)? ¿Cuál ha sido la evolución?
– El título del disco explica bien el sentido del disco. Es un trabajo de investigación en el que buscaba la creación de mi propio espacio a través del conocimiento, que es lo que nos da la libertad creativa y vital. Quería expresarme siendo yo misma con este trabajo que nace como una necesidad natural, no como algo premeditado. El primer disco me sirvió para seguir buscando posibles soluciones y entender que hay caminos infinitos, lo cual me produce una sensación de alivio y fomenta mi inquietud y las ganas de seguir aprendiendo. En este segundo trabajo he encontrado la convergencia entre el flamenco y el pop.
– ¿Y usted qué se considera más, popera o flamenca?
– Unos días soy cantaora y otros, popera. Depende de cómo esté el tiempo y el público. (Risas)
– Es de suponer que en este tipo de proyectos se corre el riesgo de quedarse en tierra de nadie: demasiado flamenca para el pop y demasiado pop para los flamencos.
– Sí, es una sensación que suelo experimentar, pero creo que es el precio que pago por ser libre y no querer pertenecer a nada ni a nadie.
– ¿Por qué recurrió a Alonso Díaz, del grupo indie Napoleón Solo, para producir el disco?
– Alonso es un músico literalmente genial. Le admiro desde hace mucho tiempo. A modo de experimento, empezamos a trabajar con un tema, 'Ya no sólo te veo a ti', y nos gustó tanto que decidimos hacer más canciones.
– ¿Y no ha sido un reto para él aproximarse a los temas más flamencos? Hay fandangos, martinetes…
– Los cantes que hay en el disco también están producidos por Alonso, que me ayudó con gran facilidad a aprenderlos y a ejecutarlos. 'Ole Lorelei' es un trabajo en el que hemos intercambiado conocimientos entre Alonso, Lorena y yo.
– Se refiere a Lorena Álvarez...
– Sí, Lorena fue como un trago de agua fresca en mitad del camino. Ha aportado muchas cosas buenas al proyecto, entre ellas el precioso poema del tema 'Olelorelei' y la letra de 'Baila conmigo'. Les estoy muy agradecida a los dos: son un par de cracks.
– Entre las referencias que se citan al hablar del disco están Birkin & Gainsbourg, Los Chichos, Janette, Las Grecas… ¿Alguna más?
– También hay referencias a Ray Heredia e incluso a Camela. Hay mucha gente que piensa en Camela al escuchar momentos de 'Baila conmigo'.
– Estará hasta la peineta de que le pregunten por los puristas, pero, ¿se ha sentido amonestada por ellos? En el disco canta una soleá de Bernarda de Utrera con autotune. Seguro que más de uno se ha molestado...
– Sí, se molestan por muchas cosas que hago, pero solo puedo decir que hay muchísima música por escuchar en el mundo, así que al que no le guste, que no me escuche y se acaba pronto el problema. El autotune es un efecto más, como puede serlo la 'reverb' (eco).
– Hay artistas actuales que han sufrido casi un linchamiento: Rosalía, Niño de Elche… ¿Por qué molestan tanto esos avances?
– Porque todo acto de revolución supone un peligro para la moral establecida.
– ¿Quién establece lo que es una aproximación respetuosa al flamenco?
– Pues la verdad es que no sé si está escrito en algún decreto o algo así. Si alguien lo sabe que me lo diga.
La cita
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Cartel: Soleá Morente.
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Lugar: Convent Garden.
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Día y hora: Sábado, 7 de septiembre a las 20.00 horas.
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Precio: 22 + 2,2 euros.
– Una pregunta habitual a los artistas transversales como usted. ¿Hay un límite que nunca traspasaría en el flamenco?
– En principio no. El flamenco me está dando la vida. Cada vez me enseña más. Escucho continuamente a las grandes voces del flamenco. En sus formas de cantar y en sus letras han dejado dicho lo importante de la vida. Ahora es interesante estudiarlo para poder traducir esa tradición al momento actual.
– En ese sentido, ¿qué le parece el fenómeno del trap?
– El trap es un género que surge como reflejo o representación de un sector de la sociedad al que le ha costado tener voz en la sociedad. Me parece que hay artistas muy buenos y muy valientes.
– ¿Cree que a su padre le interesaría hoy ese mundo y colaboraría con algún artista urbano? Sería tan rompedor como lo fue su disco 'Omega' (1996), urdido en colaboración con los rockeros Lagartija Nick.
– No lo sé. Ojalá estuviera aquí para preguntárselo a él.
– Entre sus hermanos, usted, la mediana, es la más ecléctica de los tres, mientras que el pequeño, Kiki, es el más apegado a la tradición. ¿Se puede extraer alguna lectura de ese hecho?
– Kiki ahora va a sacar un disco más orientado a la vanguardia que creo que dará que hablar. Los tres, Estrella, Kiki y yo, nos hemos educado en un ambiente de libertad y nunca se sabe por dónde podremos salir.
– Actuará este sábado en la terraza de un antiguo convento donostiarra con aforo para un centenar de personas. ¿Qué aportan esos lugares a sus conciertos?
– Me hace mucha ilusión volver al País Vasco. Es uno de los lugares donde mejor me siento y si encima es en un contexto inspirador y agradable, se agradece ya que los lugares hacen a la gente y al revés. No es lo mismo cantar mirando a un cubo de basura, como me tocó una vez en la feria del centro de una ciudad andaluza, que mirando al mar o en un sitio bonito. Actúo en todo tipo de contextos y en todos aprendo algo, es un ejercicio muy positivo para desarrollarte como artista. De todos los públicos y de todos los escenarios aprendo cosas importantes. El respeto que le profeso al escenario y al público es sagrado sea donde sea y actúa para una persona o para mil.
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