No debe resultar fácil diseñar un festival que reúna una importante presencia internacional -ya conocida o de carácter novedosa- con el necesario apoyo a los ... artistas de casa. Ni ofrecer repertorios habituales junto a obras menos extendidas. En su 83 edición la Quincena presenta un caleidoscopio que parece haber conseguido ese difícil equilibrio, si bien adolece de una tímida oferta de orquestas potentes. Se echa en falta la tendencia de los últimos años de contar con una agrupación 'en residencia'. Salvo la Orquesta Filarmónica Checa, que actúa en dos ocasiones, se podrá escuchar un solo concierto de la Orquesta de la Radio de Frankfurt. Y las otras dos propuestas internacionales del Kursaal, de una inmensa calidad, se centran en repertorios barrocos. En contrapartida, habrá un mayor protagonismo del sinfonismo vasco y producciones propias muy sugerentes, desde la ópera hasta el 'Itsasotik' del Victoria Eugenia.
Resultan especialmente destacables proyectos en los que la Quincena reafirma esa sólida identidad con la que ha escrito su historia. Es imposible enumerar todas, pero las citas en Chillida Leku con el Cuarteto Gerhard, y Shostakovich, el protagonismo del compositor bilbaíno Gabriel Erkoreka en el Ciclo de Música Contemporánea, el siempre redondo Ciclo de Órgano o el estreno del espectáculo de Kukai con la participación de la EGO en Errenteria cumplen la función de dotar de personalidad al festival.
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La atención a los jóvenes y a los nuevos públicos, con la elogiable iniciativa de ConversanDo, figuran entre los grandes aciertos de esta edición. Y el mimo a una Quincena Andante que se extiende por increíbles escenarios con delicatessen como el 'Hypnotik' del Dúo Cassadó el día 7 en Zumaia, la cita con el Barroco de Conductus el 10 en Hondarribia o 'Los viajes del alma' de Jone Martínez y Carmen Santamaría el 21 en Kanpezu. Ahora sólo falta disfrutar.
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