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Plácido Domingo, en San Sebastián. Arizmendi
Plácido domingo: «Fue mi madre la que descubrió las potencialidades de mi voz y aquí estoy»

Plácido domingo: «Fue mi madre la que descubrió las potencialidades de mi voz y aquí estoy»

Plácido Domingo regresa hoy a San Sebastián para participar, como director musical, en el ‘Réquiem’ de Verdi que interpretarán el Orfeón Donostiarra y la Orquesta Verum en homenaje a su madre, Pepita Embil

Alberto Moyano

San Sebastián

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Jueves, 1 de marzo 2018, 07:01

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Plácido Domingo (Madrid, 1941) regresa hoy a San Sebastián para participar, como director musical, en el ‘Réquiem’ de Verdi que interpretarán el Orfeón Donostiarra y la Orquesta Verum en homenaje a su madre, Pepita Embil, que ayer hubiera cumplido cien años. En esta entrevista, realizada por correo electrónico, el tenor se muestra orgulloso de la trayectoria vital y musical de su madre, y «feliz de venir a participar en esta muestra de amor» a quien fuera conocida como ‘La Reina de la Zarzuela’.

- ¿Por qué considera importante participar este homenaje?

- A todo buen hijo -creo que lo he sido- siempre le llena de orgullo cuando otras personas muestran su cariño en público a sus padres. En este caso estoy feliz de venir a San Sebastián para participar hoy en dicha muestra de amor a mi madre, dirigiendo el ‘Réquiem’ de Verdi, en el mismo teatro donde mi padre hizo el estreno absoluto, en el personaje de Luis María de la zarzuela ‘Sor Navarra’ de Federico Moreno Torroba, a quien le debo, de alguna forma, haber venido al mundo, pues cantando esta obra lírica se enamoraron mis padres, se casaron y, el 21 de enero de 1941, nací yo en Madrid.

- Aunque en la presentación en San Sebastián, el alcalde donostiarra, Eneko Goia, se permitió dirigirse a usted como ‘el hijo de Pepita Embil’, ¿no es injusto que se le recuerde a ella tantas veces como ‘la madre de Plácido Domingo’?

- Es justo y muy acertado que en la tierra natal de mi madre, se diga que soy su hijo. Yo siempre lo digo en todo el mundo. Para mí nadie ha habido en mi vida persona tan famosa como ella.

- Ella siempre se reivindicó como una mujer vasca. ¿Qué le transmitió de nuestra cultura?

- Cosas muy importantes. El amor a la tierra. El amor a sus costumbres. El valor de la amistad y de la familia. El rigor en el trabajo y el pensar que el prójimo muchas veces puede tener razón.

- La trayectoria vital de su madre encarna la de tantas mujeres vascas del siglo XX, pero a la vez, ¿se adelantó a su tiempo, como artista y como divulgadora de la lírica?

- Era, como se dice ahora, genial. Divertida. Trabajadora. Siempre con una buena palabra hacia los demás. Divulgó la zarzuela allí donde pudo y tuvo ocasión. En México fue locutora, presentadora y cantante lírica en ‘Antología de la zarzuela’ durante unos veinte años, en el Canal 2 de Televisa. Era algo que le apasionaba y ésa es una cosas que me ha transmitido en mis genes.

«Mi madre me enseñó, entre otras cosas, que el prójimo muchas veces puede tener razón»

- Aunque muy marcada por su estancia en México, la primera parte de su vida es indisoluble de la historia musical de este país: orfeonista, miembro de Eresoinka...

- Desde pequeña le gustaba escuchar el canto en las misas de Getaria, y en San Sebastián, mientras estudiaba en el Colegio Astiazarán de la Parte Vieja y música, le encantaba cuando su tío don Agustín Embil, arcipreste y maestro de capilla de Santa María, con su voz tronante, cantaba las misas en latín, como se hacía antes.

- ¿Qué recuerdos tenía su madre de esa época en la que Eresoinka dio a conocer en Europa la cultura vasca durante la Guerra Civil?

- Siempre nos contó, a mi hermana Maripepa y a mí, lo bien que lo pasaba en los conciertos, la camaradería que había en el grupo, yendo por distintas ciudades como Burdeos, Bayona, París, Ámsterdam, entre otras, cantando el folclore vasco y recordaba a mucho amigos, como a Cristóbal Balenciaga y a Luis Mariano, a quien el modista de Getaria llamaba ‘Marianín’. También se acordaba mucho, en tales momentos, de su familia que estaba en España durante la guerra.

- A su regreso a España, conoció a su padre durante los ensayos y en la representación de ‘Sor Navarra’. Verdaderamente, ¿no parece el argumento de una zarzuela dentro de una zarzuela?

- Lo conoció en Madrid, gracias a Federico Moreno Torroba que la incorporó a la compañía que estaba preparando para ir de gira por provincias. Cuenta ella que se terminó enamorando de mi padre por las muchas veces que él le cantaba «lucerico, flor de mayo», de la preciosa jota de ‘Sor Navarra’. Pues sí, puede ser que usted tenga razón: un argumento de zarzuela dentro de la interpretación de otra zarzuela.

- ¿Cómo afectó a su carrera la marcha a México?

- De manera importantísima. Mis padres, comprobando el gran cariño que a la zarzuela se tenía y se tiene en Hispanoamérica, crearon una compañía con la que recorrieron tierras de habla española llevando este maravilloso género tan nuestro allí donde eran reclamados. En México a mi madre la han adorado, hasta el punto de otorgarle el título popular de ‘La Reina de la Zarzuela’. Allí descansa, en la paz de Dios, junto a su amado esposo.

- ¿Conocería hoy el mundo al tenor Plácido Domingo si hubiera permanecido en aquella España un tanto aislada y autárquica?

- Nunca se sabe lo que nos depara el destino o lo que nos podría haber deparado de ser otro. Yo quería ser director de orquesta pero, siendo joven e impetuoso, fue mi madre la que descubrió las posibilidades de mi voz y aquí estoy dando guerra y feliz.

- En San Sebastián aún se recuerda su concierto en el Polideportivo de Anoeta de la Quincena de 1990, en el que interpretó junto a su madre ‘Haurtxo txikia’. ¿Qué recuerdos guarda de aquella velada?

- Hermosísimos y constantes siempre que hablo de ello. Por encima de todos está la fuerza del sentimiento del cariño que le demostró el pueblo donostiarra, más que a mí que era el cantante del concierto.

«Del concierto de 1990 recuerdo lo que más el cariño que le demostró el pueblo donostiarra»

- ¿Cuál cree que es la clave que explica que Gipuzkoa nunca haya olvidado a Pepita Embil?

- El cariño cuando es verdadero siempre resulta recíproco y mi madre recibe de quienes aquí le han querido, la recuerdan con mucho afecto y así lo han demostrado, el cariño que ella sintió por esta tierra y por sus amigos desde allí y desde aquí las muchas veces que vino.

- Las entradas para el concierto de hoy ‘volaron’ apenas salieron a la venta. ¿Lo atribuye al cariño hacia Pepita Embil o también al tirón que ejerce su presencia en el acto, como director musical de la ‘Misa de Réquiem’ de Verdi?

- Lo atribuyo a todo, no solamente al concierto de hoy, sino también a la representación de ‘Sor Navarra’, cuyas entradas también han ‘volado’. Repito, sin el recuerdo de mi madre nada de todo esto tendría valor y sentido.

- ¿Qué planes y plazos maneja para la grabación de ‘Sor Navarra’?

- Ése en un empeño que se me ha hecho muy presente. No existe un material musical en condiciones. Sería necesario hacer una edición crítica de la zarzuela completa. Creo que en ello están Federico Moreno-Torroba Larregla y mi amigo Manuel Cabrera. Pero, sí, sí, quiero grabarla, ahora que mi voz está en la tesitura de la de mi padre. ¡Qué honor!

- ¿Cómo cree usted que se podría impulsar el género zarzuelístico, más allá del voluntarismo de asociaciones como Sasibill?

- Ese voluntarismo es generoso, importante y fundamental, pero ha de ir apoyado por las instituciones públicas creando los medios necesarios para ello, incluso educativos en la enseñanza, como hacen en Francia con su género de la opereta, con apoyo a cantantes jóvenes, a nuevos creadores, dignificando los escenarios y, sobre todo, creando verdaderos maestros directores musicales de zarzuela.

- ¿Desea añadir algo más?

- Sí: ¡Gracias, Donosti!

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