Crítica de música

Música contra el divismo

Javier Camarena ·

María José Cano

San Sebastián

Viernes, 14 de enero 2022, 07:18

Javier Camarena

  • Intérpretes Javier Camarena, tenor y Ángel Rodríguez, piano.

  • Programa Arias y piezas de Delibes, Massenet, Bizet, Donizetti, Verdi, Cilea, Falvo, Curtis, Cardillo, Giménez, Soriano y García Abril.

  • Fecha 13-1-22

  • Lugar Auditorio Kursaal

  • Asistencia 800 personas (aforo completo).

  • Propinas 'Malagueña salerosa' de Elpidio Ramírez; 'Júrame' de María Grever y 'No puede ser' de 'La tabernera del puerto' de Sorozábal.

Si la voz es el instrumento más expresivo y carnal que existe, la manera en la que la utiliza el tenor Javier Camarena para transmitir ... mensajes y emociones es la más adecuada de exhibir su poder. Ayer volvió a demostrarlo en un Kursaal que si bien ya lo tenía ganado antes de abrir la boca, fue rindiéndose a su arte a lo largo de un recital diseñado con inteligencia y gusto para ir poco a poco sumando admiración. Y consiguió todo desde la música, sin necesidad de aportar ningún elemento más que el trabajado y cuidado uso que hace del maravilloso instrumento que tiene y de su capacidad de comunicar y compartir su pasión con el público, en una velada que disfrutamos con todos los sentidos.

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Comenzó Camarena con música francesa. Tras el aria de 'Lakmé' con el que abrió su recital, dio su primera lección de dominio del legato y de su delicadeza en el canto con el único soporte de un simple acompañamiento en los agudos del piano de su fiel consorte Ángel Rodríguez. Fue en el aria 'Instant charmant... en fermant les yeux' de 'Manon' de Massenet, elaborada con más que gusto. Su querido Donizetti nos hizo doblegarnos ante su dominio técnico y expresivo del belcanto, pero también del fraseo o del mimo al silencio en 'Spirto gentil' de 'La favorita'. Su facilidad y tranquilidad a la hora de abordar los agudos en Verdi y la poderosa expresividad de su tristeza en el 'Lamento di Federico' de Cilea cerraron una primera parte que había ido subiendo progresivamente la temperatura pero que aún no había alcanzado su cénit.

Quizá uno de los momentos más conmovedores del concierto -con permiso de Cilea- fuera la primera de las canciones napolitanas con las que abrió la segunda mitad. Camarena puso una vez más su incomparable voz al servicio del sentimiento en 'Dicitencello vuie' de Falvo -inolvidable su forma de decir frases como «la quiero más que mucho»- y brilló con igual sensibilidad en las piezas de Curtis y Cardillo. La segunda intervención del piano del virtuoso Ángel Rodríguez en el famoso Intermedio de 'La boda de Luis Alonso' -el primero había sido la 'Habanera' de 'Carmen'- dio paso al último bloque, de música española.

Si alguien tenía alguna duda del control del fiato de Camarena o de sus cualidades vocales y expresivas, tras sus propinas las pudo disipar con su despliegue de facultades en las larguísimas frases de la mejicana 'Malagueña salerosa' o con el precioso color en Sorozábal.

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