«El mundo me hizo así, no puedo cambiar»
Ahora es carne de titular por sus declaraciones a veces altisonantes, y en sus conciertos mezcla la música con largos y a ratos inconexos monólogos ... en lo que él mismo llama 'stand up incorrecto'. También anoche en el Kursaal Andrés Calamaro cerró su actuación con los pases toreros en escena que son ya tradición. Pero por encima del personaje y sus 'brindis al sol' continúa brillando el repertorio: las enormes canciones, convertidas ya en himnos, que conectan con el público que le ha acompañado tantos años y que ayer casi llenó el Kursaal. Fue una fiesta, con los espectadores entregados aunque la entrada había sido protegida por la Ertzaintza ante los manifestantes que acusaban a Calamaro de 'complicidad' con el gobierno israelí por unas declaraciones. Él mismo hizo una referencia en el escenario con cierto 'humor negro'. «Si yo hubiera crecido ante La Concha sería más contemplativo, pero nací en Buenos Aires, que es como la Franja de Gaza», dijo para justificar el 'meterse en líos'.
Habló mucho, enfriando el concierto en largos monólogos donde no faltaron los guiños a su amigo Cayetano Rivera Ordoñez, «recientemente detenido». También recordó a sus amigos vascos Fermin Muguruza y Xabi Alonso, y subrayó su vinculación con Donostia desde hace 35 años, con su primera actuación en el muelle y las visitas como telonero de Bob Dylan.
Nos quedamos con las canciones de dos horas largas de concierto, que tan bien sonaron gracias al excelente grupo de que le acompaña, con el refuerzo de los vientos que dan color. La excusa para la reunión era un aniversario: se cumplen 25 años de 'Honestidad brutal', el derroche de creatividad que el argentino grabó en una de sus cíclicas crisis personales.
Ya casi desde el principio, cuando sonó el 'Sin documentos' de Los Rodríguez, el respetable se vino arriba. Hubo más del grupo, como 'A los ojos' y 'Para no olvidar', pero fue con los clásicos calamarescos cuando la emoción saltó: 'Mi enfermedad', 'Flaca', 'Alta suciedad' y la apoteósica 'Paloma'.
Y llegaron los bises, con un guiño a 'Los ejes de mi carreta' de Yupanki y 'Estadio Azteca' y 'Los chicos' enlazado con 'El salmón', ese autorretrato. «Siempre seguí la misma dirección, la difícil», canta. Lo dice en 'Mi enfermedad': «Estoy vencido porque el mundo me hizo así. No puedo cambiar». El salmón se despidió toreando pero dejó una faena redonda, al menos en las canciones.
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