«Lo de Milli Vanilli entraría hoy en día dentro de la más absoluta normalidad»

– ¿Le sorprende el revuelo?

– Era un secreto a voces. Se llevaba comentando desde que se grabó el disco:«Mira, ha salido este grupo y han recurrido a músicos de estudio». Para mí nunca fue un secreto.

– ¿Y un escándalo?

– A día de hoy, han caído tantas barreras en el mundo de la música y de la creación que el hecho de que una banda no grabe su disco es un asunto no diré que anecdótico, pero sí menor. Lo de Milli Vanilli hoy entraría dentro de la más absoluta normalidad y lo digo sin ninguna ironía.

– A finales de los noventa, ¿fue aquello algo excepcional?

– Se ve que no tocaban bien. El propio Alejo Stivel contaba que los músicos de La Oreja de Van Gogh pidieron ir a las sesiones de grabación para aprender. Hay una candidez casi conmovedora.

– ¿Cree que hará mella en el grupo?

– No, no lo creo. Hoy en día son lesivas para las carreras de los músicos otro tipo de cosas, pero esto es poco relevante, a mi modo de ver.

– ¿Por ejemplo?

– Lo que opinen o lo que piensen. Cuestiones de tipo ideológico o demás, pero algo tan sencillo como que un músico no sepa tocar música, ¿a quién le importa? Y ahora sí estoy siendo irónico.

– ¿Es algo habitual?

– Que se recurra a músicos de estudios para grabar creo que es algo que ocurre recurrentemente. Lo que no creo que sea tan común es que los músicos no toquen absolutamente nada, como en este caso. Hay discos que son obras maestras en los que nadie tocó nada, como alguno de Frankie Goes to Hollywood, cuyo productor, Trevor Horn, tuvo que afrontar problemas porque sólo el cantante cantaba y el resto era fachada. Lo que pasa es que aquella propuesta tenía tanto de artístico como de performativo y de político, y aunque en su momento fue vilipendiado, hoy en día se puede ver como otra cosa.

– ¿No ha tenido la tentación de contar que usted ya lo escribió con motivo de la polémica sobre La Oreja?

– Es que cada vez me gustan menos las redes sociales como lugar de polémica, así que normalmente no doy mi opinión sobre nada. Si me interesa lo suficiente trato de publicar un artículo sobre el asunto, pero no vi la necesidad de opinar.

– Pero no era una opinión, sino una información...

– Al considerarlo un secreto a voces de lo que se llevaba hablando tanto tiempo, no vi la necesidad. Si yo lo había oído por varios sitios y a lo largo del tiempo, pienso que no seré el único.

– Cómo está el negocio musical...

– Tal y como se graba y visibiliza la música a día de hoy, que un músico toque o no toque se ha convertido en algo anecdótico, lo cual deja servida la reflexión.

– ¿Y que componga, al menos?

– No, eso nunca fue importante. Hay grandísimos intérpretes a los que no se les reclama la función compositiva...

– Me refiero a compositores falsamente acreditados...

– Bueno, ahí abrimos otro melón. El de «yo grabo tu canción, yo no la compongo, pero quiero parte de las regalías». Ése es otro asunto que merecería otro artículo.