«Tocar en el Victoria Eugenia es volver a mi sueño de niña»
Música clásica. ·
La música donostiarra ofrece este miércoles un recital de piano en el Victoria Eugenia dentro del ciclo monográfico dedicado al compositor austriacoEstá cerrando una temporada «que ha sido muy intensa» con la grabación de su séptimo disco, que saldrá publicado a finales de año. Y ahora, ... la pianista Judith Jáuregui (Donostia, 1985) arranca una nueva e intensa temporada que este miércoles (19.30 horas) le lleva a actuar en el Victoria Eugenia dentro del ciclo monográfico dedicado al compositor austriaco Franz Schubert. Una iniciativa de Donostia Musika que se extenderá a lo largo del año y en cuyo primer semestre ha recibido una gran respuesta del público, según el positivo balance que su director Carlos Benito realiza de los recitales.
EL CONCIERTO
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Lugar. Teatro Victoria Eugenia.
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Día y hora. Este miércoles, a las 19.30 horas.
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Entradas. 15 euros.
– Es la transición entre el Clasicismo y el Romanticismo pero, ¿quién fue Franz Schubert?
– Schubert fue uno de los grandes creadores de belleza, de los mejores melodistas. También es una figura reconocida por la cantidad de lieder (canciones) que escribió y, a nivel emocional, Schubert es ese compositor al que quieres abrazar constantemente porque sus melodías te desarman por su simplicidad, pero siempre tan directas, sinceras y verdaderas. Schubert tiene un corazón muy puro.
– Su reconocimiento fue póstumo.
– Vivió toda la vida a la sombra de Beethoven, pensando que nunca podría alcanzar esa grandeza, que no estaba a la altura. Era una persona muy tímida y fue Beethoven quien creyó en él, como también los posteriores como Schumann y Brahms, que hicieron mucho por rescatar su música.
– Solo dio un concierto de sus obras, tuvo problemas con el alcohol, relaciones esporádicas y murió a los 31 años, no se sabe si de fiebre tifoidea o de sífilis.
– Se sabe de él que era muy amigo de sus amigos, de hecho, por eso nació el término 'schubertiada' para describir esas reuniones musicales privadas. Era muy abierto a nivel intelectual, le interesaba la poesía y era feliz compartiendo con los suyos. No aspiró a la gloria de las grandes salas. Luego enfermó y eso se nota en su música, porque está escrita desde el dolor y una tristeza reconfortante. Fue alguien que creía en la felicidad pero aceptaba que era una vida que a él no le había tocado.
«Schubert es el compositor al que te gustaría abrazar: sus melodías te desarmanpor su sinceridad»
– ¿Cómo describe el repertorio que va a tocar?
– Me gusta tanto... Los 'Drei Kalvierstücke' están escritos seis meses antes de que falleciera y fue Brahms quien luego hizo un ciclo dedicado a ellos. En los dos 'Scherzos' demuestra esa elegancia vienesa de salón, y termino con la 'Fantasia Wanderer' que su obra más virtuosa. De hecho, cuando la acabó, dijo que no podía tocarla y que solo el diablo la tocaría por su complejidad.
– Estará (también con Schubert) en la próxima Quincena Musical haciendo doblete. ¿Qué significa el festival en lo personal?
– Quincena es uno de mis primeros escenarios, no sólo de los que pisé sino a los que asistí como público cuando casi era un bebé (ríe). Le tengo muchísimo cariño y ha significado mucho a lo largo de los años, con recuerdos de conciertos muy especiales. Igual que el Victoria Eugenia, un teatro que siempre supone reencontrarme con todos los sueños que tenía cuando era niña. La chiquilla que empezó ha evolucionado y ha vivido momentos de plenitud y otros muy duros, de miedo.
«El éxito y el fracaso son dos impostores. No importa el momento del aplauso, lo que vale es el camino»
– A los 12 años tuvo una experiencia traumática cuando en un concierto se equivocó y siguió tocando mientras lloraba. ¿Aprende más de los fracasos que de los éxitos?
– En los últimos años he hecho mucho trabajo mental, entreno y medito mucho. Para el músico de jazz, del error nace la improvisación; para el clásico, el error es el final. Pero hay que saberse muy humano, el éxito y el fracaso son dos impostores. No importa el momento del aplauso, lo que vale es el camino y ese es mi estudio.
– Dicen que de aquí a diez años la música clásica puede quedarse huérfana de grandes estrellas. ¿Cuál será entonces el gancho para atraer al público?
– Uchida, Pires, Sokolov, Barenboim son grandes maestros, pero estoy segura de que alguien diría lo mismo en su momento con Horowitz o Rubinstein. «Las últimas personalidades». Pero todavía queda mucho talento en el mundo. ¿Cómo enganchar al público? Quizá el quid de la cuestión no esté en atraer a los veinteañeros. Cuando te haces más adulto empiezas a necesitar espacios para ti mismo y la música clásica es ese lugar.
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