Javier Sun: «Veo a Donostia vendida y no la reconozco; me declaro egiarra»
Músico ·
Esta semana Javier Sun ofrece dos conciertos en La Taberna de Egia, el lugar donde comenzó a tocar en solitario hace 30 añosJavier Sun accede a la Taberna de Egia y posa para el reportero con su Rickenbacker de doce cuerdas. Entre disparo y disparo, no puede ... evitar saludar a todo el que entra; si la foto fuera en blanco y negro, parecería extraída del vídeo que en los 90 ilustró 'El barrio de la verdad', su himno dedicado a Egia. Esta semana ofrecerá dos conciertos para conmemorar la primera vez que se subió a un escenario sin Los Scooters. Fue el 12 de mayo de 1989, pero ha retrasado la celebración a los días 24 y 25 «para coincidir» con los cumpleaños de Bob Dylan y Paul Weller, que harán 78 y 61 años, respectivamente. El repertorio será distinto en ambas jornadas y contará con algún artista invitado.
- Los Scooters, su recordada primera banda, permaneció activa entre 1984 y 1989. ¿Por qué lo dejaron?
- Teníamos maquetado el segundo disco pero la discográfica en la que íbamos a publicar desapareció. Llegó septiembre y algunos se fueron a estudiar a Madrid... La estrella de la banda se apagó. Resultaba complicado seguir y yo había empezado a escribir otras canciones más acústicas. Monté Los Scooters porque era mod, pero siempre había querido ser cantautor o solista: me atraía eso de andar de club en club como en su día hizo Dylan en el Greenwich Village. Tocaba en sitios pequeños para estar más cerca de la gente: el Bukowski, La Gatera...
- ¿No sintió vértigo al actuar sin el amparo de un grupo?
- No, me veía con fuerzas para tocar en cualquier lado, y eso que el rollo 'dylanita' acústico no era muy comercial en aquella época. Yo sentía que había cerrado una época e incluso me negaba a tocar en directo las canciones de Los Scooters porque quería avanzar.
- ¿Creía entonces que su carrera duraría tres décadas más?
- Yo imaginaba que aguantaría hasta los 50 años como mucho. Ahora tengo 53 y aquí sigo. (Risas) Es mi forma de vida: escribir canciones, viajar, tocar... He cumplido lo que pensaba. ¿Podría haber hecho más cosas? Sí, pero también muchas menos porque hay gente que se ha quedado atrás y ha dejado la música. Ni en mi mejor sueño hubiera imaginado conocer y abrir conciertos para gente como Joe Cocker, Supergrass, Joe Jackson, Ocean Colour Scene... He compartido camerino con el batería y bajista de The Jam, artistas como Loquillo o mi gran amigo Cooper han grabado y versionado mis canciones...
- Y ha pensado que era un buen momento para celebrarlo...
- Los conciertos de La Taberna los veo como el final de una película que puede tener una segunda parte. Es un punto y aparte, el final y el comienzo de otra época... A partir de este aniversario me lo voy a tomar con calma porque 30 años son demasiados y ya no me importa tanto lo que pase: si toco bien, y si no, también.
El concierto
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Artista Javier Sun.
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Lugar La Taberna de Egia (Donostia).
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Día y hora 24 y 25 a las 19.30.
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Entradas Gratis.
- ¿No denotan cansancio sus palabras?
- No sé explicarlo pero más bien es despreocupación por el futuro. Digamos que ya he hecho lo que tenía que hacer y lo que tenga que venir, bienvenido sea.
- Suena un tanto crepuscular...
- (Sonríe) Que la gente lo interprete como quiera. Ahora mismo, mi objetivo es tocar en La Taberna. Para que nadie se quede sin entrar y porque igual es mi último concierto, haremos dos funciones: viernes y sábado.
- ¿Ha dicho «último concierto»?
- Sí, sí. Quién sabe. (Risas) Esto es como cuando The Rolling Stones o The Who dicen que nunca se van a juntar de nuevo y luego se van de gira... Ahora sólo pienso en terminar estos conciertos, en ir a pescar y ver el mar.
- ¿Ha querido dejarlo alguna vez?
- Sí, pero luego siempre te llaman para dar algún concierto y no lo puedes dejar. A principios de los 90, cuando aún no había sacado mi primer disco en solitario, viví frustrado una larga temporada porque no me salían actuaciones. Un día tiré una guitarra acústica por la ventana en plan Pete Townshend (The Who), quedó destrozada y me dije: «Se acabó, lo dejo». Pero al poco tiempo me llamaron para un concierto -tuve que pedir una guitarra prestada- al que siguieron varios más. Y hasta hoy. Es cuestión de rachas, de modas...De hecho, ahora me alegra porque todo el mundo acepta lo que escribo pero cuando empecé a tocar en solitario, a los fans de Los Scooters no les gustaban las canciones de Javier Sun porque eran más 'dylanitas'. A la gente le costó un poco aceptar que pasara de tocar la guitarra eléctrica y pegar saltos todo el día a utilizar acústica y armónica.
- Dylan, Paul Weller, The Jam, The Who... Pasa el tiempo pero sus referentes se mantienen inalterables.
- Es que son parte de mi ADN.
- ¿Y es consciente de que en el ámbito local y estatal es usted también un clásico después de 35 años de trayectoria? Mucha gente se emociona al escuchar temas como 'Los chicos de la calle' o 'Sha La La'...
- Ahora estoy empezando a tener esa conciencia, sí. A veces, por mi forma de ser, me provoca un cierto rechazo, pero luego pienso que si hay canciones tan antiguas que emocionan a la gente es porque algo hice bien.
- ¿Qué le motiva actualmente?
- Estoy un poco aburrido de hacer canciones normales de tres o cuatro minutos y últimamente me gustaría hacer un disco raro o incluso una banda sonora.
«Siento despreocupación por el futuro; digamos que ya he hecho lo que tenía que hacer»
«El Ayuntamiento se ha aprovechado de locales a los que luego impide tener su propia programación»
«Si los garitos de música dieran dinero, Calbetón estaría llena de ellos y no de bares de pintxos»
- ¿Música instrumental?
- Sí, por ejemplo. Llevo dos o tres años grabando mis desvaríos con la guitarra. Son retazos, bocetos... Antes cuando escribía visualizaba un single o un disco, pero ahora me vienen imágenes de películas.
- ¿De qué tipo?
- Desde una melodía campestre hasta una persecución en coche en mitad de la avenida. No me importaría que me llamase un director para poner música a su película. Me gustaría crear algo parecido a lo que hizo Neil Young con 'Dead Man', la película de Jim Jarmusch. La idea es salirme un poco de lo que suelo hacer y grabar un disco más arty. Llevo 35 años en esto y me motiva cambiar.
- La Taberna, por suerte, sigue acogiendo actuaciones, pero la citada Gatera desapareció y el mencionado Le Bukowski tiene cada vez más dificultades para programar. ¿Cómo ve la escena local en cuanto a garitos pequeños?
- Pues mal, mal, mal. Hubo un boom con la capitalidad cultural europea (Donostia 2016) y parecía que había barra libre para todo el mundo, pero el 1 de enero de 2017 se acabó lo que se daba: fue un hachazo total. Estoy muy enfadado porque han fastidiado a mucha gente después de aprovecharse de ellos. No me gusta dar nombres de garitos pero el Ayuntamiento se ha aprovechado de muchos locales para montar allí actuaciones mientras luego les impiden tener, dentro de un orden, su propia programación. Es curioso cómo el Ayuntamiento puede saltarse su propia legalidad y montar conciertos en locales ajenos... Es una injusticia brutal: malo para el público, para los grupos y para la escena musical. Vivimos en un estado que artísticamente está ultracontrolado por las instituciones y no puede ser, eso resta libertad.
- Al menos el Gobierno Vasco ha dado marcha atrás a la norma que pretendía limitar a 12 al año los conciertos en bares sin licencia...
- Eso era demencial también. Si realmente los conciertos en garitos dieran dinero como para hacerte rico, la calle Fermin Calbetón estaría llena de sitios así y no de bares de pintxos. La gente monta actuaciones por amor a la música.
- Le dedicó una canción a su barrio, Egia. ¿Cómo lo ve hoy en día?
- De momento creo que Egia mantiene la personalidad. En cambio, cruzas el río y Donostia parece otra: no me identifico nada con la ciudad, no me considero donostiarra y me declaro egiarra. Es como si Egia fuera mi pueblo, mi ciudad... A Donostia la veo vendida, no la reconozco, pero Egia resiste por su gente, por el carácter, la vida de barrio... Siempre ha sido un barrio luchador.
- Pero tampoco está libre de los peligros de la gentrificación...
- Sí, eso es verdad. Lo vivo con incertidumbre porque igual termina pasando. Durante las Olimpiadas de 1992 conocí de cerca el cambio que experimentó Barcelona y aquí está ocurriendo lo mismo: están haciendo una ciudad vendida al turismo, con gente a la que echan de sus pisos, comercios que cierran por la subida del alquiler, los apartamentos turísticos... Si la cosa se pone cruda habrá que dar la cara.
Guitarra y pesca, dos artes ejercidas con pasión
Javier Sun cree que podría vivir exclusivamente de su música pero a renglón seguido añade: «Es un mundo tan inestable que acabas un poco estresado». Por eso, y para ganar la necesaria «estabilidad», imparte clases particulares de guitarra en su local, por donde pasan desde niños de nueve años hasta mayores de 80, edad aproximada de su alumno más veterano.
Tocar la guitarra durante «todo el día» le ayuda a seguir aprendiendo y a mantenerse siempre «en forma». Él lo disfruta aunque es consciente de que para aprender un instrumento, «debe gustarte mucho». «Te tienes que obsesionar con él, como me pasó a mí», asegura el músico, que no tiene hijos y aspira a dejar una suerte de «herencia musical». «Igual que mi padre me traspasó los conocimientos de arte y pesca, yo hago lo mismo con la guitarra: igual mi legado es que en el futuro algunos digan que Javier Sun les enseñó a tocar la guitarra».
La mención a la pesca no parece casual, pues es otra de sus pasiones, aunque últimamente sea cada vez más fatigoso ejercerla en Donostia, una ciudad atestada de turistas que le preguntan continuamente por sus capturas e incluso le quitan las cañas durante unos segundos para posar con ellas en sus fotos. Por ello, procura ir de noche, algo que le ayuda a relajarse y a evadirse. Y no sólo eso: «También se me ocurren buenas ideas. He escrito canciones pescando y también suelo aprovechar para ensayar y canturrear las letras... Al final, lo de menos es si pican o no. Lo importante es estar allí, relajado y tranquilo. Es mi momento de paz».
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