«Hay un reino de lo terriblemente correcto y cuesta hacer canciones tan libres como hacíamos antes»

– Este espectáculo está «apadrinado» por Edgar Allan Poe. ¿Por qué?

– Es un recorrido de una hora y media de la mano de Poe por muchas de sus poesías y versos que, además, tienen también mucho que ver con los nuestros. Hemos hecho un compendio de canciones y de historias extraordinarias, como se titulan los cuentos de Poe, y en eso consistirá el show.

– No es la primera vez. A pesar del envoltorio circense, su música se ha inspirado en referencias literarias como Capote, Nabokov o Cervantes.

– Y también del cine negro. Pero ha habido poetas muy respetables que nos ayudaron a escribir canciones estupendas, como Joaquín Sabina, Eduardo Haro Ibars, Luis Alberto de Cuenca. También tendrán su momento en este espectáculo.

– Los relatos de Poe están salpicados por las pandemias del siglo XIX.

– Ha tenido que ver a la hora de preparar el recital. En estos dos años me ha dado tiempo a descubrir en detalle cuentos como 'La máscara de la muerte roja', 'El rey de la peste' y otros que hablan de aquellas enfermedades como el cólera o la tuberculosis que, por cierto, mató a su mujer.

– ¿Y no mete miedo en el cuerpo cantar sobre virus?

– No, no va por ahí. Lo dramático de algunos poemas puede tener un tono de jovialidad también. En nuestras canciones siempre hemos hecho un tratamiento humorístico de ciertos paisajes poéticos.

– Igual escuchar a la Mondragón pueda ser hasta terapéutico.

– ¡Me lo has quitado de la boca! Nosotros somos como un servicio público de sanidad en estos momentos en que tenemos que reconstruir esta cabeza nuestra tan atontada. Deberían darnos una subvención para poder hacer empresas más ambiciosas y cariñosas (ríe). Hay mucha locura. Fíjate en el aristócrata este que tenía en su casa un altar para las armas, y no hay que olvidar que ahora mismo en el mundo hay casi 70 guerras. Hemos conocido muy de cerca lo que es la violencia en nuestro País Vasco y la Orquesta es un canto a favor de la paz.

– El concierto será un viaje en el tiempo desde el verano del 76, ¿habrá más parte de show o de nostalgia?

– Habrá nostalgia, como es lógico, pero habrá de todo. Serán las canciones antiguas de siempre, también otras nuevas y aprovecharemos para presentar nuestra última canción que hemos hecho con motivo de la invasión a Ucrania. Se titula 'No dispares más' y la idea nos la dio, desgraciadamente, el señor Putin.

– Es su canto antibelicista, lo mismo hizo Lennon con 'Give Peace a Chance' en el 69 y todo sigue igual, pero distinto.

– Como tantos otros y ya ves el caso que se les ha hecho a estas canciones... Alguno me dice «joder, ya estás con el 'Imagine' otra vez». Y sí, llevamos 30 años tocando 'Imagine' en cada concierto pero, cuando ves en el telediario la imagen de un niño limpiando con tanta soltura su rifle, te das cuenta de lo conveniente que es cantarle que no es un juguete. Cuánto nos recuerdan las imágenes de Ucrania a otros tiempos pasados no tan lejanos. La historia se repite y es muy lamentable y triste.

– Decía que, con la pandemia y las noticias de Ucrania, se había vuelto a refugiar en los libros de autores rusos. ¿Qué opina del veto cultural?

– No creo que haya que caer en eso ni mucho menos porque ratifica lo absurdo de las fronteras. En el caso de uno de mis autores favoritos, Nikolái Gógol, era ucraniano pero triunfó en Rusia y tenía muchos aficionados entre los literatos rusos, como Dostoievski, Tolstói o Chéjov. Es un disparate y demuestra el sinsentido de esta guerra. Acabo de terminar de leer 'Almas muertas' y siempre me han gustado 'El inspector', 'La nariz', 'El capote', sus 'Cuentos de San Petersburgo'...

– La cultura sobrevive bajo la tiranía de lo políticamente correcto, el yugo de las redes, los límites del humor... ¿Hay lugar hoy para ser transgresor?

– Llevamos haciendo esto desde hace muchos años y sí es verdad que algunas cosas hay que mirarlas con otras gafas. Pero es verdad que hay un reino de lo terriblemente correcto y cuesta un poco hacer canciones tan libremente como hacíamos antes. Pero no hay que bajar la guardia y que la comedia, las canciones y los espectáculos sigan haciendo sátira y teniendo esa 'mala leche'.

– ¿Las canciones de la Orquesta Mondragón pasarían los filtros actuales?

– Seguramente habría alguna... alguna cosita rara (ríe). Hay que andar con cuidado con los adjetivos y los pronombres, pero me gustaría que hubiera una fórmula de consenso y que el lenguaje fuera un vehículo para comunicar ideas y no un expositor o un catálogo de lecciones políticas.

– Contaba que estaban buscando lugar para homenajear a Popocho, ¿será el de Chillida Leku?

– En este espectáculo de poesía y de rock haremos un pequeño tributo al gran Popocho, un guiño y un detalle intenso y de corazón hacia él. Nuestro querido Pedro Ayestarán estará dentro del espectáculo, a pesar de que el corazón se le paró hace ya casi dos años. Como decía el cuento de Poe, él es el 'Corazón delator'. Aunque es curioso que dentro de su lista de cuentos hay muchos que se adaptan perfectamente a la desgracia de Popocho. ¡Fue un hombre salido de la imaginación de Poe!

– Su «último concierto memorable» juntos fue en la plaza de la Constitución, donde celebraron su 40 aniversario, una Semana Grande de 2016. ¿La esencia se mantiene sin él?

– La presencia de Popocho te viene a la memoria en muchas canciones. Ese saber hacer y el darle un sentido divertido pero, en los últimos tiempos, Popocho estaba y no estaba. Andaba de médicos, todo hay que decirlo. Y sin él esto se lleva como se puede, es duro. Las canciones tienen una impronta personal que con su música y su letra cuentan muchas cosas, aunque con Popocho siempre era mejor.

– ¿El show debe continuar? ¿Celebrarán las bodas de oro?

– Así es, ahora nos vamos a Las Palmas de Gran Canaria para estar en el 544 aniversario de la ciudad. Lo de volar es lo que menos gracia me hace de todo esto, pero luego nos regresamos para ir a Teruel, Castro Urdiales y después a Chillida Leku. Tenemos enorme ilusión por ello y, mientras el cuerpo aguante, ahí seguiremos.